En la costa de Florida, Estados Unidos, un equipo de investigadores submarinos ha encontrado los restos de un barco que desapareció bajo circunstancias misteriosas en el Triángulo de las Bermudas.
El 29 de noviembre de 1925, el buque mercante estadounidense SS Cotopaxi zarpó de Charleston, Carolina del Sur llevando a bordo un cargamento de carbón. Sin embargo, antes de llegar a su destino final en La Habana, Cuba, el barco desapareció sin dejar rastro alguno.
Desde entonces, la suerte que corrieron el Cotopaxi y sus 32 tripulantes ha desconcertado a los expertos, y la desaparición del navío se ha convertido en uno más de los misterios asociados con el legendario Triángulo de las Bermudas: zona tristemente célebre de la región occidental del Atlántico Norte, donde se cuenta que yacen numerosos barcos y aviones desaparecidos de manera inexplicable.
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En entrevista con Newsweek, el biólogo marino y explorador submarino Michael Barnette explica: “El Cotopaxi hacía una travesía de rutina. Formaba parte de una flota que transportaba carbón, de modo que el viaje de fines de noviembre de 1925 inició como cualquier otro. También se sabe que algo ocurrió durante el trayecto porque, a principios de diciembre, el buque transmitió una señal de socorro”.
“Y eso fue todo”, prosigue Barnette. “Nunca encontraron los restos. Jamás hallaron botes salvavidas, cuerpos. Nada. Al llegar a ese punto, la nave simplemente desapareció. Es por ello que hemos tratado de averiguar qué ocurrió”.
La desaparición del Cotopaxi ha dado origen a una colección de fabulaciones de lo más extravagantes. En 1977, en su clásico de ciencia ficción “Encuentros cercanos del tercer tipo”, el cineasta Steven Spielberg hace aparecer el navío en el desierto del Gobi, presuntamente transportado allá por extraterrestres. Décadas después, un informe noticioso de 2015 afirmó que el buque había reaparecido cerca de una zona militar restringida que yace frente a las costas de Cuba; y aunque desde entonces han circulado diversas versiones de dicho reportaje, todas han sido desacreditadas como simples fraudes.
Al cabo de casi un siglo de incertidumbre y especulaciones, ahora emerge una explicación mucho más realista, ya que Barnette y sus colegas aseguran haber localizado el naufragio a unos 57 kilómetros de la costa de la ciudad de St. Augustine, en el litoral noreste de Florida, Estados Unidos.
El equipo de investigadores describe el hallazgo del SS Cotopaxi en el primer episodio de “Shipwreck Secrets”, nueva serie que el canal Science Channel estrenará a principios del próximo mes.
“Siempre me ha fascinado la historia”, revela Barnette, quien ha descubierto numerosos naufragios a lo largo de su carrera como explorador submarino. “Soy biólogo marino de profesión. Pero mi pasión es la historia marítima. Me encanta salir en busca de restos de naufragios, porque cada uno cuenta una historia fascinante. Soy un tipo muy curioso”.
La investigación del Cotopaxi inició en Londres, Inglaterra, a miles de kilómetros de Triángulo de las Bermudas. A tal fin, Barnette se puso en contacto con el historiador británico Guy Walters, a quien pidió que revisara los archivos de Lloyd’s of London, mercado de seguros que conserva registros de las pólizas contratadas para aquel fatídico viaje.
Durante su búsqueda, Walters halló evidencias de que el carguero estadounidense envió una señal de socorro [SOS] el 1 de diciembre de 1925: un fragmento de información crucial que otros historiadores no habían desenterrado.
“A veces es mejor pasar más tiempo en los archivos que en el agua, porque es entonces cuando haces descubrimientos importantes, como pólizas de seguros y otras cosas de ese tipo”, comenta Barnette para Newsweek.
Según los documentos desempolvados, el SOS fue recibido en Jacksonville, Florida, lo que sitúa al Cotopaxi en las inmediaciones de otro hundimiento conocido popularmente como el Bear Wreck, también localizado frente a la costa de St. Augustine.
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St. Augustine fue un próspero puerto de la era colonial estadounidense, por lo que sus aguas están repletas de barcos que se fueron a pique en los siglos XVI y XVII. Sin embargo, el Bear Wreck posee características muy singulares que lo destacan de todos los otros naufragios. Por principio de cuentas, ese barco fue construido hacia fines del siglo XIX o principios del XX. Y en segundo término, sus restos están mucho más alejados de la costa floridana que los navíos más antiguos. No obstante, el nombre real del Bear Wreck y la causa de su hundimiento siguen siendo un misterio que ha frustrado a los expertos desde hace décadas.
Con las pruebas que proporcionó Walters, Barnette y su compañero de buceo, Joe Citelli, decidieron hacer una serie de inmersiones en el Bear Wreck para buscar cualquier artefacto que vinculara esos restos con el Cotopaxi. De manera específica, algún objeto inscrito con el nombre del barco, información que a menudo se encuentra en las campanas de a bordo.
El problema es que semejantes hallazgos son en extremo raros, y a pesar de que utilizaron un vehículo submarino de operación remota, el dúo no encontró lo que estaba buscando. En buena medida, porque los restos del Bear Wreck están cubiertos por enormes cantidades de arena.
Fue entonces que Barnette se puso en contacto con Al Perkins, un buzo que ha explorado ese naufragio a lo largo de más de tres décadas, durante las cuales ha recobrado numerosos artefactos. Y resultó que una pieza de su colección parecía proporcionar una pista sobre el origen del Bear Wreck.
Dicho objeto era una válvula fabricada por una compañía de la ciudad de Ecorse, Michigan, la cual operaba a escasos 20 kilómetros del astillero donde fue construido el Cotopaxi. ¿Sería mera coincidencia o era una prueba del vínculo entre el Bear Wreck y el carguero de carbón?
A continuación, Barnette visitó el Faro y Museo Marítimo de St. Augustine para entrevistarse con Chuck Meide y Brendan Burke, dos expertos en los naufragios que descansan bajo las aguas que rodean la ciudad.
Bajo la dirección de Meide y Burke, el biólogo marino hizo nuevas inmersiones para registrar las medidas del Bear Wreck, y luego compararon esa información con los planos originales del Cotopaxi. El equipo descubrió que las mediciones obtenidas se repetían en varias características de los dos barcos; entre ellas, la eslora [longitud del buque] y las dimensiones de sus calderas.
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Por fin, Barnette recibió un dato crucial que Walters desenterró mientras revisaba los documentos conservados en la Administración Nacional de Archivos y Registros de la Ciudad de Nueva York. El historiador británico encontró el expediente de una demanda judicial interpuesta contra el propietario del Cotopaxi: la empresa naviera Clinchfield Navigation Company. Según la querella, las familias de algunos tripulantes desaparecidos argumentaban que el barco no estaba en condiciones de hacerse a la mar, y mucho menos en circunstancias oceánicas peligrosas.
A decir de las transcripciones, el presidente de la empresa impugnó el alegato y agregó que la única causa del hundimiento fue que el Cotopaxi quedó atrapado en una violenta tormenta frente a la costa de Florida, fenómeno que quedó asentado en los registros climáticos históricos del día preciso en que el buque envió el SOS.
La transcripción de los testimonios revela que el entonces presidente de Clinchfield proporcionó la última posición conocida del Cotopaxi, la cual fue registrada el 30 de noviembre de 1925. Luego de trazar las coordenadas en un mapa, Barnette descubrió que, aquel día, el buque se encontraba a unos 35 kilómetros al norte del Bear Wreck, en lo que parecía el curso esperado para una travesía habitual de Charleston a La Habana.
Era la última pieza del rompecabezas que necesitaba el equipo de investigadores para establecer el nexo entre el Cotopaxi y el Bear Wreck. Ya que la tormenta estalló al día siguiente de recibidas las últimas coordenadas -y con documentos judiciales afirmando que el barco no estaba en condiciones de hacerse a la mar-, los investigadores parecían haber dado con una posible explicación para el hundimiento.
Con base en los datos geográficos del 30 de noviembre, la señal de socorro transmitida desde el barco al día siguiente, y el registro climático confirmando que una tormenta asoló la zona, los investigadores creían tener suficientes pruebas para concluir que el Bear Wreck podría ser el sitio del naufragio del Cotopaxi.
“Hemos tratado estos hundimientos como si fueran un asesinato sin resolver, ¿no te parece? Ya sabes: tenemos un cadáver, así que necesitamos reunir toda la información posible. Y hoy día disponemos de montones de herramientas para identificar y explicar los naufragios”, comenta Barnette.
Para el investigador , el momento en que comprendió que el Bear Wreck era la última morada del Cotopaxi fue como una “descarga eléctrica”.
“Estos hallazgos son una suerte de montaña rusa emocional. Empiezas por sentirte entusiasmado de que tu teoría es cierta, pero luego te entristece pensar: ‘Espera un momento. Ese sitio es la tumba de unos tripulantes que se hundieron con el barco’. Y eso te deja con la responsabilidad de hacer intentos para contactar con las familias y ayudarlas a pasar la página”, aclara Barnette.
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“Cada vez que identificamos los restos de un naufragio, todos los buceadores del mundo escribimos el último capítulo de una historia. Más aun, es frecuente que reescribamos la historia, porque lo que muchos creen que ocurrió no es lo que pasó en realidad”, prosiguió el biólogo marino.
Barnette añade que los argumentaciones paranormales que pretenden explicar la desaparición de barcos o aviones en el Triángulo de las Bermudas (a menudo desacreditados por los expertos) solo sirven para desviar la atención de lo que realmente importa
“La historia de cada naufragio es una saga en sí misma, y muchas veces nos enfocamos nada más en el Triángulo de las Bermudas. Sin embargo, la historia real no es el Triángulo de las Bermudas, sino el drama que emerge con cada naufragio y avión identificado”.
Puedes ver esta investigación y sus hallazgos en el primer episodio de “Shipwreck Secrets”, una nueva serie que Science Channel empezará a transmitir el 9 de febrero de 2020, a las 8 p.m. horario del este. A partir de entonces, el canal estrenará nuevos capítulos a las 9 p.m., todos los domingos.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek