Después del sida, la tuberculosis es la segunda causa mundial de mortalidad provocada por un agente infeccioso. Aunque ninguna voz oficial se atrevería a calificarla como una enfermedad de pobres, 95 de cada 100 muertes por tuberculosis ocurren en países de ingresos medios y, sobre todo, bajos.
Este padecimiento es provocado por una bacteria conocida como Mycobacterium tuberculosis, la cual por lo general ataca a los pulmones, y se contagia de persona a persona a través del aire. Cuando un enfermo tose, expectora, estornuda o escupe, expulsa bacilos tuberculosos al aire. Si una persona sana inhala unos pocos de esos bacilos es suficiente para quedar infectada.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una tercera parte de la población mundial está infectada por el bacilo, pero aún no ha enfermado ni puede transmitir la infección. Empero, si la persona que posee el virus padece un sistema inmunitario débil, como en los casos de infección por el VIH, desnutrición y diabetes, tiene muy altas probabilidades de enfermar de tuberculosis.
Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) asienta que en América Latina y el Caribe la mayoría de los casos de coinfección de tuberculosis aún no se diagnostica. Es decir, una gran parte de los habitantes de la región no sabe que está infectada y, por ende, no está recibiendo tratamientos que puedan prevenir, curar o reducir la severidad y la muerte causada por el trastorno.
Según expertos del organismo internacional, el problema proviene de una insuficiente coordinación entre los programas de control de la enfermedad. La mejor manera de enfrentar esta gravedad, señalan, es a través de una mayor colaboración entre los proveedores de servicios de salud y los programas de control de tuberculosis, y también por medio de un monitoreo y vigilancia conjunto del padecimiento.
En América Latina, un muerto cada 10 minutos
La OMS explica que, cuando se presenta la afección tuberculosa, los síntomas (tos, fiebre, sudores nocturnos, pérdida de peso) pueden ser leves durante varios meses. Como resultado, los pacientes tardan mucho tiempo en atenderse médicamente, lapso en el cual contagian a otras personas. A lo largo de un año, un enfermo tuberculoso puede infectar a unos 15 individuos por contacto estrecho, de los cuales, si no reciben el tratamiento adecuado, mueren 10.
Para la Organización Panamericana de la Salud (OPS) —establecida en 1902 y considerada la organización de salud pública más antigua del mundo—, en América Latina la tuberculosis provoca una muerte cada 10 minutos, y cada hora 40 personas resultan contagiadas.
A este respecto, la OMS registra que Latinoamérica representa un 6 por ciento de los casos diagnosticados de tuberculosis a nivel mundial. En este tenor, Brasil es uno de los 22 países más afectados y el que presenta más casos en la región, ello debido a sus cuantiosos ciudadanos (más de 205 millones de personas). Al país suramericano le siguen Perú, Colombia, Honduras y Haití.
El consumo de tabaco, añade la OMS, aumenta considerablemente el riesgo de enfermar de tuberculosis y morir en consecuencia. Según sus estimaciones, en el mundo más del 20 por ciento de los casos de tuberculosis son atribuibles al hábito de fumar.
El 24 de marzo de cada año se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la Tuberculosis, cuyo fin es generar un mayor nivel de conciencia respecto a la epidemia mundial de esta enfermedad y los esfuerzos por erradicarla. Sin embargo, la comunidad médica internacional, los gobiernos y la población en general tienen frente a sí la ardua tarea de redoblar esfuerzos, pues según información divulgada la semana pasada en la publicación médica Lancet, en África, Asia, Europa y América Latina científicos han hallado alarmantes niveles de tuberculosis resistente a cuatro poderosos antibióticos; es decir, las tasas tanto de la tuberculosis resistente a múltiples fármacos como de la ampliamente resistente son más altas de lo que se considera, lo que amenaza los esfuerzos por frenar la propagación del padecimiento.
El daño al organismo
El doctor Miguel Ángel Salazar Lezama posee una especialidad en neumología y es postgraduado en tuberculosis. Es presidente de la Sociedad Mexicana de Neumología y Cirugía de Tórax, jefe del Servicio Clínico de Tuberculosis del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias de México y, entre otros, en 1989 participó en el primer trasplante de pulmón realizado en América Latina.
En entrevista con Newsweek en Español, el especialista sentencia sobre la tuberculosis: “Es una enfermedad trasmisible especialmente por la vía aérea. Las personas que tosen o estornudan, personas enfermas, pueden tener bacilos en su pulmón; cuando los tienen, tosen y expectoran, y si no se cubren la boca arrojan al aire ambiente una gran cantidad de bacilos llamados Mycobacterium tuberculosis, que son inhalados por otra persona y se van directamente a las vías respiratorias, en este caso, a los pulmones.
“Si el organismo no tiene defensas adecuadas por desnutrición, diabetes, VIH, por estar tomando medicamentos que suprimen la inmunidad, ese bacilo entra al pulmón, se va por vía sanguínea, y puede llegar principalmente a los vértices del pulmón, a las zonas más altas; eso produce una reacción inmunológica muy importante, pues nuestras defensas, al tratar de destruir al bacilo, destruyen al pulmón”.
El Mycobacterium tuberculosis comienza a reproducirse lentamente en cuanto se aloja en el pulmón, añade el especialista, pero con mucha respuesta de parte del organismo, el cual sigue produciendo las defensas que, como efecto adverso, destruyen los pulmones. “En la mayoría de los casos el bacilo puede quedarse confinado en el pulmón, pero cuando la inmunidad está muy deprimida se puede diseminar, irse hacia todo el organismo, riñones, hígado, médula ósea y cerebro, ocasionando un cuadro muy serio que se llama meningitis tuberculosa, el cual puede causar lesiones irreversibles en el sistema nervioso central”.
Existen pocos antibióticos
Al presentarse este cuadro el paciente corre el riesgo de morir. Y no solo porque el sistema nervioso central resulte dañado, sino porque, si no recibe tratamiento, los pulmones del enfermo resultan seriamente lesionados: “Entonces podría fallecer por tres causas: por la misma destrucción pulmonar, que lo mata de una insuficiencia respiratoria; dos, porque puede destrozar algún vaso sanguíneo muy importante y morir por sangrado en un episodio que se llama hemoptisis, que es arrojar sangre desde el pulmón por la boca, lo cual inunda la vía aérea y mata al paciente por asfixia; y la tercera causa es que el pulmón se condiciona en su destrucción a que haya infecciones bacterianas de otro tipo.
“En pocas palabras, la tuberculosis sí mata, de hecho mata a tres millones de personas en el mundo cada año, y en México mueren de 2700 a 3000 individuos anualmente”.
Empero, de acuerdo con el doctor Salazar Lezama, los enfermos tienen la posibilidad de sanar siempre y cuando sean atendidos a tiempo y cumplan al pie de la letra el riguroso tratamiento.
“La tuberculosis tiene cura prácticamente en todos los casos. Pero el paciente debe seguir su tratamiento en forma adecuada y estrictamente supervisada; tenemos muy pocos antibióticos para matar al bacilo, y si el paciente no se los toma correctamente estará perdiendo prácticamente su última oportunidad de curarse. Por eso se utiliza la llamada estrategia taes (tratamiento acortado estrictamente supervisado), en donde el paciente debe acudir diariamente al centro de salud para que el personal verifique que sí se lo está tomando”.
Los síntomas de la tuberculosis son muy variados. Se manifiestan como pérdida de peso, sensación de carencia de aire, tos y expectoración inexplicables principalmente al caer la tarde, sudoración excesiva y pérdida de peso. “Sin embargo, el Programa Nacional de Tuberculosis recomienda que, cualquier gente que tosa o expectore por más de dos semanas, acuda al centro de salud para que se le hagan tres exámenes de flema, el método para diagnosticar esta enfermedad es la baciloscopía, que es la visión directa del bacilo bajo un microscopio”.
La tuberculosis no está erradicada
Cuando la enfermedad se atiende correctamente se sana al 95 por ciento de los pacientes. Según palabras del médico, el tratamiento es altamente efectivo, sobre todo por sus principales componentes, la isoniazida y la rifampicina. Estos son tan beneficiosos que en dos semanas el paciente se siente bien; sin embargo, como el bacilo se caracteriza por reproducirse lentamente, el tratamiento debe darse en forma prolongada.
Miguel Ángel Salazar apunta también que la tuberculosis puede atacar a cualquier persona sin importar su nivel social.
“Como prácticamente todas las enfermedades, ataca más a los grupos vulnerables, pero puede presentarse en cualquier extracto social. Todo depende del estado de protección que tenga el paciente; por ejemplo, aunque una persona tenga mucho dinero, si llega a padecer cáncer y le dan tratamiento, sus defensas pueden suprimirse tanto que podría llegar a contagiarse de tuberculosis.
“Pero, en términos generales, la tuberculosis ataca más a los desnutridos, a la gente que vive hacinada, a quienes no controlan bien su diabetes; son los grupos con más vulnerabilidad hacia la enfermedad”.
En el inciso de edades, la mayor tasa de padecimiento se encuentra entre los 15 y 65 años, cuando la población es más productiva económicamente hablando.
“La tuberculosis existe, no está erradicada como nos lo hicieron creer en sexenios anteriores. Es una enfermedad que está aquí, que está latente; nosotros [en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias] vemos 450 pacientes al año con tuberculosis de todas formas, tanto la normal como la resistente a medicamentos, pero tiene cura, el diagnóstico se puede hacer fácilmente si el paciente acude al médico cuando tiene tos y expectoración de más de dos semanas de evolución. Hay cura para esta enfermedad y en México existe una organización suficiente para ofrecer a los enfermos el tratamiento, pero ellos deben tener el compromiso de percibir los síntomas de alarma”.
El estigma del padecimiento
En el ámbito social esta enfermedad aún es estigmatizada sobremanera. Quien padece tuberculosis es discriminado, lo corren del trabajo, no puede conseguir una manera de mantener a su familia. “He ahí la causa de que muchos hombres con tuberculosis no se diagnostican, temen a padecer una enfermedad contagiosa y no acuden con prontitud al médico, hasta que la enfermedad está muy avanzada. Desde el punto de vista socioeconómico las repercusiones son muy importantes, la enfermedad ataca las vías productivas de la vida y deja al individuo sin trabajar, sin producir”.
Como mencionamos al principio de este reportaje, la tuberculosis mata a más personas que el crimen organizado o las guerras. “Eso es cierto. La tuberculosis es una enfermedad que estigmatiza no solo a los pacientes, sino a los gobiernos, y el hecho de tener mucha tuberculosis significa tener mucha pobreza; por eso las cifras de muertes se ocultan en muchas partes. Nada más para darnos una idea, en el siglo pasado a nivel mundial mató a más gente que en toda la historia de la humanidad.
“Hoy en día, a pesar de que contamos con un tratamiento efectivo, el hecho de que no estemos detectándola a tiempo sigue siendo una arma letal. De hecho, en la epidemia de influenza en México en el año 2009 hubo unos 1000 muertos, y en ese mismo año murieron 2700 mexicanos de tuberculosis. En parte se debe a que las instituciones de salud no hemos ofrecido una suficiente cultura médica para que la persona aprenda a cuidarse a sí misma”.
De acuerdo con el especialista, esta cultura debería incluir la prevención y la educación: “En vez de que anuncien rosquillas, papitas y cigarros debería de haber más publicidad por parte de nuestro sistema de salud acerca de cómo diagnosticarse a tiempo la tuberculosis. Debemos enseñarle a la gente que tener tos no es normal, además de que pocas personas se hacen un chequeo periódico; a eso sumémosle que tenemos 60 millones de pobres con poco acceso a la publicidad. Es curioso que se hacen muchas campañas en temporada de influenza: cúbrase la boca, estornude en el pliegue del codo, pero no tenemos una campaña permanente contra la tuberculosis”.
La tos es anormal
En esta cultura propuesta por el médico igualmente es necesario erradicar el hábito de la automedicación, pues es costumbre que quien padece tos ingiere algún jarabe. “Hablando de publicidad, anuncian un jarabe para la tos que según junta las flemas y las expulsa y quién sabe qué más; eso es una falsedad, esa es una mala información que le dan a la gente. Los jarabes para la tos tienen muy poca indicación, y lo primero que hace la gente cuando tiene tos es ir con el farmacéutico a pedirle uno. Debemos entender que la tos no es un síntoma normal, es un mecanismo de defensa y significa que algo no está bien en nuestro organismo”.
Desde luego, los médicos también deben someterse a una capacitación constante. Sobre todo porque al paciente que acude a un consultorio con un cuadro de tos generalmente se le receta el popular medicamento conocido como ambroxol. “Es impresionante la cantidad de ambroxol que les recetan a los pacientes, por ello es muy importante la capacitación del médico. Mientras en los sistemas de salud tengamos a los médicos confinados en un consultorio sin oportunidad para que se eduquen, para que vayan a congresos, a cursos, no vamos a mejorar”.
—¿Un individuo por su cuenta puede someterse a una prueba para saber si padece tuberculosis? —pregunta finalmente Newsweek en Español al jefe del Servicio Clínico de Tuberculosis del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias.
—No es recomendable que el paciente vaya a cualquier laboratorio, sobre todo privado, a pedir que le hagan un examen de flema. Cuando alguien tiene tos y expectoración lo más recomendable es que asista a su unidad de medicina familiar, a su centro de salud, para pedir que le hagan el examen de flema; y es que el microscopista que hace la baciloscopía, aunque es un método más o menos sencillo, debe estar certificado.
“En un laboratorio privado puede encontrarse cualquier circunstancia: que el paciente tenga tuberculosis y que no vean los bacilos, o que no tenga tuberculosis y sí vean bacilos; eso puede ser una mala interpretación de lo que está viendo el técnico. Claro, si es un paciente que va a consulta con un médico privado, entonces que busque un laboratorio privado que tenga certificación para hacer ese tipo de estudio, pues no es una tarea sencilla”.