España marca este jueves un nuevo capítulo en su historia al exhumar los restos de Francisco Franco del Valle de Caídos a 44 años de una dictadura cuyas heridas no han terminado de cicatrizar.
Mausoleo ordenado por Franco
Encargada por Franco en 1940 para celebrar su “gloriosa cruzada” contra los republicanos “sin Dios”, la construcción del Valle de los Caídos duró casi veinte años y en ella participaron miles de presos políticos.
Tal complejo, situado en la sierra ubicada al norte de la capital española, consiste en una basílica horadada en la roca de la montaña y coronada por una enorme cruz de 150 metros de altura, visible desde muchos kilómetros a la redonda.
En nombre de una pretendida “reconciliación” nacional, el ‘Caudillo’ hizo trasladar tras la inauguración del mausoleo, en 1959, los cuerpos de más de 30,000 víctimas del conflicto.
Entre ellos había combatientes del bando franquista pero también republicanos sacados de cementerios y fosas comunes sin informar a sus familias.
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Desde su muerte en 1975, Franco ha estado en una tumba, siempre adornada con flores frescas, a los pies del altar de la basílica.
Llamado a la exhumación
La medida tiene un gran calado ideológico en un país en el que el ‘fantasma’ de Franco se convirtió últimamente en un arma arrojadiza, entre los partidarios de la exhumación y los que ven ésta con desdén -caso del conservador Partido Popular- o con abierta hostilidad, en el caso del partido de extrema derecha Vox.
El presidente Pedro Sánchez había anunciado poco después de llegar al poder, en junio de 2018, su intención de proceder rápidamente a la exhumación que había sido decidida por el Parlamento español un año antes.
Sin embargo, sus planes chocaron con los recursos de los siete nietos del dictador, que primero se negaron rotundamente a la exhumación, y luego intentaron sin éxito que se fijara su reinhumación en la madrileña catedral de La Almudena.
El enfrentamiento derivó en una batalla legal, que frustró los planes iniciales del gobierno de exhumar los restos el pasado 10 de junio.
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Pero en las últimas semanas, el Tribunal Supremo –máxima instancia judicial– resolvió los recursos pendientes a favor de los planes del ejecutivo socialdemócrata.
Ojos sobre el evento
La exhumación, que será transmitida en directo por la televisión, debe empezar a las 10:30 locales. Los trestos del dictador serán trasladados desde el Valle de los Caídos, a unos 50 km al noroeste de Madrid (en la sierra del Guadarrama), hasta el cementerio de El Pardo-Mingorrubio en el norte de la capital, donde descansa su esposa.
Si el tiempo lo permite, el traslado se hará en helicóptero.
Sánchez prometió la exhumación para el verano boreal de 2018, pero se retrasó más de un año por la batalla judicial planteada por los descendientes del dictador que dirigió España con mano de hierro tras impulsar un golpe de Estado contra la II República española e imponerse en la Guerra Civil (1936-1939).
Una medida cuestionada
Los descendientes de Franco interpusieron una salva de recursos contra la exhumación e intentaron reinhumarlo junto a su hija en la catedral de la Almudena, en el centro de Madrid, pero el Tribunal Supremo español los rechazó.
La oposición acusa al líder del PSOE de utilizar este traslado para conseguir réditos electorales a poco más de dos semanas de los comicios legislativos del 10 de noviembre, a los que llega en una situación comprometida por la semana de disturbios violentos en Cataluña.
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La Fundación Francisco Franco, que defiende el legado del dictador, llamó a una manifestación el jueves en el cementerio de Mingorrubio para rezar “por quien tanto hizo por España y su grandeza”, pero las autoridades la prohibieron.
La exhumación de Franco, calificada este miércoles de “profanación” por un articulista del diario conservador ABC, hizo resurgir las divisiones.
“¿Qué será lo siguiente? (…) ¿Las parroquias del barrio? ¿Arderán como en el 36?”, declaró a principios de octubre la presidenta conservadora de la región de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
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Con información de AFP