El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, tiró la toalla el lunes y admitió que no consigue formar un gobierno, lo cual deja la vía libre a su principal rival, Benny Gantz, que intentará construir una mayoría y poner fin a un callejón sin salida político que ya dura más de seis meses.
Este nuevo episodio es un revés importante para Netanyahu quien, después de diez años consecutivos en el cargo, desea seguir siendo primer ministro, en un momento en que podría ser acusado oficialmente por corrupción.
En opinión de los analistas, Netanyahu aún tiene varios ases en la manga ya que Gantz podría fracasar, igual que él, a la hora de formar gobierno en el plazo de 28 días que la ley le otorga.
En ese caso, el presidente Reuven Rivlin podría pedir a los diputados que nombren un candidato al cargo.
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Rivlin ha dicho en varias ocasiones que hará todo lo que esté en su mano para impedir nuevas elecciones, que serían las terceras desde abril. Pero tal vez el contexto político no le deje opciones y exija que los israelíes vuelvan a votar.
En el video que publicó en su página en Facebook el lunes por la noche, Netanyahu admite que no logra formar gobierno y que se lo ha comunicado oficialmente a Rivlin, pero sobre todo acusa a Gantz de haber hecho fracasar todos los intentos de construir un gobierno de unión nacional.
Poco después, Rivlin informó oficialmente de que iba a encomendar la tarea a Gantz, líder del partido de centro-derecha Azul-Blanco.
Todos los partidos del parlamento israelí, la Knéset, van a ser informados de que “el presidente tiene la intención de entregar el encargo de formar gobierno lo antes posible al presidente de Azul-Blanco, el diputado Benny Gantz”, informó un comunicado, que explicó que Gantz recibirá oficialmente el encargo el jueves.
Una tarea complicada
Gantz, exjefe del Estado Mayor, tendrá ante sí la misma tarea complicada. Tras las elecciones del 17 de septiembre, Netanyahu y Gantz lograron sumar 55 y 54 escaños, respectivamente, sumando sus diputados y los de formaciones aliadas. Ninguno de ellos llegó a los 61 escaños, mayoría necesaria para formar gobierno.
Rivlin encomendó la tarea a Netanyahu, el primer ministro más longevo de la historia de Israel, pero las conversaciones con Gantz no prosperaron.
El Likud, el partido de derecha de Netanyahu, intentó convencer a Azul-Blanco de aceptar que Netanyahu y Gantz ocupen el puesto de gobierno de forma rotativa.
El primero sería Netanyahu y cuando este fuera oficialmente acusado por corrupción, lo que se prevé que ocurra dentro de unos meses, le reemplazaría Gantz.
Pero Gantz subrayó que su partido había obtenido más votos que el de Netanyahu (33 escaños frente a 32) y que él debía ser jefe de gobierno en primer lugar. Además, aseguró que no podría entrar en un gobierno cuyo primer ministro esté a punto de ser acusado por corrupción.
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“Ha llegado la hora de actuar”, dijo en un comunicado este lunes por la noche el partido de Gantz.
“Azul-Blanco está decidido a formar un gobierno de unión, liderado por Gantz, un gobierno por el que votaron los israelíes hace un mes”, añadió el comunicado.
Pero pese a su anuncio del lunes Netanyahu no parece dispuesto a abandonar su cargo. La ley israelí no obliga a un primer ministro a dimitir si es acusado oficialmente. Sólo estaría obligado a dejar su puesto si es condenado y ha agotado todas las apelaciones posibles.