El futuro político del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, está en cuestión debido a los escándalos que lo involucran.
Desde la aceptación de costosos regalos como champán hasta los intentos de sobornar a responsables de medios de comunicación para lograr una cobertura favorable a su gobierno.
Este miércoles, el fiscal general de Israel, Avichai Mandelblit, interrogará a los abogados del jefe de gobierno por tres casos diferentes que ponen en la cuerda floja el futuro político de Netanyahu.
Tras la audiencia, Mandelblit decidirá si el primer ministro es oficialmente acusado de corrupción, fraude y abuso de confianza.
Cigarros y champán
En el primer caso (llamado también “caso 1000”), Netanyahu y miembros de su familia son sospechosos de haber recibido sobornos por más de 700,000 séqueles (200,000 dólares) de varias personas, entre ellos Arnon Milchan, un productor israelí de Hollywood, y de James Packer, un millonario australiano.
Estos sobornos se materializaron en forma de cigarros, botellas de champán, y joyas, distribuidos entre 2007 y 2016, a cambio de favores financieros personales.
Netanyahu asegura que lo único que hizo fue aceptar regalos de sus amigos, sin haberlos pedido.
Mediagate
En el “caso 2000”, la policía sospecha que Netanyahu intentó llegar a un acuerdo con el propietario del diario Yediot Aharonot, Arnon Moses, para obtener una cobertura más favorable de este gran rotativo israelí de pago, a menudo acusado por el primer ministro de estar en su contra.
A cambio, Netanyahu habría propuesto la posibilidad de hacer votar una ley que limitaría la distribución del Israel Hayom, un diario gratuito y principal competidor del Yediot Aharonot, y prohibir su publicación el fin de semana.
La policía se basa en el testimonio de Ari Harow, un exjefe de gabinete de Netanyahu, que aceptó dar su testimonio a cambio de mayor clemencia en caso de ser procesado.
Netanyahu asegura que él era el principal opositor a la ley en cuestión y que incluso provocó las elecciones anticipadas de 2015 para bloquearla.
El caso Bezeq
El “caso 4,000” se presenta como el más peligroso para Netanyahu. Los investigadores sospechan que el jefe de gobierno intentó garantizarse una cobertura favorable en el medio de comunicación digital Walla.
A cambio, habría concedido favores que habrían supuesto millones de dólares de beneficios a Shaul Elovitch, entonces jefe del principal grupo de telecomunicaciones israelíe Bezeq y también de Walla.
En el corazón de la investigación se encuentra la fusión entre Bezeq y el proveedor de televisión por cable Yes en 2015, que requería del aval de las autoridades de control, justo cuando Netanyahu estaba al frente de la cartera de Comunicaciones.
Frente a las acusaciones, Netanyahu alega que la fusión Bezeq-Yes fue validada por los servicios del ministerio y por las autoridades de control como pertinente, y niega que Walla le dedicara una cobertura privilegiada.
Además de a Netanyahu, ese caso también salpica a Elovitch y a su esposa, así como a la presidenta de Bezeq en la época. El fiscal general decidió cerrar “el caso 4000” en lo tocante a Sara y Yair Netanyahu, esposa e hijo del primer ministro.
¿Y después?
El primer ministro ha indicado que no dimitirá si es acusado oficialmente. La ley no le obliga a hacerlo, pero si esto ocurre se convertirá en el primer jefe de gobierno israelí a vivir una situación semejante.
Netanyahu deberá dejar el cargo si es condenado y agota todos los recursos judiciales para evitar la condena, lo cual puede llevar años.
En este momento, Netanyahu es primer ministro y tiene el encargo del presidente de Israel de formar un nuevo gobierno, tras las elecciones legislativas de septiembre, pero es muy complicado que consiga los apoyos necesarios para obtener la mayoría que le permita seguir en el cargo.