Luego de detectar unas ondas gravitacionales a una distancia de 900 años luz de la Tierra, un grupo de científicos cree haber hecho la primera observación de un agujero negro tragándose una estrella de neutrones.
El equipo de investigadores internacionales informó que las ondas gravitacionales en cuestión fueron captadas el 14 de agosto en los observatorios LIGO y Virgo (Estados Unidos e Italia, respectivamente).
Como parte de su teoría general de la relatividad, Albert Einstein predijo la existencia de las ondas gravitacionales en 1916, pero los también llamados murmullos en el espacio-tiempo solo fueron observados directamente hasta 2015, cuando LIGO (siglas en inglés del Observatorio de ondas gravitacionales por interferometría láser) alcanzó un hito histórico al captar las ondas gravitacionales producidas por la colisión de dos agujeros negros.
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Con el tiempo, los científicos han hecho observaciones adicionales de dichas ondas, y aunque casi todas fueron sido generadas por colisiones de agujeros negros, algunas han sido resultado del impacto de dos estrellas de neutrones.
Ahora bien, el equipo de investigadores cree haber observado un tercer fenómeno capaz de originar ondas gravitacionales: la fusión de un agujero negro con una estrella de neutrones, con lo cual han completando su “lista de deseos”. Las estrellas de neutrones son objetos increíblemente densos y compactos que quedan como residuo de estrellas masivas que se extinguen en una explosión en extremo luminosa, lo que se conoce como una supernova.
“Hace unos 900 millones de años, este agujero negro hizo como Pac-man y se comió una estrella muy densa -lo que conocemos como estrella de neutrones-, y es posible que la estrella se haya extinguido de manera inmediata”, explicó Susan Scott, profesora del Departamento de Ciencias Cuánticas en la Universidad Nacional de Australia.
A pesar de que no han publicado sus hallazgos en una revista de revisión paritaria -por lo que no es posible comprobarlos-, los investigadores sugieren que las ondas gravitacionales pudieron haberse originado durante la fusión del agujero negro con la estrella de neutrones, debido al tamaño de los dos objetos implicados.
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“Los científicos nunca han detectado un agujero negro menor de cinco masas solares y tampoco una estrella de neutrones con una masa 2.5 veces mayor que la de nuestro sol”, agregó Scott. “Con base en este antecedente, estamos muy seguros de haber detectado un agujero negro engullendo una estrella de neutrones”.
Con todo, Scott puntualizó que existe una pequeña posibilidad de que las ondas gravitacionales fueran generadas por un fenómeno mucho más exótico: que el agujero negro se haya tragado otro agujero negro muy ligero.
“Existe la posibilidad -tenue, pero provocadora- de que el objeto engullido haya sido un agujero negro muy ligero; mucho más ligero que cualquier otro agujero negro que hayamos identificado en el universo”, añadió Scott. “Eso sería un premio de consolación de veras increíble”.
Igual que las estrellas de neutrones, los agujeros negros son restos de estrellas que mueren como supernovas. Sin embargo, NASA señala que las estrellas que dan origen a los agujeros negros tienden a ser más grandes.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek