El cierre de la frontera sur de Estados Unidos, una acción Donald Trump con la que pretende frenar el flujo de migrantes, provocaría pérdidas millonarias, desabasto y miles de despidos, alertaron funcionarios y especialistas.
Trump dijo el martes que estaba “100% listo” para cerrar la frontera con México por donde atraviesan, todos los días, cientos de miles de personas, 17,000 camiones y 1,700 millones de dólares en bienes agrícolas, industriales y otros productos de consumo.
El gobierno de México aseguró el martes que no existirían cierres, pero que tenía conocimiento de atrasos en diferentes puentes internacionales, especialmente en Ciudad Juárez, Chihuahua.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, dijo que “no nos conviene a nadie el cierre de fronteras. No es lo más recomendable” y afirmó que están en comunicación con funcionarios estadounidenses.
Sin embargo, este miércoles, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) anunció que redujo de 10 a ocho los carriles de procesamiento comercial de la Garita de Otay Mesa, fronteriza con Tijuana.
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Ante este panorama, la alcaldesa de Reynosa, Tamaulipas, Maki Ortiz Domínguez, estimó que el cierre de la frontera arrojaría pérdidas millonarias en el estado que concentra 17 cruces internacionales de los 54 que hay en el país.
Comentó que en la zona se ubican los cruces internacionales que unen las ciudades de Reynosa-Pharr y Nuevo Progreso con Progreso, Texas, por donde transitan mensualmente unos 40 mil camiones de carga, de acuerdo con la agencia Notimex.
“Nos gustaría que los senadores y el propio presidente de Estados Unidos vean y valoren el intercambio comercial que se realiza diariamente, y que se tenga la movilidad que se requiere en este tipo de economía binacional, lejos de cerrar el paso”, dijo.
Daniel Griswold, director de un proyecto de investigación sobre comercio e inmigración del Centro Mercatus de la Universidad George Mason, dijo a la AFP que un cierre provocaría despidos, pérdidas para las empresas y empeoraría la situación de los agricultores que ya han sido perjudicados por los múltiples frentes de la guerra comercial que emprendió Trump.
“Esto es casi impensable”, dijo Griswold. “Sería como erigir un muro en la mitad de la planta de una fábrica. Esto sería una disrupción total y no podría ser deshecho de forma inmediata una vez que se reabriera la frontera”.
El martes, el asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, dijo que Estados Unidos está preparando una estrategia para minimizar el impacto económico de un cierre de la frontera, incluyendo la posibilidad de mantener abiertos los carriles que transportan mercancía.
Amenaza a los automóviles
En 2018, la mayor parte de las importaciones de Estados Unidos fueron coches hechos en México y componentes que sumaron en conjunto 114,000 millones de dólares, según los datos del Departamento de Comercio. En tanto, sólo contabilizando el petróleo y productos derivados del carbón, Estados Unidos envió el equivalente a 70,000 millones de dólares.
Para Kristin Dziczek, vicepresidenta del Centro de Investigación del Sector Automotor, interrumpir estos intercambios empujaría a la economía estadounidense a una recesión.
“Nosotros pronosticamos que toda la producción se pararía en una semana”, indicó a la AFP, agregando que esto generaría despidos inmediatos. La experta explicó que en cuanto falta una parte, toda la producción se para.
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México provee un 70% del cableado eléctrico que se usa para transmitir electricidad en los automóviles fabricados en Estados Unidos y un 60% de los cinturones de seguridad, lo que implica que las plantas estadounidenses quedarían seriamente afectadas, explicó la experta.
“¿Quién va a comprar un coche sin cinturón de seguridad?” planteó, acotando que en Estados Unidos es ilegal vender vehículos incompletos.
Según Dziczek, nueve empleos derivados dependen de cada trabajo en la producción automotriz: entre el personal de marketing, los empleados que gestionan los envíos, pasando por los ingenieros y los contables.
Otra arista es que México es la mayor fuente de importaciones agrícolas de Estados Unidos con cerca de 2.7 millones de toneladas métricas de envíos hacia el norte que nutren al país de alimentos en los meses más fríos.
Pero los tomates, pepinos, pimientos, las berenjenas y ansiados aguacates no languidecen en bodegas, dijo Allison Moore, vicepresidenta de la Asociación de Productos Frescos de las Américas en Nogales, Arizona.
“No nos dedicamos al almacenaje”, explicó Moore a la AFP. “Vamos a ver una situación en la que nos quedaremos sin existencias en un máximo de dos días”, pronosticó.
Según una investigación de la Universidad de Arizona, que se encuentra al borde de un corredor agrícola muy fértil en territorio mexicano, en Estados Unidos hay 30,000 empleos que están vinculados a la importación de tomates.
“Cuando no haya trabajo en los almacenes, va a haber despidos”, dijo Moore.
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Un plan B
La Asociación Nacional de Importadores y Exportadores de la República Mexicana (ANIERM) adelantó de acuerdo con la agencia Notimex que existe un plan B en caso de que se realice el cierre fronterizo.
El nuevo presidente del organismo mexicano, Gerardo Tajonar Castro, explicó que las empresas utilizarán diferentes rutas terrestres y el transporte marítimo para mover sus mercancías.
Sobre la posibilidad de un incremento de costos por utilizar este último transporte, informó que “de momento no nos han dicho que hayan aumentado los costos para los puertos” y que lo más importante ahora es que haya alternativas de movilidad de productos.
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Con información de AFP y Notimex