El objetivo más simple de casi cualquier viaje que emprendas será el de divertirte.
Debería ser fácil; te alejarás del estrés del trabajo y de la rutina de la vida diaria para ir a un lugar maravilloso donde puedas simplemente relajarte y disfrutar.
Pero es posible que pases tanto tiempo planeando anticipadamente ese gozo que quizás te sientas agotado cuando llegues ahí.
Por fortuna, existen 10 reglas increíblemente sencillas que puedes seguir para divertirte, sin importar lo que te guste hacer, el tipo de persona que seas o en qué parte del mundo te encuentras.
- Recuerda dónde estás
El primer error, y con frecuencia el peor, que puedes cometer al viajar es buscar equivalentes de las partes que más te agradan de tu lugar de origen.
Sentarte en una cafetería que te recuerde el momento de descanso que tomas antes de ir a trabajar cada mañana también te recordará tu trabajo de todas las mañanas.
Las comodidades del hogar pueden ser increíblemente agradables, pero lo mejor de los viajes consiste en experimentar un nuevo lugar y todas las maravillosas diferencias que existen en él.
Por supuesto, hay una salvedad. Para las personas que sufren de ansiedad, agorafobia o cualquier otro padecimiento que les dificulte viajar, el solo hecho de estar en un lugar nuevo constituye un gran logro. Así que si necesitas la red de seguridad de esas comodidades hogareñas, desde luego que debes buscarlas.
Pero si te apoyas en ellas únicamente porque no tienes una mejor idea, haz, literalmente, cualquier otra cosa. Un buen comienzo es tratar de hacer exactamente lo opuesto de lo que harías si estuvieras en casa.
- Aprende tres fases
Es imposible aprender un idioma lo suficiente como para arreglártelas en un país mientras estás de vacaciones. Pero aprender algunas palabras o frases demostrará que respetas a ese país y que te has esforzado.
Aprende cómo decir “hola”, “gracias” y “lo siento, no hablo…” en el lenguaje idioma local. Puedes agregar algunas más si lo deseas; “adiós” y “por favor” son siempre buenas opciones. Pero el solo hecho de aprender esas tres frases, particularmente la última, te hará ganar más simpatía que simplemente hablar más fuerte en tu idioma materno.
- Mantente hidratado
Un consejo común (y muy importante) es mantenerte hidratado en los aviones, pero esto debe extenderse a todo tu viaje. Lleva contigo una botella de agua siempre que te sea posible, y siempre pide agua para acompañar tus alimentos.
Podría parecer ridículo, pero es sorprendente cuánta frustración, problemas y desastres completos pueden resolverse o evitarse con un simple vaso de agua. Asegúrate de que el agua del grifo sea potable antes de consumirla.
- Pregúntale a un habitante de la localidad
Nadie conoce mejor la ciudad que las personas que viven en ella, así que no temas pedirles ideas y consejos. Mientras lo hagas cortésmente, a la mayoría de las personas les alegrará ofrecerte sus recomendaciones, y éstas variarán dependiendo del vecindario en el que te encuentres y a quién le preguntes.
Tendrás una experiencia mucho más auténtica de un lugar si sigues las recomendaciones de los habitantes que las de los incontables turistas que han hecho reseñas del lugar.
Esto podría ser intimidante si eres una persona introvertida. Así que, si eres demasiado tímido para preguntarle a un extranjero, una buena forma de obtener recomendaciones locales es preguntar a las personas con las que terminas hablando naturalmente durante el día.
Es casi seguro que acabe charlando con todo tipo de personal de servicio, baristas y empleados de tiendas que tendrán sus propias versiones favoritas de casi cualquier cosa que quieras hacer.
- Sé flexible
Sin lugar a dudas, la flexibilidad es el elemento más importante para un viaje placentero. Si tus días están planeados hasta el último minuto, no tendrás espacio para la improvisación, la espontaneidad o los momentos en los que te perderás (o en los que deberías perderte).
Algunas de las mejores experiencias que podrás tener serán cosas que ni siquiera sabías que existían. Desviarte de la trillada recomendación de un habitante de la localidad, no encontrar la parada de tu autobús o dar una vuelta equivocada y decidir seguir caminando son cosas que te llevarán a lugares en los que no esperabas estar y que, con frecuencia, serán los mejores lugares que podrías visitar.
Aunque pequeñas, estas experiencias alimentarán tu sentido de la curiosidad y de la aventura en una forma que ninguna “lista de cosas por visitar” podrá hacer. Sentirás que está descubriendo cosas, en lugar de que éstas te sean presentadas en bandeja de plata, y estarás creando una ruta propia, en lugar de seguir la de todo el mundo.
- Ve hasta el final del camino
Solo hay tres cosas seguras en la vida: la muerte, los impuestos y los caminos que llevan a alguna parte. Esto es especialmente cierto en las partes alejadas del centro de las ciudades, en las montañas o en la costa, por ejemplo. Si ves un camino que parece no llevar a ninguna parte, es casi seguro que sí lleve a algún lado. Si incorporaste algo de flexibilidad programa y sientes curiosidad, camina o conduce por algunos de esos caminos.
Quizás no haya nada más que un punto para dar la vuelta y regresar, pero podría haber un lugar oculto para nadar, un camión de comida que los habitantes mantienen en secreto, o un maravilloso paisaje que pocas personas llegan a ver.
- Camina hasta que te pierdas
La mejor manera de descubrir un nuevo lugar es siempre a pie. Así que, si puedes hacerlo, camina tan frecuentemente como puedas. Verás, oirás, olerás e incluso sentirás cosas que, de otra manera, te habrías perdido, con el beneficio adicional de ahorrarte un poco de dinero y hacer un poco de ejercicio.
Lo mejor de caminar es que puedes desviarte como y cuando se te antoje. Puedes tomar la ruta larga, o desechar completamente dicha ruta, y puedes (y debes) reservar tiempo para caminar sin tener ningún plan o destino en mente.
Caminar hasta que te encuentres técnicamente “perdido” es una de las mejores cosas que puedes hacer en cualquier lugar. Y en tanto conozcas la dirección del lugar donde pasar la noche, nunca estarás demasiado perdido.
- Desactiva las notificaciones (y evita conectarte a la red inalámbrica)
Si no has desactivado las notificaciones de tu teléfono en la vida real, definitivamente tienes que hacerlo durante el tiempo en que estés de vacaciones.
No hay nada peor que un correo electrónico que te llega mientras te relajas en la playa, o el sonido de una notificación de Instagram cuando llegas a la cima de una montaña, mostrándote la foto de un conocido en la cima de una montaña aún más alta.
Así que desactiva tus notificaciones y limita el tiempo que pasas frente a la pantalla de tu teléfono. Podría parecer estúpido, pero una buena regla es mirar más el cielo que la pantalla de tu teléfono. Te sorprendería saber cuántas personas experimentan las cosas más maravillosas del mundo a través de su teléfono y no de sus propios ojos.
- Sé más egoísta
Las fotografías con la etiqueta de la ubicación, millones de blogs de viajes y el compañero de trabajo que, aparentemente, ha estado en todos los lugares de la Tierra y conoce todos los sitios que definitivamente tienes que ver, todo ello ha hecho que sea más fácil que nunca saber cómo debería ser la diversión en cualquier parte del mundo.
El problema es que, debido a todo esto, ahora es más fácil que acabes haciendo todo lo que deberías hacer, olvidándote completamente de hacer lo que realmente quieres hacer.
Los viajes son prácticamente las únicas ocasiones en tu vida en que puedes vivir días enteros a tu propio ritmo y siguiendo tus propios deseos. Lo mejor que puedes hacer con toda esa información es olvidarte completamente de los demás.
No tienes que comer en el sitio donde todo el mundo dice que deberías, no tienes que hacer yoga en la cima de una montaña ni tienes que beber agua de coco en la playa al atardecer, a menos, claro, que así lo desees.
- Confía en tu instinto
La frase más común que se pronuncia en los restaurantes del siglo XXI es “Nah, éste sólo tiene 4.1, y hay uno en la otra calle que tiene 4.6”. La Internet ha destruido completamente nuestra capacidad de confiar en nosotros mismos en relación con los viajes. Es fácil olvidarnos de lo buenos que son esos instintos, los cuales se han ido perfeccionando durante cientos de miles de años.
Si percibes un delicioso aroma a comida, es probable que dicha comida también sea deliciosa. Si ves una fila de personas esperando por algo, también es probable que la espera valga la pena. Si hay un tipo caminando por la acera y gritándole al oído a todos los que pasan, probablemente deberías cambiar de acera.
Parece casi ridículamente simple seguir tus instintos, pero la verdad es que es ridículamente simple. Esto se debe a que tus instintos siempre te conocerán mejor que cualquier bloguero de viajes o que cualquier opinión homogeneizada.
Sin importar cuántas reseñas y recomendaciones, consejos de viajes o artículos titulados “Cómo viajar a cualquier parte (sin perder la diversión)” puedas leer, tú serás la única persona que sabe cómo es para ti la diversión. Al viajar, deberías hacer, ver, comer y descubrir lo que tú quieras. Y la mejor forma de hacerlo siempre será confiar en ti mismo.
Lee Crutchley es artista, escritor y fanático de los viajes cuyo más reciente libro, “Get Lost: A Travel Guide for Anywhere” (Piérdete: Guía de viajes a cualquier parte) saldrá a la venta la semana próxima. Algunos de sus libros anteriores son “The Nocturnal Journal” (El diario nocturno) y “How to Be Happy (or at Least Less Sad)” (Cómo ser feliz y no perder la esperanza).
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek