Cuando estamos inconscientes, nuestro cerebro experimenta una ruptura en la comunicación. Ya sea que estés durmiendo, bajo el efecto de la anestesia o en un coma, la inconsciencia tiene su origen en cómo áreas diferentes del cerebro son incapaces de comunicarse entre sí. Este estado de inconsciencia ha sido explorado más ampliamente por investigadores de la Universidad de Michigan en tres estudios recientes.
El trabajo de los investigadores se basó en una teoría que el Dr. George Mashour, director del Centro de Ciencia de la Consciencia de dicha universidad, desarrollada durante su residencia en 2004. La teoría, conocida como “desvinculación cognitiva”, sugiere que la anestesia no apaga el cerebro, sino que corta la comunicación entre sus diferentes áreas. Esa ruptura en la comunicación resulta en lo que conocemos y experimentamos como inconsciencia.
Mashour comparó la ruptura en la comunicación con una orquesta sinfónica preparándose al principio de una actuación. Varios grupos de músicos tocan sus partes respectivas, pero como un todo, la música carece de cohesión y organización sin un director. En el cerebro, regiones o áreas diferentes no actúan como una unidad cuando la gente está inconsciente.
“Con el fin de tener una experiencia unificada y sin problemas que disfrutemos, necesita haber una coordinación y una integración de esos músicos diferentes”, dijo Mashour a Newsweek. Esa coordinación es como la orquesta uniéndose, creando, como dice él, la “música de la consciencia”.
Su teoría de la “desvinculación cognitiva” fue ejemplificada en tres estudios recientes. Un estudio analizó el cerebro durante la sedación, la anestesia quirúrgica y un estado vegetativo, y un segundo estudio investigó cómo medir la manera en que el cerebro capta la información. El tercero, llevado a cabo por Mashour en coautoría con Anthony Hudetz, director científico del Centro de Ciencia de la Consciencia, creó una imagen más completa de su trabajo.
Sus mediciones confirmaron la ruptura en la comunicación del cerebro que Mashour describió hace una década. La investigación mostró que, en las primeras etapas de la anestesia, cuando una persona se sume en un estado de inconsciencia, cada región del cerebro se comunica dentro de sus propios límites más fácilmente.
Pero eso cambia cuando la persona se sume más profundamente en la inconsciencia. En ese estado, ese tipo de comunicación más confinado también se viene abajo.
“Lo que vemos en la anestesia más profunda y con estados patológicos de inconsciencia es que [la] conversación local también se rompe”, comentó Mashour. Esta “fragmentación generalizada de la función cerebral”, señaló él, es el resultado de la inconsciencia.
Esta ruptura en la comunicación podría darles a los médicos una manera de medir la consciencia. Ello importa para los pacientes sometidos a anestesia, quienes a veces permanecen conscientes aun cuando no parezcan estarlo. La capacidad de medir la consciencia podría dar una manera de determinar si un paciente se halla en dicho estado de “consciencia operativa”.
Mashour también piensa que podría aplicarse este entendimiento a los pacientes en coma. Él teoriza que reconectar los patrones de comunicación del cerebro podría ayudar a restaurar la consciencia. “Ello sería la aplicación máxima de este tipo de trabajo”, dijo él.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation whit Newsweek