Los miembros de un pequeño grupo por los derechos de la mujer, Liverpool ReSisters, han declarado que “las mujeres no tienen pene”. Ellas parecen estar confiadas en este punto, yendo tan lejos como para pegar calcomanías afirmando esto en las áreas genitales de algunas de las estatuas que conforman la obra de arte Another Place (Otro Lugar) de Anthony Gormley en la playa Crosby cerca de Liverpool. Es una estratagema para llamar la atención. Pero ¿están en lo correcto? Bueno, depende de qué se quiera decir con “mujeres”.
Esa afirmación podrá sonar extraña. Podríamos pensar que es obvio lo que significa “mujer”. Y ello se debe en parte a que hay un mito sobre los hombres y las mujeres que ha sujetado firmemente a nuestra sociedad por mucho tiempo. Dice así:
Hay exactamente dos tipos de personas. Un tipo, los hombres, tienen un pene, testículos y cromosomas XY, y el otro tipo, las mujeres, tienen una vulva, útero, pechos y cromosomas XX. Todos son uno u otro. Hombres y mujeres tienen rasgos de personalidad diferentes que se derivan naturalmente de sus cuerpos diferentes, y por lo tanto son aptos para roles sociales diferentes.
En el último medio siglo más o menos, hemos aprendido que prácticamente nada de este mito es cierto.
Los cuerpos de la gente vienen en todo tipo de configuraciones que no encajan exactamente con esta división entre machos y hembras, y no hay un vínculo directo entre el cuerpo sexuado de una persona y sus rasgos de personalidad. El sistema de organización social basado en el sexo limita las opciones de la gente sin una buena razón. Asegura que los hombres en general tienen más poder, oportunidades y estatus en comparación con las mujeres.
Además de esto, muchas personas tienen una sensación subjetiva de sí mismas como hombres, mujeres, algún otro género, o ninguno, conocido como identidad de género. La identidad de género no está determinada por el tipo de cuerpo de una persona, su personalidad o rol social. Más bien, es una cuestión de cómo alguien se siente más cómodo navegando por nuestra sociedad con géneros. Las personas transgéneros cuya identidad de género es diferente de la manera en que son categorizados como machos o hembras al nacer con base en sus cuerpos.
Desmontar el mito
El mito de que hombres y mujeres tienen personalidades diferentes y son aptos para roles sociales diferentes hace parecer que solo sucediera una cosa —el sexo biológico— que tiene todo tipo de implicaciones naturales. Algunas feministas han sugerido que es mejor pensar más bien en que suceden dos cosas: el sexo biológico y también el género, el cual se puede pensar como los resultados sociales de tener un sexo biológico en una sociedad que está sujetada por el mito que acabo de describir.
Pero ya sea que pensemos en términos de una cosa (sexo) o dos cosas (sexo y género), esto es demasiado simple. El género/sexo en realidad es un grupo complejo y multifacético de cosas que se interrelacionan e interactúan en una miríada de maneras.
Para ver cómo se da esto, piensa en todas las maneras diferentes en que podríamos dividir a la gente con base en el género/sexo. Incluso si solo limitáramos nuestro enfoque en los cuerpos de las personas, tendríamos muchas opciones: ¿deberíamos enfocarnos en los cromosomas, o los genitales, o las características sexuales secundarias como los pechos y las barbas? Cada uno de estos nos daría resultados diferentes con respecto a lo que entra en cada categoría. Y cuando pasamos a ver el mundo social, se vuelve aún más lioso. Si nos enfocamos en las personas quienes son percibidas y tratadas como mujeres u hombres, tendremos resultados diferentes en contextos diferentes. Ver la identidad de género nos dará todavía más resultados, al igual que ver cómo encaja la gente en los estereotipos de los rasgos de personalidad por género (ser cariñoso, por ejemplo) y en cómo es clasificada legalmente la gente.
¿Qué debemos decir?
Ahora bien, si el género/sexo fuese una sola cosa, entonces habría una sola y definitiva respuesta a la pregunta “¿las mujeres pueden tener penes?” Sin embargo, como hemos visto, tiene mucho más sentido pensar que el género/sexo no es una sola cosa, sino más bien muchas cosas diferentes pero relacionadas. Y ello significa que no podemos responder la pregunta hasta que sepamos cuál aspecto del sexo/género estamos tratando de elegir con la palabra “mujer”.
Más importante aún, también necesitamos preguntar qué aspecto del sexo/género deberíamos tratar de elegir, dado lo que queramos lograr y las circunstancias en que estemos. Por ejemplo, para ciertos propósitos médicos —digamos, las pruebas para diferentes tipos de cánceres—, sería de lo más útil dividir a la gente con base en sus órganos reproductivos internos. Para el propósito de rastrear ciertos tipos de discriminación —por ejemplo, candidatas a un empleo que no son contratadas porque quienes hacen la contratación piensan que pronto podrían embarazarse y tener licencia por maternidad—, tiene sentido enfocarse en cómo son percibidos los cuerpos de las personas por aquellos a su alrededor. Y si quisiéramos dividir a la gente en quienes pueden cuidar bien de una persona y quienes no pueden, entonces ningún aspecto del género/sexo nos ayudaría a hacer esto, porque las habilidades necesarias para cuidar de alguien no tienen nada que ver con el género/sexo.
Por qué importa justo ahora
Al momento, el gobierno del Reino Unido está consultando con respecto a si debería hacer cambios a la Ley de Reconocimiento de Género de 2004, la legislación que actualmente les da a las personas transgénero la capacidad de cambiar su género legal, incluido el género en su certificado de nacimiento. Dada la oportunidad de su protesta, es razonable asumir que cuando las Liverpool ReSisters dicen que “las mujeres no tienen penes”, se refieren a cómo debería decidirse el género legal de las personas.
Sin embargo, hay buenas razones para pensar que lo que importa para el género legal en realidad es la identidad de género. Esto se debe a que la función de los marcadores del género legal es permitirles a las personas moverse a través de la sociedad de género de ciertas maneras, y la identidad de género es una cuestión de cómo se siente más cómodo alguien al navegar por la sociedad de género. Las personas transgénero quienes son obligadas a moverse en una sociedad de una manera que fundamentalmente va en contra de su identidad de género reportan que ésta es una experiencia estresante y perjudicial, y hay muy buenas razones para creer que estos reportes son veraces. Considerar seriamente estos perjuicios, a mi parecer, significa que el reconocimiento que haga el estado del género de las personas debería tomar en cuenta la identidad de género.
Si esto es correcto, ¿qué implica ello para la afirmación de las Liverpool ReSisters de que “las mujeres no tienen penes”? bueno, dado que la identidad de género no está determinada por qué tipo de genitales tiene alguien, una persona con una identidad de género femenina bien podría tener un pene. En otras palabras, sí, algunas mujeres sí tienen penes.
Katharine Jenkins es profesora adjunta de filosofía en la Universidad de Nottingham.
—
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek