WikiLeaks anunció la semana pasada un gran vaciado de datos:
500 000 cables diplomáticos del Departamento de estado de EE UU de 1978.
Llamados como los “Cables de Carter II”, los nuevos documentos siguen las
“interacciones [de EE UU] con, y observaciones sobre, todo país” de ese año, y
son parte de la Biblioteca Pública de Diplomacia de EE UU en línea de
WikiLeaks, según el fundador del sitio Julian Assange.
¿Por qué 1978, de todos los años? El sitio soplón lo ha
considerado como un año crítico en geopolítica, citando el comienzo de la
Revolución Iraní, los acuerdos del Presidente Jimmy Carter relacionados con la
bomba de neutrones y la invasión vietnamita a Camboya.
Ésta no es la primera vez que un año en particular ha sido
considerado como uno que define “el orden mundial presente”. Ya sea 1066 o
1966, críticos, periodistas y académicos por igual han discutido desde hace
mucho sobre los méritos de ciertos años como los definitivamente más
importantes de la historia, citando cambios políticos, sociales y culturales
específicos que continúan repercutiendo en y dando forma a nuestra cultura de
hoy día.
Pero ¿exactamente qué marca a un año como modificador del
mundo? ¿El valor de un año en la historia se mide en la magnitud de sus
revoluciones, los asesinatos y nacimientos casuales que luego alterarán el
curso de la historia? ¿Qué es considerado como “más importante”: los
desarrollos de las civilizaciones, los autos, las monedas? ¿Hay siquiera un año
que haya iniciado “la modernidad” como la conocemos?
En los libros de texto de historia, 1066 a menudo es citado
como uno de los años más significativos, si no es que el más significativo, del
mundo angloparlante: incluyó la muerte de Eduardo el Confesor, la Batalla de
Hastings y la invasión normanda de Guillermo el Conquistador a Inglaterra que
no sólo terminó el reinado anglosajón en dicha nación, sino que finalmente dio
origen al idioma que ahora habla y dio forma al clima político europeo en los
años por venir.
Pero una obra de Charles C. Mann, Una nueva historia de las Américas antes de Colón, argumenta que
1491 quizás fue el más crucial de nuestros años, ya que Cristóbal Colón
llegaría a las Américas y alteraría radicalmente las vidas y prácticas de los
pueblos indígenas precolombinos apenas un año después, cambiando a su vez la
historia de la colonización y la conquista.
Luego está la cuestión de los cambios políticos
revolucionarios. En 1789, la Revolución Francesa sacudió a Europa, y culminaría
con el ascenso de Napoleón Bonaparte varios años después. En Estados Unidos, el
colegio electoral seleccionó a George Washington y John Adams como los primeros
presidente y vicepresidente respectivamente de la joven nación.
Pero para mucha gente los años más cruciales en la historia
humana son los de destrucción, desde la Guerra Civil de EE UU y su
Reconstrucción en 1865 hasta 1945, el cual vio las bombas atómicas sobre
Hiroshima y Nagasaki, así como el final de la Segunda Guerra Mundial. Esta
última sin duda dejó heridas de las que el mundo todavía está recuperándose, y
tecnologías e innovaciones militares que cambiarían por completo los combates.
La década de posguerra de 1950 fue una época de crecimiento
industrial, y la de 1960 cultivó una reacción contracultural contra esa noción
que se sigue iterando de muchas maneras, desde la moda hasta el idioma. Más de
un libro se ha escrito sobre la importancia de 1968, el año de dos importantes
asesinatos políticos (Martin Luther King Jr. y Bobby Kennedy) y cuando el
surgimiento del movimiento antibélico, el ascenso del Poder Negro, la segunda
oleada del feminismo y la Ofensiva del Tet llenaban los titulares.
El año siguiente, 1969, también ha sido considerado como
crucial: desde la jura de Nixon hasta el Festival de Música y Artes de
Woodstock y el desastroso Festival de Altamont posteriormente ese año y los
horrendos asesinatos de Tate-La Bianca que conmocionaron a California, y luego
al mundo.
The Independent argumenta a favor de
1973, el año en que murió Mao Zedong, estalló la Guerra de Yom Kippur y
Watergate alcanzó un punto crítico. Newsweek
en el pasado dijo que 1979 fue un año que “en verdad cambió al mundo”, citando
rupturas en política exterior.
La relevancia de 1991 también es innegable: después de todo,
éste fue el año que vio la caída histórica de la URSS. La desarticulación de la
Unión Soviética dictó las relaciones internacionales en los años por venir,
pero sus sombras se siguen viendo en medio de la tensión entre Rusia y su vecina
Ucrania, y entre Rusia y Estados Unidos.
Mientras tanto, W. Joseph Campbell argumenta en su obra 1995: The Year the Future Began que los
eventos de ese año —en particular el escándalo sexual Clinton-Lewinsky, así
como el juicio de O.J. Simpson— son lo que definieron a EE UU como lo
conocemos.
Por supuesto, también está 2001. Marcado por la tragedia del
11/9, este año inició la desordenada “Guerra contra el Terrorismo” concebida
para detenerlo, pero que ha dado paso a un montón de alianzas y rupturas geopolíticas.
Lo cual nos trae a 2015, una época en la que robots empiezan
a escribir nuestras noticias, se usan drones
en los ataques y para desfigurar propiedades públicas y el cambio climático
está provocando consecuencias aterradoras.
A menudo, una serie de eventos sucede en un solo año por mero
azar, lo cual sugiere que nosotros los mortales tenemos un indicio de control
sobre la teoría del caos que es la vida humana. No es así. La gente vive y
muere, las tragedias ocurren inexplicablemente y la humanidad halla maneras de
resistir las tribulaciones y los triunfos por igual al paso de los años.