Desde 1970, en Estados Unidos, la ibogaína, un alcaloide con efectos alucinógenos, ha sido designado como una droga de la Lista I, lo que impide su uso dentro de ese país; sin embargo, en países como Canadá y México se practican tratamientos legales. Un grupo de veteranos de guerra que se sometió a medicación con ibogaína en México experimentó alivio de síntomas como la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático.
“Un puñado de veteranos de guerra acudieron a una clínica en México e informaron que tuvieron grandes mejoras en todo tipo de áreas de sus vidas después de tomar ibogaína”, explicó el doctor Nolan Williams, autor del estudio sobre la eficacia de la ibogaína en pacientes con estrés postraumático, depresión y ansiedad tras la guerra.
“Nuestro objetivo era caracterizar esas mejoras mencionadas por los veteranos con evaluaciones clínicas y neurobiológicas estructuradas”, añadió Williams. Él y sus colegas de la Universidad de Stanford, en asociación con VETS, Inc., una fundación que ayuda a facilitar las terapias asistidas por psicodélicas para los veteranos, analizó 30 casos.
EL TRATAMIENTO CON IBOGAÍNA APLICADO EN MÉXICO
“Se estudió las situaciones de 30 veteranos de operaciones especiales con antecedentes de TBI (traumatismo cerebral) y exposiciones repetidas a la explosión, casi todos experimentaban síntomas psiquiátricos clínicamente graves y discapacidades funcionales”, indica el experto. Estos hombres programaron y asistieron de forma independiente a una clínica de México donde se les practicó un tratamiento con magnesio e ibogaína.
Antes del tratamiento, los investigadores midieron los niveles de trastorno de estrés postraumático, ansiedad, depresión y funcionamiento de los participantes basándose en una combinación de cuestionarios autoinformados y evaluaciones administradas por el médico.
Luego, los participantes viajaron a una clínica en México dirigida por Ambio Life Sciences, donde bajo supervisión médica recibieron ibogaína oral junto con magnesio para ayudar a prevenir las complicaciones cardíacas que se han asociado con la ibogaína.
Tras el tratamiento, los veteranos regresaron a Stanford para recibir evaluaciones posteriores. “Estos hombres eran individuos increíblemente inteligentes y de alto rendimiento que experimentaron una discapacidad funcional que alteró la vida por TBI durante su tiempo en combate”, dijo Williams. “Todos estaban dispuestos a probar casi cualquier cosa que pensaran que podría ayudarles a recuperar sus vidas”.
LAS MEJORAS SON SIGNIFICATIVAS
Al comienzo del estudio, los participantes experimentaron niveles clínicamente significativos de discapacidad medidos por la Escala de Evaluación de la Discapacidad de la Organización Mundial de la Salud 2.0, que evalúa la discapacidad en seis dominios funcionales, que incluyen la cognición, la movilidad, el autocuidado, el llevarse bien, las actividades de la vida y la participación de la comunidad.
Además, 23 cumplían con los criterios para el trastorno de estrés postraumático, 14 para un trastorno de ansiedad y 15 para el trastorno por consumo de alcohol. En sus vidas, 19 participantes habían sido suicidas y siete habían intentado suicidarse.
“En promedio, el tratamiento con ibogaína condujo inmediatamente a mejoras significativas en el funcionamiento, el trastorno de estrés postraumático, la depresión y la ansiedad. Además, esos efectos persistieron hasta al menos un mes después del tratamiento, el punto final del estudio”, explicó el experto.
Antes del tratamiento, los veteranos tenían una calificación promedio de discapacidad de 30,2 en la escala de evaluación de la discapacidad, equivalente a una discapacidad de leve a moderada. Un mes después del tratamiento, esa calificación mejoró a 5,1, lo que indica que no hay discapacidad.
Del mismo modo, un mes después del tratamiento, los participantes experimentaron reducciones promedio del 88 por ciento en los síntomas del trastorno de estrés postraumático. Los síntomas de depresión bajaron en un 87 por ciento, y la ansiedad disminuyó en un 81 por ciento con relación a la forma en que se encontraban antes del tratamiento con ibogaína.
DESPUÉS DE LA IBOGAÍNA APLICADA EN MÉXICO, “LA TORMENTA CESÓ”
Las pruebas cognitivas formales también revelaron mejoras en la concentración, el procesamiento de la información, la memoria y la impulsividad de los participantes. “No estaba dispuesto a admitir que estaba lidiando con ningún desafío de TBI. Solo pensé que había sonado mi campana un par de veces, hasta el día en que olvidé el nombre de mi esposa”, dijo Craig, un participante de estudio de 52 años de Colorado que sirvió 27 años en los Estados Unidos.
Añadió: “Desde [el tratamiento con ibogaína], mi función cognitiva se ha restaurado por completo. Esto ha resultado en un avance en el trabajo y ha mejorado enormemente mi capacidad para hablar con mis hijos y mi esposa”.
“Antes del tratamiento, vivía la vida en una ventisca con cero visibilidad y una sensación de frío, sin esperanza”, dijo Sean, un veterano de 51 años de Arizona con seis despliegues de combate que participó en el estudio y dice que la ibogaína le salvó la vida. “Después de la ibogaína, la tormenta cesó”.
Para los veteranos militares, muchas de las heridas más profundas de la guerra son invisibles: las lesiones cerebrales traumáticas resultantes de un trauma en la cabeza o explosiones son una de las principales causas de trastorno de estrés postraumático, ansiedad, depresión y suicidio. Pocos tratamientos han sido efectivos para disminuir los efectos a largo plazo de TBI.
SIN EFECTOS SECUNDARIOS GRAVES
“Es importante destacar que no hubo efectos secundarios graves de la ibogaína ni casos de problemas cardíacos que ocasionalmente se hayan relacionado con la ibogaína. Durante el tratamiento, los veteranos solo informaron de síntomas típicos como dolores de cabeza y náuseas”, señala el estudio.
Los investigadores de Stanford que analizaron este fármaco psicoactivo a base de plantas publicaron este mes los resultados de su estudio en la revista científica Nature Medicine, e incluye los datos detallados sobre los 30 veteranos de las fuerzas especiales de Estados Unidos que se sometieron al tratamiento.
El equipo considera que los efectos de la ibogaína en TBI también sugieren que tiene un potencial terapéutico más amplio para otras afecciones neuropsiquiátricas. “Además de tratar TBI, creo que esto puede surgir como un medicamento de neurorehabilitación más amplio”, dijo Williams.
“Creo que se dirige a una gran cantidad de áreas cerebrales diferentes y puede ayudarnos a entender mejor cómo tratar otras formas de trastorno de estrés postraumático, ansiedad y depresión que no están necesariamente relacionadas con TBI”, concluyó. N