Los prejuicios que tanto sociedad como personal médico reproducen respecto al virus del papiloma humano (VPH) crean sentimientos de culpa y vergüenza entre las mujeres que lo padecen. Cuando las mujeres con papiloma se enfrentan a juicios sobre su sexualidad padecen efectos negativos en sus relaciones de pareja y sobre su autoestima y se crean ansiedad por un miedo a desarrollar cáncer.
La Dra. Yoalli Palma Orozco, ginecóloga y obstetra con especialidad en medicina maternofetal por el Instituto Nacional de Perinatología, describió en un artículo para el sitio Volcánicas cómo las pacientes son regañadas por el personal médico por contraer el VPH.
La doctora relata que una de sus pacientes le contó que “un doctor la revisó y le dijo que tenía VPH, que le iba a dar cáncer, que eso le pasaba por tener vida sexual tan chica’ y otra serie de mentiras [narró la paciente] entre lágrimas, miedo, culpa y dolor”.
En ese mismo artículo, la doctora apunta: “El verdadero problema del VPH no es su capacidad de causar cáncer. Es la vulnerabilidad que provoca en las mujeres”.
La infección crónica y persistente del papiloma causa cambios anormales en las células del cuello uterino, lo cual es una señal de precáncer. Efectivamente esta persistencia puede llegar a provocar cáncer, pero en un lapso entre 15 y 20 años. Por ello, es esencial el chequeo ginecológico anual para detectar a tiempo este proceso y evitar su transformación en un mal mayor.
Comentarios como que el VPH es causado por promiscuidad sexual oscurecen la verdadera realidad de este virus, el cual provoca una de las más frecuentes enfermedades por transmisión sexual.
De acuerdo, con la OMS, el 80 por ciento de la población mundial, tanto hombres como mujeres, contraerán VPH en algún momento de su vida.
¿VACUNACIÓN OPORTUNA?
Palma Orozco cuenta en entrevista con Newsweek en Español que el papiloma es un virus de transmisión muy común. “Más que decir cómo se puede prevenir el VPH, tenemos que cambiar el chip para pensar cómo se pueden prevenir los distintos tipos de cáncer cervicouterino. Si no hacemos esto generamos la creencia de que se puede prevenir el virus y, la verdad, eso es muy difícil. Lo que tenemos que promover entre todos es la vacunación oportuna”.
La vacuna contra el VPH está incluida en los esquemas de vacunación para niñas y niños de entre nueve y 11 años de edad. Estas vacunas protegen contra las cepas 16 y 18 del virus, que son las que causan el mayor porcentaje de cáncer.
También protegen contra otros cinco tipos de VPH que causan cáncer (31, 33, 45, 52 y 58). La vacunación contra estos siete tipos virales se estima que reduce en un 90 por ciento la incidencia de cáncer cervical.
La duración de la protección es prolongada, al menos durante 20 años. De acuerdo con Xavier Bosch, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya, no se ha detectado pérdida de anticuerpos ni aparición de nuevas infecciones o lesiones en personas vacunadas.
La previsión es que la vacunación induce una protección suficiente a lo largo de la vida, sin necesidad de dosis de refuerzo o revacunaciones.
DESIGUALDAD Y LOS PREJUICIOS
Además, la vacunación protege contra otro tipo de afectaciones, como los tumores de vulva, vagina, canal anal o cavidad oral. Estos tumores son menos frecuentes y típicamente aparecen a edades más avanzadas que los tumores del cérvix.
Desde la adolescencia, es imprescindible que las mujeres se realicen un chequeo ginecológico anual y el papanicolau correspondiente para detectar la aparición de VPH y evitar el cáncer de cuello uterino.
Según información de Médicos Sin Fronteras, publicada en marzo de 2020, alrededor de 300,000 mujeres murieron a causa del cáncer cervicouterino en 2018. Más del 85 por ciento de ellas vivían en países de ingresos bajos y medios.
Sobre esta información, Bosch indica que, en la región de América Latina y el Caribe, alrededor de 30 por ciento de las mujeres tendrán VPH. Mientras, en Europa serán entre el 8 y 10 por ciento.
Estos datos indican que la desigualdad de ingresos y acceso a servicios de salud evitan la prevención del VPH y del cáncer de cuello uterino. Además, dificulta el acceso a servicios de alto nivel para la atención adecuada de este cáncer.
LOS PREJUICIOS, LO MÁS DIFÍCIL DE TRATAR
Los prejuicios de género también afectan a las mujeres para que busquen atención oportuna. Debido a que esta infección se relaciona con actividad sexual, muchas veces la vergüenza provoca que las mujeres no busquen servicios de prevención.
También, el personal médico puede contribuir a ahondar este sentimiento al hacer cometarios, regañar y juzgar la actividad sexual de las mujeres.
“Los prejuicios son los más difíciles de tratar en el área del VPH porque se asocia mucho con la culpa y con la idea de que es pecado de la mujer por vivir libremente su sexualidad“, indica la Dra. Palma Orozco. “Hay una falsa creencia de que solo las mujeres que tienen muchas parejas sexuales adquieren esta infección”.
De acuerdo con la experta, el personal de salud puede profundizar los sentimientos de vergüenza de las mujeres al establecer el papiloma como resultado de una sexualidad irresponsable o promiscua, causando sentimientos de “suciedad” en las mujeres.
“En la cultura se ha generado esa creencia de que debemos de tener pocas parejas sexuales para evitar infecciones. Pero la realidad es que toda persona que tenga parejas sexuales puede adquirir una infección de transmisión sexual.
RECHAZAR LOS SENTIMIENTOS DE CULPA
“La única manera de evitarlo completamente sería la abstinencia, lo cual es casi imposible. Por eso debemos abocarnos a procurar una detección oportuna”, insiste la especialista.
Rechazar ese sentimiento de culpa por contraer el VPH es un paso fundamental para atender y evitar su desarrollo en cáncer, según la ginecoobstetra.
“Se necesita de una política pública que favorezca la información y normalice la infección por papiloma. Es decir, tener una mejor capacidad de educación sexual, que quite el miedo para así generar conciencia”, exhorta.
Palma Orozco también puntualiza que las vacunas, si bien son un arma de protección fundamental, no cubren todas las cepas de VPH. Por esta razón se debe acudir a la cita anual con los especialistas.
“Más que prohibir y hacer una cultura punitiva sobre las relaciones sexuales, normalicemos que, así como nos lavamos recurrentemente los dientes, debemos ir a revisiones y hacernos la citología anual”, concluye la ginecóloga. N