
El día de ayer, el presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro “Alito” Moreno, y el presidente del senado, Gerardo Fernández Noroña, protagonizaron un tenso conflicto que escaló de los gritos a los empujones y, finalmente, a los golpes.
En una democracia civilizada, lo menos que se espera es un espectáculo público adornado de puñetazos e insultos. Este enfrentamiento físico trascendió la Cámara de Senadores para convertirse en un tema central de la agenda nacional e internacional.
El incidente ocurrió al término de la última sesión permanente, justo al final del himno nacional. “Alito” Moreno se acercó a Noroña, reclamándole airadamente por no haberle cedido la palabra.
La situación en el Senado ya estaba tensa debido a las recientes declaraciones de la senadora panista Lilly Téllez. Días antes, en una entrevista con el medio estadounidense Fox News, Téllez denunció la grave inseguridad en México, asegurando que la administración actual está coludida con el crimen organizado. Estas aseveraciones son particularmente delicadas, ya que el presidente Donald Trump, junto con medios conservadores, ha buscado legitimar la idea de una intervención militar en el país. Téllez incluso solicitó apoyo al gobierno de Estados Unidos, una iniciativa que el gobierno mexicano ha rechazado en reiteradas ocasiones.
Apenas cinco días antes, la presidenta Claudia Sheinbaum enfátizó que una intervención extranjera no era una opción, luego de que el director de la DEA, en el mismo medio al que acudió Téllez, no descartara la idea de tomar acciones directas en territorio mexicano.
“México es un país libre, independiente y soberano y ningún gobierno extranjero se atrevería a violar nuestra soberanía. Eso no va a ocurrir. Y como dije, ante cualquier intento tenemos el himno nacional: un soldado en cada hijo te dio”, declaró Sheinbaum a la prensa.
Parece que ambos políticos malinterpretaron el mensaje de la presidenta, porque al unísono del himno nacional, “Alito” Moreno comenzó a forcejear y empujar a Fernández Noroña. Su reclamo era que lo dejara hablar para defender a su aliada panista. “Morenarcos” y “vendepatrias” fueron algunos de los insultos que se lanzaron en el pleno, sirviendo como antesala a los golpes que hoy acaparan las noticias internacionales.
Los números no mienten: la oposición no había tenido tanta notoriedad desde que alguna vez estuvo en el poder. Desde comentarios que apoyan la versión de “Alito” como un “guerrero”, hasta aquellos que defienden a Noroña de lo que consideran un “acto de barbarie”, las redes sociales y las mesas de debate analizan una pelea que expone el diálogo fracturado que existe en el país.
Por parte de los “afectados”, Alito Moreno declaró más tarde que él no se iba a dejar y que si a Noroña no lo “educaron, él lo iba a hacer”, manteniendo así una actitud de confrontación que solo se ve en los ámbitos menos civilizados de una sociedad. Por otro lado, Noroña aprovechó la situación, declarando que buscaría el desafuero del priista, mientras estaba acompañado por otros políticos.
El incidente ha puesto de manifiesto la polarización y la falta de respeto que a menudo dominan el discurso político en México. El video de la confrontación se ha vuelto viral, y las reacciones muestran la división profunda entre los ciudadanos. N
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