
ESTE 1 DE SEPTIEMBRE MÉXICO VIVE UN NUEVO CAPÍTULO: entró en funciones la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), conformada tras la reforma judicial y las primeras elecciones ciudadanas de juezas, jueces, ministras y ministros. Aunque solo 13 por ciento del electorado acudió a las urnas, quienes obtuvieron los votos tendrán en sus manos decisiones que marcarán el futuro de más de 130 millones de personas.
Sus resoluciones definirán si el país avanza o retrocede en derechos fundamentales. Y aquí es imposible olvidar a quienes más han cargado con la deuda de la justicia: las mujeres, las personas gestantes, la comunidad LGBT+ y otros grupos históricamente vulnerados. Esta nueva SCJN trabajará junto con 881 juezas y jueces federales y 1,800 magistradas y magistrados estatales, todos electos por voto ciudadano por primera vez en la historia.
En medio de esta coyuntura, desde Mujeres Vivas, Mujeres Libres, recordamos algo clave: la Suprema Corte ha jugado un papel fundamental en consolidar avances en derechos humanos que por años exigieron los movimientos sociales en México, como la despenalización del aborto, el reconocimiento de la violencia de género como problema estructural, el matrimonio igualitario y el reconocimiento de identidad de género de las personas trans. Hoy, con una Corte renovada, tenemos una oportunidad enorme y también importantes retos.
Sin embargo, los avances no han borrado las deudas pendientes. A la par de sentencias históricas, también persisten fallos que muestran el lado más sombrío de la justicia: resoluciones que estigmatizan, culpabilizan y refuerzan los estereotipos que han frenado la autonomía de las mujeres. Durante décadas, los tribunales han invisibilizado nuestra realidad. Las sentencias siguen cargadas de estereotipos que vulneran los derechos reproductivos de las mujeres y personas gestantes. Jueces que dicen que una mujer abortó “porque era madre soltera y no quería más hijos”, o resoluciones que ordenan a mujeres “tomar terapia para adecuarse al rol de madre tradicional mexicana.”
Estos ejemplos no son anécdotas, son la prueba de cómo la justicia culpabiliza a las mujeres y personas gestantes por ejercer su autonomía sexual y reproductiva, mientras continúa dictando resoluciones basadas en prejuicios y no en derechos. Por eso, necesitamos sentencias que reflejen la vida real de las mujeres en México y no sean decisiones desconectadas del país que habitamos.
“Necesitamos una Corte que escuche a las mujeres. Hoy, la SCJN tiene en sus manos la oportunidad histórica de asegurar un aborto legal, seguro y accesible en todo el país.” enfatiza Lizeth Mejorada, vocera de Vivas y Libres.
Sí, la SCJN ha sido aliada en momentos clave. En 2021 declaró inconstitucional criminalizar el aborto, y ese fallo abrió la puerta a cambios históricos. Gracias a esa resolución, hoy 24 estados han reformado sus leyes para despenalizar el aborto dentro de ciertos plazos de gestación. En 2023, además, la Corte ordenó sacar el delito de aborto del Código Penal Federal; un paso decisivo para dejar claro que decidir no puede tratarse como un crimen.
Pero el camino no está completo. El aborto sigue tipificado como delito en el Código Penal Federal. Ocho estados aún no han despenalizado el aborto. En Aguascalientes sigue pendiente la resolución sobre la reducción del plazo de 12 a 6 semanas, actualmente impugnada en la Corte por inconstitucional. Estos pendientes nos recuerdan que no podemos cruzarnos de brazos.
Y lo cierto es que, a partir de la reforma judicial, no podemos ignorar los riesgos. Ahora que juezas y jueces deben su cargo al voto popular, ¿qué pasará en estados conservadores? Podrían llegar perfiles abiertamente antiderechos que bloqueen litigios y amparos, frenenando la posibilidad de que el aborto sea reconocido como un derecho en todo el país.
Son procesos clave para que el derecho a decidir sea una realidad en todo México. Pero con la reforma judicial, estos avances están en riesgo: cada cambio de juezas y jueces significa empezar de cero, volver a estudiar los casos y retrasar las resoluciones. En pocas palabras: lo que hoy abre camino hacia la libertad de decidir, mañana podría estancarse… o incluso caerse.
No es un miedo exagerado. En Estados Unidos, el derecho al aborto parecía intocable, hasta que en 2022 la Suprema Corte echó abajo Roe vs. Wade. Aquí también podría pasar si no defendemos lo conquistado.
Angie Contreras, portavoz de Vivas y Libres, comenta: “Defender el derecho a decidir es defender la vida y la libertad de millones de niñas, mujeres y personas gestantes. Lo que conquistamos en la en el pasado en la SCJN no puede retroceder: ningún embarazo forzado, ninguna niña obligada a casarse.”
Queremos una Corte que entienda que ya no hay tiempo: justicia con nosotras o no es justicia. Una Corte que reconozca el aborto como un tema de salud, y de libertad. La SCJN no es algo lejano: nuestro presente y nuestro futuro también se deciden ahí.
No pedimos favores, exigimos derechos. Solo cuando la justicia deje de ser ciega a la vida de niñas y mujeres podremos decir que en México todas somos, de verdad. ¡Vivas y Libres! N
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Mujeres Vivas, Mujeres Libres es una iniciativa que defiende el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia y que alza la voz por el derecho a decidir su propio camino. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de las autoras.