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Alianza bajo la lluvia

Publicado el 15 de septiembre, 2025
Alianza bajo la lluvia
Una niña salta sobre costales de arena instalados por vecinos de San Pedro Cholula en Ocoyoacac que llevan casi 20 días inundados, al menos 4 calles son las más afectadas. (CUARTOSCURO)

EN EL ENTORNO URBANO, CADA TEMPORADA DE LLUVIAS SE CONVIERTE EN UN EXAMEN COLECTIVO.
No solo se evalúa la resistencia de las infraestructuras, también los hábitos cívicos y, de manera decisiva, la capacidad institucional para atender emergencias.

Las tormentas son más que un fenómeno natural: son un espejo del grado de preparación de las ciudades y el compromiso de sus gobiernos.

Este año, el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) de la Ciudad de México, a través del 9-1-1, ha recibido más de 27 mil 500 reportes relacionados con lluvias y fenómenos meteorológicos, desde inmuebles afectados, caída de árboles o ramas, cables desprendidos hasta encharcamientos e inundaciones.

MODELO DE RESPUESTA DE LA CDMX

La CDMX ha desarrollado un modelo de respuesta que combina tecnología, coordinación interinstitucional y proximidad territorial. El 9-1-1, junto con la Línea del Agua H2O *426, son la puerta de entrada al “Plan Tlaloque”, diseñado bajo la conducción de la Jefa de Gobierno Clara Brugada.

Este operativo articula a las Secretarías de Gestión Integral del Agua, Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, Seguridad Ciudadana, Bomberos, entre otras dependencias. La premisa es: ninguna institución por sí sola puede contener los efectos de la lluvia, pero todas, coordinadas, transforman el riesgo en control y la emergencia en oportunidad de mejora.

EL PAPEL DE LA CIUDADANÍA

Esa capacidad institucional requiere acompañamiento ciudadano. Cada bolsa de basura arrojada a una coladera obstruida anuncia un encharcamiento; cada desagüe bloqueado se convierte en la antesala de una inundación. La basura es, en este sentido, un algoritmo de la omisión.

La resiliencia de la ciudad no depende únicamente de grandes obras hidráulicas, sino de acciones mínimas y cotidianas como separar residuos, revisar canaletas, barrer frentes de vivienda o evitar depositar bolsas con desechos animales en el drenaje.

En tiempos donde el cambio climático intensifica los patrones de lluvia y multiplica los eventos extremos, la seguridad urbana se construye con decisiones tan visibles como el despliegue de bomberos y tan invisibles como la disciplina cívica de no obstruir una coladera.

UNA ALIANZA NECESARIA

La capital del país se enfrenta al reto de consolidar esa arquitectura social: un tejido de corresponsabilidad que complemente la acción institucional. La capacidad para enfrentar lluvias intensas implica reconocer que el verdadero blindaje no está solo en las obras, sino en la alianza entre gobierno y ciudadanía.

Una alianza que convierte a la emergencia en oportunidad para reforzar la gobernanza urbana y la cultura cívica. N

@guerrerochipres

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