Según fuentes oficiales, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha seguido el ejemplo de Donald Trump extendiendo una invitación al líder norcoreano, Kim Jong Un, para una reunión en fecha hasta ahora indeterminada.
El lunes 28 de enero, el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Igor Morgulov, informó a la prensa que la entrevista de Putin y Kim estaba “en la agenda”. Por lo pronto, se espera que, en algún momento de febrero, Trump y Kim lleven a cabo una segunda cumbre en Vietnam.
En junio de 2018, la primera cumbre estadounidense-norcoreana se celebró con grandes fanfarrias en Singapur, pero concluyó sin que se precisaran los pasos que Corea del Norte habría de seguir para llegar a la desnuclearización. En aquella oportunidad, diversos analistas hicieron notar que Pyongyang y Washington tenían visiones muy distintas de cómo debía proceder la desnuclearización de la Península Coreana.
La presidencia Trump ha fracasado en sus esfuerzos para convencer a Corea del Norte de que permita el acceso a los inspectores internacionales y empiece a desmantelar su arsenal de armas nucleares y misiles balísticos. Por su parte, Corea del Norte insiste en que Estados Unidos levante las sanciones en su contra y declare el fin de la guerra entre las dos Coreas, la cual ha persistido desde 1953.
Hace poco, la agencia noticiosa oficial del Estado norcoreano anunció que el país no renunciará a sus armas nucleares a menos que Estados Unidos retire su “amenaza nuclear”. Esa declaración fue interpretada como una referencia a los cerca de 28,000 efectivos estadounidenses que se encuentran destacados en la vecina Corea del Sur, y que tanto el Ejército de Estados Unidos como los líderes surcoreanos desean mantener en la península.
No se ha dado a conocer plan alguno para resolver este trance, por lo que muchos expertos sospechan que la presidencia Trump pretende prolongar el impasse con otra cumbre de alto nivel, ignorando a los críticos que argumentan que semejantes reuniones no conducen a adelantos significativos.
“Por lo que sé, [Trump] nunca se preparó con seriedad para el encuentro de junio en Singapur. Por el contrario, parecía que su única finalidad era celebrar la cumbre y generar una atención mediática sin precedentes”, comentó Jonathan Pollack, miembro no residente del Centro de Estudios para Políticas en Asia Oriental, en la Institución Brookings.
“Por otra parte, Trump no hizo ‘peticiones’ a Kim en Singapur. En vez de ello, actuó sin pensar y se comprometió a interrumpir los grandes ejercicios militares conjuntos de Estados Unidos y Corea del Sur, cosa que tomó por sorpresa al Departamento de Defensa y a las fuerzas estadounidenses en la península. Nunca se supo si hablaron seriamente sobre lo que ‘desnuclearización’ significa para Estados Unidos y para Corea del Norte”, añadió Pollack.
Rusia ha sido acusada de socavar las sanciones internacionales contra Corea del Norte, de brindar oportunidades de empleo a los norcoreanos, y de enviar remesas para subsanar la escasez de efectivo en aquel país.
“La fortaleza principal de Moscú es que su relación con las dos Coreas es bastante equilibrada”, declaró Elizabeth Economy, experta en Asia para el Consejo de Relaciones Exteriores. “En tanto que Estados Unidos, Japón y China tienen nexos más estrechos con uno u otro lado de la zona desmilitarizada [DMZ], Rusia ha relaciones económicas y políticas estables en ambos lados de DMZ”.
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek