El uso responsable de la inteligencia artificial (IA) tiene el potencial de liberarnos de tareas monótonas, permitiéndonos invertir ese tiempo en actividades más creativas y enriquecedoras como cocinar, leer y hacer ejercicio. No obstante, un reciente reportaje revela el otro lado de esta tecnología: su uso excesivo —por ejemplo, ChatGPT— puede generar efectos psicológicos preocupantes, como delirios en los que los usuarios creen haber alcanzado una “verdad absoluta” e incluso sentirse como dioses.
Tal como ocurre en la serie Black Mirror, donde episodios como “White Bear” y “Black Museum” muestran cómo la tecnología puede invadir y alterar la mente humana, la realidad empieza a reflejar una inquietante similitud. La inteligencia artificial ya está impactando significativamente nuestras relaciones personales e incluso nuestra identidad.
Un artículo publicado por la revista Rolling Stone relata el caso de Kat, una madre de 41 años que decidió poner fin a su segundo matrimonio debido a la obsesión de su esposo con un chatbot, un programa diseñado para simular conversaciones humanas. Según cuenta, todo comenzó cuando él empezó a usar la IA para redactar mensajes y analizar su relación de pareja.
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Con el tiempo, la situación escaló: su marido comenzó a hacerle preguntas filosóficas al chatbot con la intención de “entrenarlo” y alcanzar una supuesta verdad universal. Tras la separación, Kat enfrentó preguntas constantes de personas que especulaban si su exesposo estaba atravesando una crisis mental.
Durante una reunión en el juzgado, la conversación tomó un giro aún más alarmante. Él mencionó teorías conspirativas sobre jabón en los alimentos y afirmó que, gracias a la IA, había recuperado un recuerdo reprimido de una niñera que intentó ahogarlo en la infancia. También aseguró haber descubierto secretos tan profundos que resultaban “imposibles de imaginar”.
“Siempre le gustó la ciencia ficción (…) Cree que tiene que estar aquí por alguna razón, que es especial y puede salvar al mundo”, comentó entonces Kat para la revista.
LA DOPAMINA LIBERADA POR USAR CHATGPT Y LOS DELIRIOS QUE PROVOCA EN ALGUNOS USUARIOS
Lamentablemente para los demás, pero a la fortuna de Kat, su caso no es el único en el mundo. Un hilo de Reddit de nombre “Psicosis inducida por ChatGPT” comparte varias historias más de delirios provocados por el uso exacerbado de IA. Una profesora escribió que uno de sus compañeros de trabajo estaba convencido de que OpenaAI le daba respuestas del universo; cuando la mujer de 27 años leyó los registros del chatbot se dio cuenta que la IA le hablaba como “si fuera el próximo mesías”.
En tanto, una ciudadana de Idaho, Estados Unidos, relató cómo su marido, cuyo trabajo es ser mecánico, empezó a usar ChatGPT para resolver problemas laborales y traducir conversaciones con compañeros de otros países, para después asegurar que la IA está vida y que “ha recibido planos para construir un teletransportador”.
“Tengo que tener cuidado porque siento que me dejará o se divorciará de mí si le discuto su teoría”, declaró.
¿De dónde proviene esta dependencia a la IA? Una investigación de Harvard descubrió que cuando satisfacemos nuestra curiosidad, nuestro cerebro libera dopamina, un neurotransmisor y hormona que juega un papel importante en la regulación de las emociones, la motivación y el placer.
Esta liberación crea un ciclo repetitivo: cuantas más respuestas recibimos, más deseamos preguntar o saber. Por ello, gracias a su habilidad para ofrecer respuestas rápidas y adaptadas a cada usuario, ChatGPT se ha transformado en una “nueva fuente de dopamina”.
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MILLONES DE USUARIOS BUSCAN RESPUESTAS A SUS PREGUNTAS O DESEOS
Según fuente oficiales, ChatGPT recibe hasta 10 millones de solicitudes diarias. Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI (desarrollador de ese sistema de chat), afirmó que ChatGPT alcanzó el promedio de 100 millones de usuarios semanales en diciembre de 2023.
Para la Real Academia Nacional de Medicina de España, la IA nos libera de tareas repetitivas y rutinarias, “pero también puede conllevar efectos negativos. Es esencial encontrar un equilibrio para aprovechar los beneficios de la IA y mantener la agudeza mental que necesita un cerebro sano”.
A tenor de la institución, si utilizamos la IA para escribir artículos científicos, correos o resumir texto, nuestras habilidades cognitivas corren el riesgo de verse comprometidas, ya que cuando delegamos en exceso dejamos en manos de la IA el procesamiento de la información y perdemos la oportunidad de fortalecer la memoria.
“Reducir el esfuerzo neurológico disminuye nuestra capacidad para pensar críticamente y resolver problemas de manera independiente”, apuntó Mara Dierssen, presidenta del Consejo Español del Cerebro.
Ahora los académicos se plantean: ¿cuántas horas deberíamos usar ChatGPT para no empezar a depender de él? N