DE TIEMPO Y CIRCUNSTANCIAS (ÚLTIMA DE TRES PARTES)
La primera y segunda partes de esta serie han facilitado datos para comprender el conflicto entre Israel e Irán, un enfrentamiento que, dicen algunos, anuncia la tercera guerra mundial y en donde los actores han transitado del miedo a la indignación, de la indignación a la ira, y de la ira al odio; pero un odio enzarzado con fe que solo ha cosechado sufrimiento.
UNA TRAICIÓN QUE SE CONVIRTIÓ EN GUERRA SANTA
El reparto de Palestina, en 1948, inconformó a los árabes y comenzó la guerra. Como el jerife de la meca fue traicionado, los árabes convirtieron el problema en guerra santa, y al hacerlo, la comunidad musulmana adoptó la causa de los árabes palestinos.
En aquel entonces, Persia estaba gobernada por la dinastía Pahlavi, que cambió el nombre del país a Irán e inició una era de progreso denominada la Revolución Blanca. Con ella, los ingresos del país aumentaron, las mujeres comenzaron a participar en la vida pública y ocuparon cargos políticos, administrativos, judiciales; y el uso del hiyab, o velo facial musulmán, dejó de ser obligatorio. Además, la relación con el Estado de Israel fue amistosa. En 1979 cambió el régimen iraní y pasó de una monarquía secular a una dirigencia religiosa musulmana conducida por el ayatolá Ruhollah Jomeini.
El ayatolá Ruhollah Jomeini era, de algún modo, descendiente del profeta Mahoma. Esto lo ponía arriba, arribototota, de cualquier mortal; e instalado en el poder desmanteló la Revolución Blanca e inició la Revolución Islámica. Con esta, las mujeres perdieron libertades y fueron expulsadas del poder judicial; además, el régimen nacionalizó la banca, la industria y otra serie de lindezas.
Jomeini estaba imbuido de implementar el islamismo al infinito y más allá. Así que, apoyándose en su revolución, subió a Irán a la guerra religiosa de palestinos contra judíos, canceló los lazos amistosos con Israel, e hizo una declaración brutal: Israel debía desaparecer. Claro que la distancia que separa a Irán de Egipto es de 1,750 kilómetros, de modo que el papel de Irán, al principio, era simbólico y se limitó a apoyar económicamente a las organizaciones para liberar a Palestina.
IRÁN LE DECLARA LA GUERRA A ISRAEL
El ayatola Jomeini se declaró antiimperialista y antiyanqui, pero le midió el agua a los camotes y no llegó al exceso de decir que Estados Unidos debía desaparecer.
Luego de estas declaraciones, Jomeini comenzó a exportar su Revolución Islámica, para lo cual creó un grupo de aliados que habría de conocerse como el Eje de Resistencia Islámica. En el eje estaban: Siria, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Hezbolá, la Yihad Islámica Palestina, Hamás, los hutíes y las Milicias Iraquíes. Un país y más de siete organizaciones terroristas, todos financiados por Irán y con un objetivo compartido: desaparecer a Israel. El ayatolá Jomeini murió en 1989, pero fue sustituido por el presidente de Irán, su fiel discípulo Alí Jamenei. Este era la sucursal mental del ayatola Jomeini y siguió su línea desintegradora de Israel.
Matazones fueron y matazones vinieron. Hubo guerras, escaramuzas, ataques terroristas, asesinatos y lo que a usted se le ocurra, pero conforme el tiempo transcurrió, la imposibilidad de desaparecer a Israel fue evidente y Yasser Arafat, el líder de la OLP, decidió buscar una salida diplomática. Con este argumento, la ONU lo reconoció como interlocutor en el problema.
Las negociaciones para solucionar el conflicto palestino fructificaron, y en 1993 Palestina, representada por Yasser Arafat, e Israel, representado por Shimon Peres e Yitzak Rabin, firmaron el Acuerdo de Oslo. En este los palestinos reconocían al Estado de Israel y quedaban representados y organizados por una entidad política: La Autoridad Nacional Palestina, cuyos miembros eran elegidos democráticamente. Israel por su parte reconoció al Estado Palestino. Ahí se esbozó la única solución posible: dividir a Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío. Paradójicamente, esta fue la propuesta de 1948. Una propuesta sensata, pero envenenada por la traición de los ingleses.
HAMÁS ASUME EL PODER EL PALESTINA
La OLP nació en 1964 como representante de los pueblos árabes palestinos y se dedicó a guerrear contra Israel. De nuevo la superioridad militar israelí logró contenerla, no sin que la OLP causara daños considerables. Todo esto pudo cesar con el Acuerdo de Oslo; pero la reacción del ayatola Alí Jamenei fue alborotar al Eje de la Resistencia para renegar del Acuerdo de Oslo, reforzar financieramente a Hamás y minar la gobernanza de la Autoridad Nacional Palestina. Hamás, con el financiamiento de Irán, se convirtió en partido político y en 2006 ganó las elecciones y el control político de Palestina.
Este fue un grave error democrático del pueblo palestino, pues cualquier vestigio del Acuerdo de Oslo desapareció bajo el control de Hamás. Los terroristas, para conservarse en el poder, impidieron otra elección, y la lucha se escaló dramáticamente hasta llegar al ataque del 7 de octubre de 2023.
Los ataques de octubre obtuvieron de Israel una reacción demoledora que se inició con una declaración de guerra seguida de bombardeos a las instalaciones militares de Gaza, el corte de suministros a la región, la reocupación de las comunidades invadidas y la invasión militar de Gaza.
El pueblo palestino llevó la peor parte. El saldo en muertos está entre 50,000 y 60,000, y sigue aumentando. Los hospitales colapsaron, y el acceso a los alimentos y al agua se hizo prácticamente nulo, y hubo 1.5 millones de palestinos desplazados. Un pueblo ignorante, espoleado por el rencor, es víctima de la obcecación musulmana patrocinada por los dineros de los fundamentalistas iraníes.
GAZA ES LA VÍCTIMA DE LAS PEORES AMBICIONES HUMANAS
Todo esto favoreció al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quién enfrentaba en el Tribunal de Distrito de Jerusalén tres escándalos de corrupción. La amenaza bélica lo afianzó en el poder. Eliminarla lo regresaría al huracán de corrupción en que estaba. Así su objetivo se convirtió en la aniquilación total de Hamás, del Eje de Resistencia y, ya encarrerado el ratón, hasta de los palestinos. Pero es evidente que mientras haya una diáspora palestina y un patrocinio musulmán, ni Hamás ni las organizaciones liberadoras desaparecerán.
Con esta evidencia, ahora, Netanyahu intenta identificar el objetivo de la Resistencia Palestina de destruir a Israel con el nazismo hitleriano. Así, ha acorralado en Gaza al pueblo palestino, lo ha privado de suministros y lo ha matado de hambre y sed.
La reacción del mundo ha sido de indignación, pues se está repitiendo la descarnada historia del Holocausto judío en un indefenso pueblo palestino. Con ello, de Europa se ha obtenido un rechazo total a su estrategia. Francia reaccionó reconociendo al Estado palestino, y Alemania junto con el Reino Unido evalúan reconocerlo. Así, la política de Netanyahu está revirtiéndose contra él.
Lo sensato es buscar intereses comunes y regresar al Acuerdo de Oslo para renegociar y terminar el conflicto; pero los intereses personales de Netanyahu y Jameini no son proclives a las negociaciones de paz. Estados Unidos se metió en el conflicto con la insensatez trumpiana, que busca hacer de Gaza una ribera de Oriente Medio con clubes de golf, hoteles de lujo y Mac Donald’s; y obtener, de pilón, el Premio Nobel de la Paz para Donald, el bombardero de la paz, al tiempo que se ignora la situación desesperada de más de 2 millones de palestinos y sugiere arrumbarlos en algún rincón.
ISRAEL TIENE TODO PARA APLASTAR A IRÁN EN UNA GUERRA
El conflicto es, ahora, una guerra directa entre Irán con su Eje de Resistencia, e Israel con los estadounidenses como aliados. Un Irán con 90 millones de habitantes, un producto interno bruto (PIB) de 450,000 millones de dólares; un presupuesto de defensa de 45,000 millones de dólares; y una posición estratégica capaz de voltear la economía mundial, pues controla el Estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20 por ciento del petróleo mundial; que se enfrenta a un Israel con 10 millones de habitantes; un PIB de 500,000 millones de dólares, un presupuesto de defensa de 42,000 millones de dólares, y con submarinos, y aquí está la diferencia fundamental, que llevan ojivas nucleares. Lo que le da una ventaja militar absoluta a Israel.
Esta diferencia hace que, para emparejar el tablero bélico, Irán busque desesperadamente tener bombas nucleares y haya implementado un programa de refinamiento de uranio para producirlas.
Los ayatolas son afectos a las soluciones drásticas, y a los ataques suicidas. Permitir que obtengan bombas atómicas equivale a dejar al lobo cuidando las ovejas. Israel, consciente de la situación, ha debilitado al Eje de Resistencia. Hamás, Hezbolá y Siria han perdido controles fundamentales en su estructura y la Yihad ha perdido buena parte de su comando.
Además, con los Estados Unidos como aliado, Israel, con el beneplácito europeo, ha intentado destruir el programa nuclear de Irán. También ha intentado que Irán cambie de régimen; pero, aunque la situación económica está debilitada, el control político religioso es férreo.
EL CONFLICTO PARECE NO TENER FIN
La situación económica de Irán es complicada. Estados Unidos desató una agresión armada en su contra, buena parte del mundo árabe se ha deslindado del conflicto palestino y ven a Irán como amenaza a sus intereses; tiene una inflación descontrolada, un crecimiento estancado a punto de entrar en contracción, y un presupuesto de guerra que importa el 10 por ciento de su ingreso y lo puede llevar a la quiebra. Además, al interior hay profundas tensiones sociales, enfrenta sanciones internacionales y, si todo esto fuera poco, los intereses de la Unión Europea, Estados Unidos y China, que es su principal cliente, reducen mucho su libertad de movimiento. No tiene ningún argumento para, por lo menos, pretender una victoria y claudicar fracturaría la imagen del régimen ante los fieles.
El ataque del 7 de octubre justificó la respuesta inicial, pero los palestinos lo han perdido todo, y aunque están totalmente indefensos tienen, tras bambalinas, una dirigencia terrorista capaz de sacrificarlos, y frente a ellos, a un Netanyahu intransigente que quiere desaparecerlos.
Así en este conflicto, en el corto plazo, no se logrará ni la paz en la zona ni la guerra en el mundo, y aunque el pueblo palestino esté derrotado, la Yihad islámica no se dará por vencida.
Por lo tanto, a menos de que suceda un milagro de sensatez, seguirá un conflicto de desgaste hasta que Irán esté económicamente atado y cambie el régimen religioso por uno secular; o hasta que Hamás pierda el control y la Autoridad Nacional Palestina se reinstale. De ahí, quizá, podría reiniciarse un acuerdo de paz.
Mientras tanto, dolorosamente, el sentido común seguirá siendo el menos común de los sentidos en el conflicto entre Irán, Israel y el Estado Palestino.
VAGÓN DE CABÚS
La libertad, esa condición fundamental del individuo, se va difuminando con leyes que la esfuman. En México se pierde la libertad de expresión con los tribunales electorales, que idean comedias para desvirtuar la verdad y castigar al que la expresa; se pierde la libertad individual con medidas de espionaje, que se vuelven legales bajo una legislación incongruente con la independencia constitucional de los ciudadanos; y se pierde la seguridad jurídica, que es una libertad también, con un sistema que protege a los criminales y desprotege a los ciudadanos.
La Dra. Claudia Sheinbaum aplicó la medicina antidemocrática, y se voltea ante los excesos que su cúpula militar denuncia. Envía iniciativas destinadas a desaparecer a la oposición, y un Congreso obediente las aprueba. N
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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.