La jornada del lunes fue de luto y devoción en Argentina tras la noticia del fallecimiento del papa Francisco, quien murió en la madrugada en Roma a los 88 años, víctima de un ictus. Desde las primeras horas del día hasta bien entrada la noche, miles de argentinos rindieron tributo a Jorge Bergoglio, el primer papa latinoamericano, en los templos que marcaron su vida: la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, donde fue arzobispo, y la Basílica de Flores, en su barrio natal.
HOMENAJES MULTITUDINARIOS EN LA BASÍLICA DE FLORES
La Basílica de Flores, situada en el barrio de clase media del oeste de Buenos Aires donde Bergoglio creció y sintió su llamado al sacerdocio a los 17 años, se convirtió en el epicentro emocional de los homenajes. Cientos de personas llegaron tras sus jornadas laborales, muchos con niños en uniforme escolar y el infaltable mate y termo bajo el brazo, para asistir a las misas que se celebraron en honor al papa argentino.
Durante una de las homilías, el arzobispo Jorge García Cuerva destacó el legado de Francisco:
“Si hay algo que hizo el Papa Francisco a lo largo de sus 12 años de pontificado fue no tapar los problemas, sino ponerlos sobre la mesa”,
dijo, aludiendo a temas centrales como la ecología, la exclusión social, la guerra, el tráfico de armas y la reforma interna de la Iglesia.

La comunidad lo despidió entre cartas, oraciones y cánticos, cumpliendo su pedido de que recen por él.
“Fue una bocanada de aire fresco que la Iglesia necesitaba”, expresó Sabrina Fernández, docente y vecina de Flores, al recordar el impacto que Francisco tuvo en la juventud.
LA CATEDRAL DE BUENOS AIRES, EN SILENCIO Y ORACIÓN
En el centro porteño, la Catedral Metropolitana, de arquitectura neoclásica, recibió a fieles desde la madrugada. Allí, donde Bergoglio ejerció como arzobispo hasta ser elegido Papa en 2013, se improvisó un santuario con velas, mensajes, flores y banderas de San Lorenzo, el club de fútbol del que era hincha.
“Nos dejó solos, pero va a estar siempre con nosotros”, dijo conmovido Juan José Roy, jubilado de 66 años.
En la misa matutina, también celebrada por García Cuerva, se mezclaron lágrimas con cánticos, en un ambiente de recogimiento y gratitud por su legado.
UNA IGLESIA MÁS INCLUSIVA: EL IMPACTO DE FRANCISCO
Muchos fieles recordaron cómo Francisco ayudó a cambiar la percepción de la Iglesia, especialmente entre quienes se sentían excluidos.
“Francisco hizo que no me diera tanta vergüenza”, compartió Ana Aracama, estudiante de 22 años y miembro de la comunidad LGBTQ+, quien se acercó al templo con la camiseta de San Lorenzo.
“Me volvió a permitir ser hija de Dios y no una pecadora por haber nacido distinta”, afirmó con emoción.
SIETE DÍAS DE DUELO NACIONAL Y TRIBUTOS DE LÍDERES
El gobierno argentino decretó siete días de duelo nacional por la muerte de Francisco. El presidente Javier Milei, quien antes de asumir había sido crítico del Papa, emitió un mensaje conciliador:
“A pesar de diferencias que hoy resultan menores, haberlo conocido en su bondad y sabiduría fue un verdadero honor”.
También el futbolista Lionel Messi se sumó a los homenajes en redes sociales:
“Gracias por hacer del mundo un lugar mejor”, escribió en su cuenta de Instagram.
El club San Lorenzo, el preferido del pontífice, realizó publicaciones conmemorativas y convocó a una misa especial en su estadio.
EL LEGADO DE LOS CURAS VILLEROS Y LA IGLESIA DE LOS POBRES
En la parroquia Cristo Obrero, ubicada en el popular Barrio 31 de Retiro, donde el papa ejerció su ministerio pastoral entre los más humildes, también se celebraron misas. El sacerdote Ignacio “Nacho” Bagattini, frente a un mural de Francisco con un mate en la mano, lo recordó con cariño:
“El papa va a seguir haciendo lío desde arriba, así como Jesús lo sigue haciendo entre nosotros”.
Esta iglesia fue fundada por Carlos Mugica, ícono del movimiento de los curas villeros, una corriente que Francisco siempre apoyó.

UN PAPA DEL PUEBLO, RECORDADO POR SU SENCILLEZ
Francisco, jesuita y primer papa latinoamericano, estuvo hospitalizado durante 38 días por una grave neumonía y fue dado de alta el 23 de marzo. Su salud venía deteriorándose desde entonces, hasta que finalmente falleció en Roma, donde pasó sus últimos años como líder espiritual de más de mil millones de católicos.
Su legado de humildad, compromiso social y apertura lo convirtió en una figura querida más allá de los límites de la religión. En Argentina, su recuerdo permanecerá imborrable en las calles, las iglesias y el corazón de su gente. N