UN NIÑO de 11 años que padece problemas olfativos persistentes posteriores a la infección de covid-19 no ha podido comer ni beber adecuadamente durante semanas porque todo le sabe a “excremento y huevos podridos”, de acuerdo con su madre.
Malisse, originario de Liverpool, en el noroeste de Inglaterra, dio positivo a la enfermedad el pasado 20 de septiembre e inicialmente no presentó ningún síntoma.
Pero entonces el niño perdió de repente el sentido del gusto y del olfato, informó Echo, un medio noticioso local de Liverpool. Además, todo provocaba que el niño quisiera vomitar.
“Comenzó diciendo que la comida estaba descompuesta. Yo le cocinaba sus alimentos favoritos, pero él decía que todo apestaba”, declaró a Echo Dawn Kafi, la madre del niño. “Decía que la comida sabía a agua de la cañería y a excremento, y que el agua sabía a huevos podridos, por lo que vomitaba continuamente. No solo era la comida, también eran los supermercados, el olor de los automóviles que pasaban, todo le provocaba náuseas. Yo no sabía de qué se trataba ni tampoco sabía qué hacer”.
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La madre dijo que dejó de cocina para que no hubiera olores desagradables en el aire, pero a pesar de intentarlo todo para hacer que el niño comiera, este era incapaz de hacerlo.
“Había estado realmente bien con el covid-19, no tenía síntomas y siempre usaba cubrebocas porque su hermano sufre una grave discapacidad y él siempre mantenía seguro a todo el mundo, pero de repente simplemente dejó de comer”, dijo.
“Miraba la comida y comenzaba a sentir arcadas. No podía soportar los olores y era físicamente incapaz de comer. No podíamos ir al supermercado, era horrendo”.
La madre estaba cada vez más preocupada por su hijo y afirma que él se sentía todo el tiempo “cansado y frío”. Por ello, cuando concluyó el periodo de confinamiento del niño, su madre se puso en contacto con el departamento de otorrinolaringología de un hospital pediátrico cercano.
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El personal médico del hospital lo diagnosticó con un trastorno conocido como parosmia, que es un padecimiento en el que los olores de ciertas cosas, o en algunos casos, de cualquier cosa, se distorsionan.
La pérdida del gusto y el olfato son síntomas comunes del covid-19. Para la mayoría de las personas que experimentan esos problemas, sus sentidos vuelven poco a poco a la normalidad después de cierto tiempo.
Sin embargo, algunos pacientes con covid-19 que recuperan su olfato comienzan a sufrir parosmia y descubren que su sentido del olfato se ha distorsionado, de acuerdo con una carta publicada en la revista BMJ.
Para estas personas, las cosas que usualmente huelen bien pueden tener un olor totalmente diferente que les resulta repulsivo. Esto puede hacer que el sabor de la comida les resulte desagradable debido a que el gusto y el olfato están estrechamente relacionados.
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La parosmia ha sido reconocida como uno de los síntomas del síndrome de covid-19 prolongado o covid-19 crónico.
Este padecimiento tiene graves efectos en los pacientes que lo experimentan y afecta al bienestar psicológico, la salud física, las relaciones y el sentido del yo, de acuerdo con lo publicado en la revista Plos One.
Tras su diagnóstico, a Malisse se le recetó la aplicación de un aerosol nasal y, mientras tanto, su madre comenzó a darle porciones más pequeñas y trató de ponerle tapones en la nariz mientras comía. Sin embargo, la condición del niño seguía deteriorándose.
El menor fue hospitalizado a finales de octubre, pero los médicos le dijeron a la familia que, a primera vista, y tras practicarle varios exámenes de sangre, nada parecía estar mal, por lo que lo dieron de alta.
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La madre señala que, a inicios de noviembre, su hijo estaba tan mal que no podía pararse bien y que arrastraba las palabras al hablar. Finalmente, fue ingresado en el área de emergencia de un hospital a principios de noviembre, y desde entonces ha permanecido hospitalizado.
La madre añadió: “Originalmente, fue internado por deshidratación y no por no haber comido ni un bocado en varias semanas. Literalmente, no había comido nada, y sigue sin hacerlo hasta ahora. Inicialmente le aplicaron fluidos intravenosos, pero le fueron retirados al día siguiente y ha seguido deteriorándose día con día. Ha perdido una gran cantidad de peso, mucho peso”.
La madre dijo que la mayoría de los médicos y enfermeras con los que había hablado en el hospital ignoraban qué es la parosmia.
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“Nunca antes habíamos oído hablar de esta enfermedad. Los médicos tampoco sabían qué es la parosmia. Solo he hablado con un médico de [la sala de emergencias] y con una enfermera que sabían qué es la parosmia. Seguí preguntando en el pabellón por qué nunca se hablaba de ello”.
La madre afirma que habló con Fifth Sense, una organización sin fines de lucro dedicada a los trastornos del olfato y el gusto, donde le informaron que todos los días reciben llamadas de personas que sufren de parosmia y que nadie las comprende.
Finalmente, al niño se le colocó una sonda de alimentación nasogástrica tras no haberse alimentado adecuadamente durante casi 50 días. N
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek