PUERTO RICO ha sido azotado por huracanes, terremotos y líos políticos en años recientes. Pero la diminuta isla ha ganado una medalla de honor que podría sorprender a algunos: es el lugar más vacunado de Estados Unidos.
El territorio estadounidense ha vacunado a más de 2.3 millones de residentes, lo cual equivale a poco más del 73 por ciento de su población, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). La isla también tiene uno de los índices de infección por el covid-19 más bajos en Estados Unidos.
Aun cuando algunas personas en el Estados Unidos continental se siguen resistiendo a las vacunas obligatorias, Puerto Rico ha vacunado exitosamente a la mayoría de sus residentes al “anteponer la ciencia a la política”, le comenta a NewsweekDaniel Colón-Ramos, profesor de la Universidad de Yale, quien encabeza una coalición de científicos que asesora al gobierno de Puerto Rico sobre la pandemia del coronavirus.
“La sana distancia, el uso de cubrebocas entre niños y adultos y las vacunas no estaban tan politizadas en Puerto Rico en comparación con el resto de Estados Unidos”, dice. “En parte, pienso que esto tiene que ver con el trauma por el que pasó Puerto Rico después del huracán y, poco después, los terremotos”.
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El experto añade que aun cuando Puerto Rico es “una sociedad muy politizada, había un consenso entre los líderes políticos, quienes en gran medida acordaron que la prioridad tenía que ser la ciencia para salvar vidas, y que el éxito en la salud pública es el resultado de una política pública fuerte y decisiones individuales que afectan a todo el colectivo”.
Colón-Ramos comenta: “Nosotros calculamos conservadoramente que solo las acciones de vacunación han salvado cientos de vidas”.
El éxito de Puerto Rico muestra que no solo los estados “ricos” de Nueva Inglaterra pueden lograr altos índices de vacunación, como escribió recientemente en Twitter el Dr. Ashish Jha, decano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown.
Jha escribió que cuando la gente piensa en lugares altamente vacunados en Estados Unidos, piensa en estados como Vermont o Massachusetts, y que el exitoso programa de vacunación de Puerto Rico “ha recibido muy poca atención”.
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Dijo que Puerto Rico es “muy pobre” en comparación con gran parte de Estados Unidos, pero en realidad es cinco veces más grande que Vermont.
“Entonces, ¿cómo es que lo hizo PR [Puerto Rico]?”, escribió Jha. “Según mi mejor parecer, ellos lo hicieron en gran medida al no conectar las vacunas con la política. Ellos le prestan menos atención a la política continental. Todos sus partidos políticos apoyan activamente las vacunaciones. Y en general, la identidad política y las vacunas no se entremezclan”.
Colón-Ramos dijo que el gobernador de Puerto Rico, Pedro Pierluisi, siguió muchos de los consejos que le dio la coalición científica. “La comunicación con su equipo fue constante”, asegura.
Stacy Wood, profesora de mercadotecnia en la Universidad Estatal de Carolina del Norte quien ha investigado la publicidad de la vacuna contra el covid-19, le dice a Newsweekque los líderes de Puerto Rico fueron “entendidos” con respecto a cuáles estrategias funcionarían mejor en sus comunidades.
Al señalar una docena de estrategias que ella y sus coautores evaluaron en un estudio de publicación reciente, Wood comenta que los trabajadores de salud en Puerto Rico fueron “rápidos en usar técnicas que ayudaron a la gente a entender la vacuna, como analogías y mensajes sobre las vacunas obligatorias, unieron a la gente usando una identidad de ‘meta en común’ como puertorriqueños unidos, en vez de basarla en el partido político”.
Wood añade: “Yo sospecho, por la similitud con nuestros hallazgos en el Caribe y Latinoamérica, que la capacidad de suscitar un remordimiento anticipado también fue particularmente fuerte, ya que a la gente en Puerto Rico le preocupa su acceso a hospitales bien equipados”.
En Puerto Rico, políticos, científicos trabajadores de salud y periodistas “colaboraron para dar mensajes informados al público sobre la situación de la pandemia y sobre los próximos avances médicos y científicos”, explica Colón-Ramos.
Añade que también hubo el entendimiento de que se necesitaba tomar medidas para evitar que el sistema de salud de la isla se colapsara como lo hizo después de que lo azotó el huracán María.
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“Después del huracán María, los conceptos de salud pública como “aplanar la curva” y sus impactos sociales más amplios de un sistema de salud colapsado fueron instintivos para la mayoría de los puertorriqueños”, comenta.
“Para cuando sucedió la distribución de la vacuna ya había habido muchas conversaciones públicas en Puerto Rico sobre cómo funcionaban las vacunas, qué era el ARN, la importancia de la inmunidad de rebaño, encabezada principalmente por acciones de bases, de asociaciones que se daban por primera vez entre científicos, profesionales de salud y líderes comunitarios”.
Colón-Ramos también expresa que el índice alto de vacunación en Puerto Rico “contradice los tradicionales tropos prejuiciosos de que ciertas poblaciones marginadas no pueden y no toman sus propias decisiones o en beneficio de la salud pública más amplia”.
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Añade que esto demostró cómo se pueden salvar las disparidades de salud si se distribuyen equitativamente los recursos.
“Cuando los recursos se distribuyen equitativamente, y cuando los científicos locales y los líderes de salud son capaces de dirigir sus propias estrategias, pueden actuar mejor que en la mayoría de las jurisdicciones estadounidenses”, dice.
Wood comenta que los líderes estatales en Estados Unidos y otros países pueden aprender del éxito de Puerto Rico.
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“La percepción clave para otros líderes —tanto líderes a nivel estatal en Estados Unidos como líderes en otros países— es que hay una caja de herramientas más grande en términos de las estrategias de mensaje de las vacunas y que no pueden publicitar la vacuna como una campaña de ‘lo mismo para todos’; deben usar tácticas diferentes con personas diferentes”, explica.
“Tienen que ver las preocupaciones específicas que tiene la gente con respecto a contraer el covid-19, no ponerse la vacuna y recordar hablarles a esas preocupaciones: ¿se trata de enfermarse, del covid-19 duradero, de quedarse encerrado en casa, perder el trabajo, perder clientes o cuidar de un familiar enfermo?”
“La vacuna puede reducir el riesgo de todas estas cosas, pero los mensajes y los mandatos deberían hablarle a la preocupación primaria de cada grupo”.
¿El consejo de Colón-Ramos? “Es muy directo. Esto es una pandemia, es un virus. No le importa la política”. N
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek