Participar y hacer comunidad con los productores es una manera de apoyar el comercio justo desde el papel de clientes.
EL COMERCIO JUSTO tiene distintas formas de entenderse, una de ellas es cuando hablamos de comida y las formas en que obtenemos nuestros alimentos. Voltear al primer eslabón de esta cadena pocas veces es alentador, y esto se endurece aún más en los países en vías de desarrollo.
Para ello es importante saber que, de acuerdo con las definiciones actuales, el desarrollo ya no solo se entiende como un aspecto económico, sino que también se involucra el tema de la educación y la salud. Entonces, cuando hablamos de comercio justo en los alimentos no solo volteamos a ver las finanzas que de esta actividad se desprenden para el análisis.
Las actividades primarias como son la agricultura y la ganadería se encuentran lejos de ser redituables, entonces hablamos de un comercio justo ¿para quién?
En un informe, los expertos en economía Elda Molina y Ernesto Victorero mencionan que, a pesar de que el sector agrícola tiene una “importancia incuestionable en la mayoría de países como fuente de alimentos, materias primas y energía”, su desarrollo requiere recursos financieros difíciles de obtener. Están en lo cierto.
Aquí va un dato: la mancha urbana se ha acrecentado en las últimas décadas en los países de Latinoamérica; esto quiere decir, entre otras cosas, que en dicha región cada día más campesinos se mudan a la ciudad en busca de oportunidades. ¿Por qué sucede esto si su actividad es primordial no solo para la obtención de alimentos, sino también para la economía de los países? Simple, las condiciones de pobreza y marginación los expulsa.
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Es justamente por eso que el comercio justo es uno de los temas principales en las economías regionales, estatales, nacionales y globales.
FAIRTRADE, LA MARCA
Las primeras pinceladas acerca del concepto del comercio justo surgieron en la década de los años 40 en Estados Unidos. Sin embargo, no fue hasta 1997 en Bonn, Alemania, que se creó la organización Fairtrade, la cual es un sello y una certificación a la cual ciertos productos se pueden inscribir.
Su misión principal es conectar a consumidores y productores desfavorecidos, empoderarlos y promover condiciones comerciales más justas para que de esta manera tengan más control sobre sus vidas.
Ellos saben que entre las personas más desfavorecidas a escala mundial se encuentran los pequeños agricultores, y en esta organización ellos son el corazón de los tratos comerciales.
Fairtrade está compuesta por distintas organizaciones, 24 para ser precisos y tres redes que se encargan de conectar regiones, el African Fairtrade Network, la Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños Productores de Comercio Justo y el Network of Asian Producers.
A pesar de que esta red tiene un origen que busca ayudar a ese primer eslabón de la cadena de producción existen ciertos detractores que aseguran que la membresía y el costo para entrar no significan un beneficio verdadero para los campesinos, ya que tienen acceso a una cantidad mínima de consumidores, por lo que sus proyectos no crecen lo suficiente.
De esta manera, Fairtrade se ha convertido en una marca, es decir, un sello que se puede comprar y así como ella hay otras organizaciones.
Si tu deseo es apoyar de esta manera checa su página oficial y redes sociales para saber cuáles productos que se comercializan en tu región cuentan con el sello de Fairtrade. Hay desde vegetales hasta café y cacao.
OPCIONES PARA UN VERDADERO COMERCIO JUSTO
Existe una palabra que no podemos dejar fuera cuando se busca el comercio justo: solidaridad que, de acuerdo con la RAE, significa “adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros”.
Hacer comunidad significa hacer equipo y de esta manera se benefician más personas, mientras se es solidario el comercio justo florece. Así han surgido proyectos independientes que buscan mejorar la calidad y ayudar a la vida digna de los campesinos.
Para esto es fundamental recordar que el costo de productos como el café están dados por la bolsa de valores de Nueva York, entonces los cafeticultores se enfrentan primero a estos, en segundo lugar, a los intermediarios y así a una cadena en la cual ellos son quienes cargan el peso del mal pago a pesar de ser la base para que el producto llegue a los consumidores.
En México, organizaciones como Femcafé, que es una cooperativa veracruzana de mujeres cafeticultoras, crearon una manera particular de comerciar su café que consiste en eliminar los intermediarios y negociar un precio más alto con el cual logran una vida menos precaria.
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También está el ejemplo del Mercado Multitrueke en Ciudad de México, en donde idearon una forma de obtener alimentos por medio de un intercambio de productos dejando el uso del dinero de lado.
Este proyecto económico es ecológico y busca que las personas ofrezcan bienes autogestivos y servicios o saberes siempre libres de la explotación de la naturaleza y del ser humano; esto es vital para el proyecto.
Si nos vamos al origen, la mejor forma de participar en el comercio justo sería adquirir alimentos directamente de sus productores, pagar sus precios —que incluso pueden ser más económicos, ya que no existen intermediarios— y evitar el regateo.
Cuando llevamos a cabo esta práctica, productores y consumidores se ven beneficiados y la cadena se fortalece. Participar y hacer comunidad con los productores locales también es una manera de apoyar el comercio justo desde el papel de clientes.
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Erika Choperena es editora del sitio Animal Gourmet.