Claro, estoy triste porque el mariscal de campo abandonó a los Patriotas de Nueva Inglaterra. Pero ha sido un par de décadas grandiosas.
BUENO, POR FIN SUCEDIÓ. Después de veintitantos años, nueve visitas al Super Bowl y seis campeonatos, Tom Brady deja a los Patriotas de Nueva Inglaterra por los Bucaneros de Tampa Bay. Dejando de lado las retorcidas de manos en Boston —“¡Debieron respaldar el camión blindado para él!” y “¡Bill Belichick es malvado!”—, ya era hora. Como aficionado, en la última temporada los ojos me dijeron que no era el mismo jugador. La mueca después de unas cuantas derrotas tampoco fue una gran vista. Y mi cabeza asentía cuando Dan Shaughnessy, columnista del Boston Globe, dijo que Brady debió haberse retirado cuando caía el confeti después de despachar a los Carneros de Los Ángeles en el Super Bowl de hace un año.
Pero no lo hizo. Buena suerte. Gracias por los buenos recuerdos. ¿Mis momentos favoritos de Brady? Son simplemente demasiados, como dirían quienes odian irracionalmente a los Patriotas. Pero qué diablos, lo intentaré. Helos aquí, sin un orden en particular:
La Ofensiva Madden: quedaban 1:21 por jugar en el Super Bowl de 2001/02. Los Patriotas tenían el balón —en su propia yarda 17— y estaban empatados con los Carneros de San Luis. No quedaban tiempos fuera. He aquí lo que John Madden, el legendario exentrenador y presentador de Fox, dijo por entonces: “Con esta posición de campo, solo tienes que acabarte el reloj… tienes que jugar por el tiempo extra ahora”. Mi traducción: Brady era demasiado inexperto para llevar a cabo tal ofensiva contra el equipo conocido como “el show más grande sobre el pasto”. Sí, lo que quieran. El joven Brady avanzó lentamente por el campo —5 yardas aquí; 11 yardas allá— y finalmente azotó el balón en la yarda 30 de los Carneros. El pateador Adam Vinatieri —quien pronto estará en un Salón de la Fama cerca de ti— consiguió un gol de campo de 48 yardas. Y con eso, Brady inició el siglo deportivo de Boston.
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El Bowl “3-28”: aficionados de Atlanta, miren a otro lado. En algún momento durante la primera mitad del Super Bowl 2016/17 contra los Halcones, recibí una llamada de dos amigos —de Nueva York, por supuesto—, quienes llamaron para hacerme burla después de que los Patriotas se rezagaron en la primera mitad. No mejoró mucho, pues Atlanta sumó una ventaja de 28-3 a la mitad del tercer cuarto. Los Patriotas finalmente consiguieron el regreso más grandioso en la historia del Super Bowl. Aparte de la anotación ganadora, mi momento favorito de Brady: con los Patriotas perdiendo 28-12 en el último cuarto, el apoyador Dont’a Hightower, quien se crece en la postemporada, atrapó atrás de la línea al mariscal de campo de Atlanta, Matt Ryan, y lo hizo perder el balón. Los Patriotas lo recuperaron en la yarda 25 de Atlanta. Brady estaba viendo la jugada en la pantalla gigante, con los ojos abiertos desmesuradamente. Desgraciadamente para Atlanta, y mis amigos, él vio una abertura. Y al ver su reacción, también lo hicieron los aficionados a los Patriotas en todos lados.
En tu cara: hablemos de grandes momentos. Los Patriotas le ganaron un partido fenomenal a los Halcones Marinos de Seattle en el Super Bowl 2014/15. (Repetición instantánea: Malcolm Butler, de los Patriotas, intercepta el pase de Russell Wilson en la línea de anotación de los Patriotas con 20 segundos por jugar.) Pero tal vez la segunda mejor parte fue durante la presentación del trofeo. Junto al entrenador Bill Belichick, el dueño Robert Kraft y Brady en el estrado, el comisionado de la NFL, Roger Goodell, fue saludado con un abucheo ensordecedor por los aficionados de los Patriotas. ¿Por qué? Goodell había iniciado la investigación de los “balones desinflados” después de que los Patriotas, y Brady, le patearon el ya sabes qué a los Potros de Indianápolis en el partido por el campeonato de la Conferencia Americana. Un momento apreciado por los aficionados de los Patriotas en todos lados.
El juego “apestamos”: un poco de historia. Mientras los Patriotas se preparaban para la postemporada de 2018/19, eran enterrados por los expertos deportivos, quienes predecían el final de la dinastía de Nueva Inglaterra. Uno pensaría que Tom Brady no le prestaba mucha atención a la cháchara de todos esos “conocedores de la NFL”. Pero, por supuesto, sí la prestaba. Instantes después de que los Patriotas desmantelaron a los Cargadores de San Diego a principios de enero de 2019, él habló con Tracy Wolfson, reportera en el terreno de CBS, sobre las probabilidades del equipo contra los favoritos Jefes de Kansas City: “Sé que todos piensan que apestamos y, ya sabes, no podemos ganar juegos”, le dijo a Wolfson. “Así que ya veremos. Será divertido”. Fue más que divertido —derrotaron a los Jefes en tiempo extra— y avanzaron a otro Super Bowl.
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El Pase: ¿el último gran momento de Brady? Era el último cuarto del Super Bowl 2018/19, y los Patriotas y los Carneros de Los Ángeles estaban trenzados en una batalla defensiva. El juego estaba empatado 3-3, con alrededor de siete minutos por jugar. Brady corrió hacia atrás y lanzó un pase perfecto —en un Super Bowl con pocos pases perfectos— que encontró a Rob Gronkowski, rodeado por un par de Carneros, en la yarda 2 (Sony Michel hizo la anotación ganadora instantes después). Fue una jugada clásica de Gronk y Brady. Por supuesto, los críticos señalaron que Brady no tuvo un juego a la Brady. Pero lástima, “conocedores”. Como siempre, al parecer, Brady apareció cuando más importaba. Y Gronk, quien se retiró poco después, también fue muy bueno.
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Hank Gilman es director editorial de Newsweek y aficionado de toda la vida de los equipos de Boston. (Perdón.)
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek