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José Madero: una década de catarsis

Publicado el 9 de diciembre, 2025
José Madero: una década de catarsis
José Madero celebra 10 años como solista con su presentación más ambiciosa: un concierto en el Estadio GNP, donde promete convertir sus crisis, dudas y memorias en un ritual compartido frente a 65,000 espectadores. (Ale Reséndiz / @aleaventuras)

La primera vez que le propusieron tocar en el Estadio GNP, Madero insistió a su equipo no hacerlo aún: “El proyecto aún no estaba listo”, admite. Con esa frase aterriza su forma cautelosa de crecer, tanto en lo personal como en lo profesional. “No quiero hacerlo solo por decir que ya lo hice. Es como esas veces que te dicen que ‘nunca estás preparado para tener hijos o casarte’, cosas que no he hecho, ¿verdad?…”, dice con ironía y continúa: “hasta que ese momento llega y sientes que sí estás listo, el proyecto está listo”.

El sábado 24 de enero de 2026, ‘Pepe’ Madero demostrará que una década como solista está lista para sostener un show frente a 65,000 espectadores, en lo que antes era el Foro Sol de la Ciudad de México. Si su historia tuviera que dividirse en capítulos, él dice que colocaría tocar en el GNP como uno de los más altos. “Si lo vemos de forma cronológica, podría ser un capítulo ya avanzado… llevo 25 años de carrera con muchos capítulos muy interesantes, algunos caóticos, otros trágicos; incluso unos también aburridos”. Después de una pausa, admite: “Pero este es la punta del iceberg… es algo de que presumir”. Y finalmente confiesa: “Era un sueño mío tocar en este recinto”.

LA MIRADA EN EL PASADO

Desde esa punta de iceberg se permite divisar el sendero que ha recorrido: los escenarios pisados con PXNDA, los corazones rotos que lo forjaron y los discos que inmortalizaron cada una de sus etapas. Por ejemplo, Arroz con leche, el primer álbum que lanzó, hace 25 años, y que hoy reconoce por lo juvenil de su composición. A diferencia de otros artistas consolidados que reniegan de sus primeros trabajos, Madero reconoce que su presente existe gracias a esa voz aguda de adolescente y esas letras menos complejas. “No lo puedo odiar ni me puede dar pena; quien lo escuche sabe que lo escribió el Madero de 16, no el de 45. Y la verdad, me gusta mucho cómo ha crecido físicamente mi voz”.

Efectivamente, el tono de su voz ha cambiado al igual que el de sus letras. Con preguntas más adultas, las temáticas de Madero hoy tienen un giro más profundo que refleja los momentos grises y oscuros de su versión actual.

Aquellas historias van más allá del desamor convencional, ese tópico característico de sus primeros años como músico. “Se me conoce mucho, creo yo, erróneamente, como el de puras canciones de desamor. Yo toco temas de todo tipo, incluso algunos muy profundos. Por ejemplo, saqué una canción de tinte social como fue Luciérnaga. Y aun así tengo esa etiqueta”.

LOS PIES EN EL PRESENTE

En esa misma canción habla del caso de Karen Esquivel, una joven de 19 años que desapareció en septiembre de 2016 tras salir de un gimnasio en Naucalpan. Días después, su cuerpo fue encontrado y clasificado como víctima de feminicidio. El artista, afectado por una realidad que no puede ignorarse, compuso una canción sobre el caso en colaboración con la madre de Karen. Ambos retratan ese dolor que es necesario seguir nombrando para que no vuelva a propagarse.

Al escucharla, la disquera dudó en incluirla en el disco. Sin embargo, Madero luchó para que saliera. Para él, la música es un vehículo de catarsis y de mensajes incómodos sobre el presente. Es por eso que nunca se despega ni un segundo de sus creaciones: “Delegar el control es un problema que tengo; simplemente no puedo tener un productor al que le diga: tú haz todo”.

LA MENTE EN EL FUTURO

Al inicio de esta gira, José Madero se detuvo por un momento en uno de sus conciertos para conversar con sus miles de espectadores. “En el escenario quizás hay un poco de personaje, pero se me olvida que soy un personaje e inevitablemente sale a la luz mi vida real. Y si estoy pasando por un momento triste y viene una canción triste, la siento más y se nota”.

Aquella noche, José Madero decidió hablar con sus fans sobre su lugar en el mundo, su ausencia de familia y su necesidad de componer para soltar un poco de lo que la vida le pone en los hombros. Por esa misma razón, él cuenta que no piensa dejar de tocar, porque el sendero que recorre a través de su música es su principal forma de mantenerse en la tierra, junto a la audiencia que comparte su sentir. En la canción Nueve Vidas, José Madero disfraza una de sus crisis adultas más agudas bajo un ritmo ochentero:

“Quizá esté mal mi edad. Quizá esta vida pronto acabará. / Y por mientras, las buenas hoy malas serán./ Quizá no crecimos en un buen hogar. Quizá todo sea fugaz. / Quizá no sabremos toda la verdad. Te veo, te veo en el nunca jamás”.

Tanto ahí como en Luciérnaga, ambas del disco ‘Sarajevo’, vemos al Pepe Madero adulto que enfrenta dudas sobre sí mismo, su entorno y, sobre todo, su futuro. Casi con el mismo tono melancólico que lo acompaña desde la adolescencia. ‘Pepe’ se abre y dice: “Es una catarsis. Aprovecho las malas épocas para sacar algo bueno de ellas. Este álbum que voy a grabar es un conjunto de canciones que escribí en un momento muy bajo y así saqué algo bueno de eso, malo”.

“En el momento en que salgan esas canciones, esa ‘losa’ la voy a compartir con mucha más gente que la va a escuchar y hacer suya; entonces, ese sentimiento se va a hacer un poquito más ligero”. Mientras José Madero vive uno de los logros que más certeza le han dado de que va por el camino correcto. Quizá, desde la altura del GNP, encuentre la certeza que sus letras no dejan de buscar; quizá el compartir sus nuevas canciones le regrese algo de claridad. Pero también “quizá nunca sabremos la verdad” y, para José, un “quizá” basta para seguir haciendo música. N

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