¿Qué sucede cuando mueres? Mientras yacía con los ojos vendados en una habitación con luces tenues, Anna* estuvo cerca de descubrirlo.
Pero Anna no estaba muriendo, ni siquiera próxima a la muerte, cuando entró a lo que describió como un reino alterno. Más bien, era una entre 13 voluntarios quienes aceptaron tomar la poderosa alucinógena dimetiltriptamina (DMT) para un estudio llevado a cabo por el grupo de investigación psicodélica en el Colegio Imperial de Londres, Reino Unido.
Los investigadores, quienes observaron a Anna navegar por su consciencia en la luz baja de la habitación de investigación en una de las instituciones investigadoras más prestigiosas del mundo, les inyectaron el psicodélico a los voluntarios para saber cuánto podía acercar la DMT a una persona a la sensación de lindar con la muerte.
Se dice que el viaje con DMT imita la sensación de casi morir tan certeramente, que quienes la toman describen alucinaciones que se asemejan a experiencias cercanas a la muerte: eventos psicológicos reportados por personas quienes estuvieron cerca o creyeron que estuvieron cerca de morir.
Por primera vez, los científicos midieron las similitudes entre un viaje con DMT y experiencias cercanas a la muerte. Sus resultados se publicaron en Frontiers in Psychology en agosto.
El alucinógeno (que se da naturalmente en nuestros cuerpos) es mejor conocido como el ingrediente principal de la ayahuasca, el brebaje bebido tradicionalmente en ceremonias espirituales de algunos pueblos indígenas en la cuenca del Amazonas. En años recientes, dichos rituales también se han vuelto populares entre una minoría considerable de turistas occidentales que buscan expandir sus horizontes psicológicos. Reveladoramente, ayahuasca es una palabra de la lengua quechua que se traduce como “la vid de los muertos” o “la vid del alma”.
Cuando los consumidores de DMT pasan por lo que algunos llaman “el domo” de su viaje, se despliegan alucinaciones psicodélicas intensas y trascendentales. De forma similar, aun cuando no hay una definición aceptada de una experiencia cercana a la muerte, porque cada experiencia es única, los aspectos comunes incluyen reportes de experiencias extracorporales, una impresión de paz interior y la sensación de pasar al otro mundo.
Obviamente, nadie sabe qué se siente morir, ya que nadie ha regresado de la muerte. Por lo tanto, las experiencias cercanas a la muerte probablemente sean lo más cercano que estemos de averiguarlo. Y la DMT podría ser una herramienta importante para explorar esta parte de nuestras mentes.
Christopher Timmermann, un candidato a doctorado por el Colegio Imperial de Londres y autor principal del estudio, dijo a Newsweek que el equipo usó DMT en un ambiente controlado de investigación para inducir con seguridad cambios radicales en la consciencia y registrar las experiencias de los participantes.
“De esta manera, podríamos tener una imagen más completa de los límites de la consciencia y cómo estas experiencias corresponden a la actividad cerebral”, comentó él.
“Al darle DMT a la gente, esperamos tener una imagen más completa de los límites de la consciencia humana”.
A los pocos minutos de que la DMT fue inyectada en una vena del brazo de Anna, se sintió incorpórea, según contó ella a Newsweek. Afectada por un temblor de pánico, se recordó a sí misma respirar. Más tranquila, entró al túnel que tan a menudo describen quienes han enfrentado la muerte. Cuando llegó al final, Anna apareció en un lugar donde el tiempo y el espacio estaban configurados de una manera que ella no sabía que era posible.
Música ambiental experimental llegó a los oídos de Anna para tranquilizarla mientras caía en lo que ella denominó una “sopa cósmica”, mientras que los sensores como ventosas de pulpo de un sensor de encefalograma documentaban su actividad cerebral.
La investigación fue parte de un programa más amplio del grupo psicodélico del Imperial dedicado a entender los potenciales usos terapéuticos de tales compuestos para tratar trastornos mentales, dijo Timmermann.
El Imperial está entre las instituciones que encabezan la carga en lo que se conoce como renacimiento psicodélico. Se ha acumulado evidencia para sugerir que las drogas más comúnmente asociadas con la contracultura juvenil, incluidos el LSD, los hongos alucinógenos, la ketamina, la MDMA, el peyote y la ibogaína, podrían contrarrestar trastornos como la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático en marcos médicos controlados. Estos estudios, enfatizó Timmermann, se llevan a cabo en ambientes de laboratorio seguros, y no se recomienda la automedicación con psicodélicos.
En un estudio de 2016 publicado en The Journal of Psychopharmacology, investigadores de la Universidad de Nueva York y la Universidad Johns Hopkins hallaron que solo una dosis de psilocibina, el ingrediente activo en los hongos alucinógenos, aliviaba los síntomas de la ansiedad en pacientes con cáncer por ocho meses en comparación con un placebo.
“La DMT y la psilocibina son moléculas muy similares e inducen efectos subjetivos similares. Por lo tanto, es intrigante especular sobre el potencial terapéutico de la DMT; sin embargo, se necesita mucha investigación para explorar más estas ideas”, mencionó Timmermann.
Después de su viaje, a los participantes en el estudio de Timmermann se les preguntó qué vieron y sintieron. ¿El tiempo parecía ir más rápido o más lento? ¡Se vieron, o sintieron, rodeados por una luz brillante? ¿O percibieron que estaban en algún otro mundo, no terrestre? El equipo comparó sus respuestas con una muestra de personas quienes reportaron experiencias cercanas a la muerte.
La mayoría de consumidores de DMT en el estudio dijeron que inicialmente estuvieron envueltos por una sensación cálida, y una vibración en sus cuerpos. Patrones geométricos luego fueron seguidos por la sensación de “ser alguien más”, acentuado por una “cualidad fundamental de profunda importancia”, dijo Timmermann. Algunos, incluida Anna, sintieron que se habían comunicado con entidades exteriores, en encuentros cargados de una sensación profunda de emoción y gratitud.
“Muchos de ellos batallaron para encontrar las palabras para los detalles y lo que encontraron”, comentó Timmermann.
Cuando ele quipo comparó las experiencias de los participantes con quienes habían reportado experiencias cercanas a la muerte, hallaron una “superposición notable” en casi cada parte del cuestionario. La diferencia principal se dio en que los participantes se sabían involucrados en un estudio, en vez de la conmoción y la angustia de una experiencia cercana a la muerte. Como resultado, las experiencias cercanas a la muerte tenían más posibilidades de estar acompañadas por una sensación de cruzar un punto sin retorno al compararlas con el viaje con DMT.
Los hallazgos fueron “notables”, mencionó Timmermann. “Estos resultados en verdad fundamentaron nuestros resultados todavía más y son, en nuestra opinión, importantes en cuanto que podrían abrir más las puertas al estudio tanto de las ECM [experiencias cercanas a la muerte] y la experiencia con DMT”.
Anna recuerda poco de las especificidades de su viaje, pero varias imágenes permanecieron en su mente cuando descendió de sus alturas. “Una imagen que sí recuerdo es muchísimos libros abriéndose y arcoíris alejándose”, contó ella.
“Sentí una presencia que me levantaba la cabeza y me decía que prestase atención: ‘Viniste para descubrir algo’. Pero era una yuxtaposición, porque me sentía incorpórea al mismo tiempo. Fue una paradoja extraña”.
Como se les había requerido a los participantes en aras de calificar para el estudio, Anna se había aventurado previamente con otros alucinógenos, como el LSD y los hongos, los cuales pueden tener a un consumidor viajando por un cuarto de día. Pero nada de lo que ella experimentó antes se acercaba a su viaje intenso y comparativamente corto de 20 minutos con DMT.
Las leyes normales de la física no se aplicaban. Caminaba alrededor de mi consciencia en un sueño lúcido.
“Imagina que sueñas y las cosas se transforman y las leyes normales de la física no se aplicaban. Caminaba alrededor de mi consciencia en un sueño lúcido”, recordó ella.
Anna se enfrentó con una figura de una niña solitaria sentada en una escena gris, fría y lúgubre, y se sintió abrumada por la sensación de cuán importantes eran la compasión, el amor y la empatía. “Fue como si me mostraran que todo está interconectado y hay muchísimas lecciones por aprender”.
Esta sensación intensificada de compasión, según notaron los investigadores, parecía permanecer a largo plazo, tanto en los consumidores de DMT como en quienes tuvieron experiencias cercanas a la muerte. Más de un año después de que Anna tomó DMT en marzo de 2017, todavía se sentía motivada a ser más caritativa con otros, comentó ella.
Aun así, a pesar de los beneficios aparentes, es escasa la evidencia para explicar por qué la DMT crea un efecto similar a las experiencias cercanas a la muerte, dijo Timmermann.
“Ha habido hipótesis, las cuales declaran que como somos capaces de sintetizar la DMT naturalmente en nuestros cuerpos, entonces en situaciones extremas (como en las experiencias cercanas a la muerte) habría una descarga enorme de DMT en el cerbero que podría provocar las ECM.
“Otra alternativa es que se pueden alcanzar estados similares de consciencia mediante mecanismos diferentes. Tanto la DMT como las ECM podrían inducir efectos dramáticos similares en el cerebro pero a través de puntos de inicio diferentes”, continuó él.
Entonces, ¿qué sucede exactamente cuando mueres? Todavía no estamos seguros, pero la DMT por lo menos podría ser una de las maneras menos permanentes de satisfacer tu curiosidad.
*El nombre se cambió para proteger la identidad de la participante.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek