
LA ADMINISTRACIÓN DE ALIMENTOS Y MEDICAMENTOS (FDA, POR SUS SIGLAS EN INGLÉS) aprobó una versión de leucovorina producida por GlaxoSmithKline (GSK), años después de que la compañía retirara el medicamento de su proceso de evaluación al suspender su fabricación.
El anuncio, publicado este lunes 22 de septiembre en el Registro Federal antes de un discurso del presidente Donald Trump, incluyó datos de 40 pacientes con un trastorno raro llamado “deficiencia de folato cerebral”. Esta condición puede provocar síntomas neurológicos similares a los que a veces se observan en personas con autismo.
La decisión refleja el renovado interés en la leucovorina, también conocida como ácido folínico. Según el Instituto Nacional del Cáncer (NIH, por sus siglas en inglés), se trata de un tipo de ácido fólico con propiedades quimioprotectoras y quimiosensibilizadoras. Se utiliza de manera individual o en combinación con otros fármacos para tratar algunos tipos de cáncer colorrectal y ciertos casos de anemia.
La leucovorina es, además, una forma de folato o vitamina B9 que la FDA aprobó hace años para contrarrestar los efectos tóxicos de algunos fármacos oncológicos, como el metotrexato, que inhiben la absorción de folato en el organismo. De igual manera, se prescribe para potenciar la eficacia de ciertos medicamentos de quimioterapia. Se administra por vía oral o intravenosa y lo producen más de media docena de compañías.
El folato desempeña un papel esencial en el crecimiento y la división celular, fortalece el sistema inmunitario y participa en la producción de glóbulos rojos sanos. Un nivel insuficiente de folato durante el embarazo puede provocar defectos del tubo neural, malformaciones graves en el cerebro y la médula espinal. Por esta razón, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan que todas las mujeres con posibilidad de embarazo consuman 400 microgramos de ácido fólico al día.
Algunos estudios, aunque no todos, sugieren que los niveles bajos de folato materno al comienzo del embarazo pueden aumentar el riesgo de autismos en los niños. Los médicos recetan cada vez más leucovorina fuera de indicación, o fuera de su uso aprobado, a menores con autismo. Investigaciones del Centro Médico Suny Downstate, en Brooklyn, y otras instituciones indican que hasta tres cuartas partes de los niños con autismo podrían presentar variaciones genéticas o problemas autoinmunes que impiden que el folato llegue al cerebro.
Varios artículos pequeños han vinculado estos marcadores biológicos con síntomas más graves y han sugerido que la leucovorina puede mejorar el lenguaje, las habilidades sociales y la irritabilidad en algunos infantes.
Aun así, los expertos advierten que la ciencia dista mucho de ser concluyente. La Fundación para la Ciencia del Autismo afirmó que la evidencia se encuentra en etapas muy tempranas y solicitó ensayos más amplios y rigurosos. El grupo señaló que los hallazgos positivos provienen de solo cuatro pequeños estudios controlados aleatorizados, cada uno con diferentes dosis, métodos y resultados, y uno de ellos centrado en una variante genética específica.
Por lo anterior, hasta ahora la leucovorina sigue siendo un fármaco de apoyo a la quimioterapia con el que algunos médicos están experimentando en el tratamiento del autismo. La decisión de la FDA de aprobar la versión de GSK garantiza una mayor disponibilidad, pero las dudas sobre su papel en el tratamiento del autismo todavía no se han resuelto.
Por otra parte, este lunes el presidente Trump aprovechó el podio de la Casa Blanca para promover supuestos vínculos entre el Tylenol, las vacunas y el autismo, sin presentar evidencia científica que sustentara sus declaraciones. Exhortó a las mujeres a evitar el acetaminofén —conocido comercialmente como Tylenol— “durante todo el embarazo” y aseguró que la FDA advertiría al personal sanitario sobre una posible relación con el autismo. Sin embargo, no mostró datos médicos ni directrices de la agencia que respaldaran su afirmación. N
(Con información de Gabe Whisnant / Newsweek Internacional)