En 2024, cuando los presidentes de El Salvador y Argentina tomaron posesión y aseguraron que destruirían la ideología de género, Marta Lamas decidió que era necesaria una investigación de fácil entendimiento que abordara la complejidad del género. Así nació su más reciente obra, ¿Ideología de género? Disputas políticas sobre la diferencia sexual.
Las declaraciones de Nayib Bukele y Javier Milei llevaron a la antropóloga feminista y catedrática a recordar que en América Latina habían existido otros momentos en donde se había usado el concepto de género para acciones políticas, lo que la convenció de la imperante necesidad de explicar, entre otras cosas, que el género no es una ideología, sino un concepto complicado que habla de cultura y de psiquismo y de la forma en que los seres humanos internalizamos la cultura para, de forma inconsciente, resolver asuntos relacionados con la identidad y la diferencia sexual.
“Lo que me motivó fue aclarar por qué se está usando el género como un dispositivo político y no se está entendiendo que es un campo del conocimiento que desde mitad del siglo XX ya está bastante avanzado”, explica la antropóloga. “El concepto se ha utilizado en las políticas públicas con la transversalización de género, la perspectiva de género, y no es posible de repente ahora borrarlo de un plumazo, como si fuera una palabra molesta”.
Además, en ¿Ideología de género?… (editorial Taurus, 2025) le interesaba explicar que el trasfondo de esta instrumentalización implica restaurar el orden natural, es decir, el cristiano. Un orden en donde, entre otras cosas, las mujeres no pueden usar anticonceptivos ni tienen derecho al aborto, y en donde los derechos de los seres humanos se verían influenciados por los designios de Dios.
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Fundadora de la primera revista feminista de la república, Lamas reflexiona sobre cómo esta creciente tendencia beneficia a ciertos sectores políticos con tendencia ultraconservadora, pero no a la población.
“Quienes están usando el dispositivo de género se están aprovechando de la situación de precariedad, vulnerabilidad y miedo ante un futuro incierto. A estas familias se les llega con un mensaje de que te vamos a proteger, el género es una amenaza a tu familia y a tus hijos”.
Quizás el personaje más representativo y escandaloso de estas ideologías conservadoras sea Donald Trump en Estados Unidos, de quien uno de los primeros decretos presidenciales fue borrar el género (gender) de todos los documentos oficiales para dejar solamente sexo. Sin embargo, no es el único. En América Latina, Milei y Bukele abanderan esta cosmovisión, mientras que Viktor Orbán (Hungría) y Giorgia Meloni (Italia) sobresalen en Europa.
“No son casos aislados. Hay algo que los une y es este pensamiento ultraconservador; religioso en el fondo. Y que ha usado retóricamente un argumento sobre la libertad, la familia y la protección”, comenta la especialista, y reflexiona que las bases juveniles de estos movimientos “responden a que mucha gente, frente a una narrativa que les dice: ‘hay una amenaza contra ti y tu identidad’, se aferran y no hay un debate público con estos jóvenes, sino que hay una aceptación de la narrativa”.
EL LIBRO CONVOCA A DESMONTAR MITOS
En su libro más reciente, Marta Lamas —referente del feminismo en México desde la década de 1970— retoma la discusión activa en torno al concepto de “ideología de género”. El texto surge justo en un momento global marcado por recientes retrocesos institucionales: por ejemplo, una orden ejecutiva en Estados Unidos que redefine el género exclusivamente como masculino y femenino, así como ascendentes reacciones conservadoras en América Latina.
El libro convoca a desmontar mitos, recuperar una perspectiva informada sobre género y fortalecer las resistencias ante las políticas regresivas. En palabras de varios especialistas, sirve como “herramienta para enfrentar los discursos antigénero” e invita a pensar más allá del binario masculino/femenino.
De acuerdo con Lamas, el punto de partida para que estas tendencias conservadoras retomaran fuerza fue la interrelación entre tres momentos clave que marcaron el rumbo social: la cuarta ola del feminismo en 2014, el movimiento #MeToo en 2017 y la pandemia en 2020.
El #MeToo es clave para entender las reacciones negativas, pues si bien fue un movimiento muy importante y necesario de escala mundial que permitió a mujeres de todo tipo protestar ante el acoso y el hostigamiento, también hubo casos de denuncias falsas que afectaron la vida de muchos hombres.
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“Como siempre ocurre en política, todo grupo tiene personas extremistas, personas tramposas, personas mentirosas. Y el feminismo tiene activistas que son muy buenas y otras que son tramposas. No hay pureza posible”, detalla la especialista. Y añade: “Tiene que ver con la comunicación global en internet, en donde el hilo de la violencia hacia las mujeres va a ser muy impactante. Entonces son tres momentos que están vinculados y que van a ser un quiebre”.
Esta ruptura afectó a muchos hombres, lo que explica en buena parte la reacción opositora de muchos varones jóvenes ante un feminismo que, para muchos, resulta un tanto agresivo, tanto en términos de representación y presencia en espacios públicos como en la vida personal.

Además, un cambio indudable en las nuevas generaciones es la masificación del movimiento feminista entre las jóvenes, lo que genera una narrativa de empoderamiento para las mujeres.
“A mí el término no me gusta, pero este empoderamiento implica que quienes pierden poder y pierden muchas cosas son los hombres. Entonces, hay un enojo entre muchos hombres jóvenes, que en vez de darse cuenta de la oportunidad que resulta de cambiar el orden simbólico de género y dejar la masculinidad tradicional que es tóxica y asumir una nueva masculinidad, lo que sienten es que están perdiendo y se sienten muy amenazados y enojados”.
Lamas detalla que actualmente es preciso distinguir entre quienes están en contra de la ideología de género como resultado de heridas personales, así sean heridas narcisistas, heridas de rechazo, insatisfacción o miedo y quienes están por razones religiosas. Además, llaman la atención aquellas posturas de rechazo que surgen de movimientos autodenominados progresistas, como la oposición del feminismo más radical a las mujeres transexuales.
MARTA LAMAS Y LAS POSTURAS DE LAS MUJERES
“Hay muchos feminismos y el problema es la mirada esencialista. Hay un pensamiento fundamentalista muy rígido, muy vinculado a la biología que resulta en toda esta reacción de las feministas que rechazan a las mujeres trans y que dicen: esas no son mujeres, en vez de decir, hay muchas formas de ser mujer. Se vive este florecimiento de las nuevas identidades como una amenaza personal, y entonces radicaliza hacia la parte muy conservadora este tipo de feministas”, explica Lamas.
La ignorancia sobre lo psíquico y la fijación en lo biológico ha llevado a muchas mujeres a tomar una postura defensiva, en donde el borrado de las mujeres es un tema central de debate, pues, según dichas posturas radicales, la ideología de género permite que ocupen los lugares que en muchas sociedades se han dado como oportunidades especiales para mujeres.
La mayoría de estos debates se masifican y distorsionan en las redes sociales, que fungen también como herramientas de polarización. “Es una pena que las redes sociales se hayan vuelto el espacio de la venganza y del insulto anónimo. Ni siquiera es un espacio de debate público en donde podamos ir con nuestros argumentos a confrontar posiciones y aclarar cosas, es ataque”.
Aunque Marta Lamas no cuenta con redes sociales, ha podido identificar una dicotomía tóxica. Por un lado, las redes se vuelven una oportunidad para transmitir información y crear espacios de libre expresión, pero al mismo tiempo, la información puede estar sesgada y puede ser verdaderamente contraproducente.
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“Muchas intervenciones en TikTok han hecho que niños púberes o adolescentes de repente caigan en este rollo de ‘tú puedes cambiar tu identidad’. No. Nadie cambia su identidad. Lo que hay que hacer es reconocer qué identidad tenemos y tratar de asumirla sin conflictos. Pero no es de que yo me pongo hoy un saco y me quito el saco y me pongo otro, y no es porque en TikTok me digan que puedo cambiar”.
Una vez más, la especialista resalta la importancia del debate público alimentado por conocimiento, que no se trate solo de confrontación de posturas políticas, sino de cuestionarse sobre la identidad, su formación y las implicaciones que tiene que un ser humano con una biología determinada se asuma como una persona con una identidad que no corresponde a esa biología y con la clasificación tradicional.
“Tenemos que ampliar las clasificaciones. Hay que reconocer que hay muchas formas de ser mujer, muchas formas de ser hombre, y muchas formas de ser personas raras, queers, distintas, que no se sienten ni mujer ni hombre”.
Ligado a esta necesidad de ampliar el paradigma, Marta Lamas concluye que el alegato que trata de plantear con el libro ¿Ideología de género?… es muy simple, pero necesario frente al panorama político que se vive: todos somos seres humanos. “Y todos debemos de gozar de los mismos derechos”, concluye. N