Sin dudarlo, podemos decir que hoy el mundo se encuentra en un punto de inflexión crítico. Hay una profunda fragmentación mundial y las reestructuraciones hegemónicas, así como la consecuente competencia entre potencias, aceleran el riesgo de más conflictos, al tiempo que el sistema internacional y la gobernanza global muestran creciente incapacidad para gestionar la paz y la seguridad en distintas regiones del planeta.
La tan anhelada paz duradera parece estar cada vez más distante. Diversos analistas y estudiosos coinciden en señalar que hoy nos encontramos en el punto de mayor tensión y fragmentación mundial prácticamente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Actualmente, se estima que hay alrededor de 60 conflictos estatales activos, al menos 78 países están involucrados en algún tipo de enfrentamiento armado y, solo como dato, el año pasado (2024) perdieron la vida más de 155,000 personas como consecuencia directa de la violencia estructural prevaleciente.
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Es evidente que el sistema internacional atraviesa una severa crisis de legitimidad y eficacia. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) muestra cada día su incapacidad de mantener y garantizar la paz y la seguridad internacionales, que es uno de sus objetivos centrales de acuerdo con su Carta. Su capacidad de mediación es prácticamente nula, lo mismo que la de diversos organismos regionales, por lo que continuamente hablemos de la crisis del multilateralismo.
LA SOLUCIÓN PACÍFICA DE LAS CONTROVERSIAS ES UNA UTOPÍA
Guerras y enfrentamientos como el de Yemen, el Rusia-Ucrania, el de la Franja de Gaza y la más reciente confrontación entre Irán e Israel evidencian escenarios donde los conflictos tienden a dirimirse más por la fuerza de las armas y no por la negociación diplomática. El llamado multilateralismo público y abierto no genera espacios viables que conduzcan eficazmente a la solución pacífica de las controversias.
En este contexto, las zonas más afectadas son Oriente Medio y el norte de África, regiones en las que países como Sudán, Yemen, Siria, Israel e Irán registran los niveles más bajos de paz al tiempo que la región de Sahel se ha convertido en punto neurálgico de terrorismo y continuos golpes de Estado. Asia, por su parte, observa un deterioro de la paz debido a las crisis y continuos disturbios civiles, lo mismo que América Latina, donde los retrocesos democráticos y los autoritarismos sin importar de derecha o izquierda se posicionan fuertemente. Y qué decir de Europa, que enfrenta la crisis ruso-ucraniana en su propio espacio geoestratégico.
Quizá pocos recuerdan que el año 2024 se caracterizó por el gran número de elecciones celebradas a nivel mundial. Las cifras varían dependiendo el criterio y alcance de los comicios; sin embargo, se calcula que hubo al menos 70 procesos electorales de orden nacional, y si sumamos procesos electorales subnacionales, el número puede llegar a cerca de 100 países.
LAS ANHELADAS PAZ Y PROSPERIDAD NUNCA LLEGARON
Las elecciones al más alto nivel de las estructuras gubernamentales llevaron a nuevos liderazgos políticos, lo que mostró el marcado malestar social y un castigo a las fuerzas gobernantes previas, lo que ha debilitado aún más la estabilidad en muchos gobiernos, acelerado la crisis democrática y promovido el aumento de proyectos políticos de extrema derecha o extrema izquierda profundamente nacionalistas y populistas, lo que imposibilita aún más el ejercicio de una efectiva gobernanza global.
El arranque del siglo XXI supuso el ingreso a una era de paz y prosperidad como resultado de la profundización de la interdependencia y la globalización. Por cerca de dos décadas la gobernanza global, definida como ese conjunto de reglas, instituciones y procesos que orientan la interacción en el escenario internacional que incluye actores no estatales como las organizaciones internacionales gubernamentales y no gubernamentales y movimientos de la sociedad civil, parecía que, al lado de los gobiernos estatales, trabajaría para afrontar los retos mundiales. Sin embargo, eso va quedando en el olvido.
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El objetivo de esta gobernanza mundial para trabajar por los bienes comunes y los problemas transnacionales a través de la interacción de estos actores en diversas esferas de autoridad siguiendo un orden normativo consensado hoy está en crisis.
El anhelo de trabajar de manera conjunta frente a la creciente complejidad de los problemas globales y la necesidad de soluciones coordinadas y multilaterales en temas como la construcción de paz, el medioambiente, los derechos humanos, la migración y otros implica una nueva correlación de fuerzas y de autoridad más allá de los Estados-nación. Sin embargo, los principios normativos y las instituciones constituyentes de esta gobernanza muestran una severa crisis de legitimidad, eficacia y representatividad.
LA GOBERNANZA GLOBAL ES HOY LA GRAN AUSENTE
La humanidad enfrenta amenazas diversas entre las que destacan la multiplicación de guerras y conflictos armados, proliferación armamentista y nuclear, terrorismo, cambio climático, crisis económica, amenazas cibernéticas, violaciones sistemáticas a los derechos humanos, crímenes de lesa humanidad y muchas otras más que ya no pueden ser atendidas de manera nacional sobre la base de una errónea interpretación de la independencia, la soberanía y la seguridad nacionales.
Los objetivos de la gobernanza de paz, promoción de la justicia social, equidad, protección y garantía de derechos humanos, fortalecimiento de la cooperación y el multilateralismo se van diluyendo frente al ejercicio del poder en sus más clásicas manifestaciones.
Discursos a favor de la paz, la cooperación, la solución negociada de los conflictos, así como la búsqueda de treguas y los llamados al alto al fuego se repiten por doquier. Sin embargo, el futuro inmediato está marcado por gran incertidumbre, recomposiciones en las alianzas estratégicas, y la posibilidad de una escalada bélica en distintos escenarios se profundiza… la gobernanza global es hoy la gran ausente. N
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Luz Araceli González Uresti es profesora investigadora de Relaciones Internacionales de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tec de Monterrey. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.