En un mundo marcado por las cicatrices del colonialismo, en donde gran parte del patrimonio cultural de la diáspora africana y los pueblos originarios se encuentra en museos de Occidente, Brasil está apunto de recuperar, vía la repatriación, 750 obras de artistas predominantemente negros que eran expuestas en Estados Unidos y Canadá.
Estas obras comprenden esculturas talladas en hierro y madera, pinturas, grabados y objetos religiosos y folclóricos. Todas estuvieron en Norteamérica por más de tres décadas sin ningún tipo de alimentación ritual o procedimiento público que refleje la dimensión subjetiva de estos artefactos y completamente ajenas a su propio sistema lógico.
Ahora, el Museo Nacional de la Cultura Afro-Brasileña (Muncab) se prepara para recibirlas como donación. Bárbara Cervenka y Marion Jackson, artista e historiadora, respectivamente, son figuras importantes en esta devolución. Según detalla Jamile Coelho, directora del Muncab y responsable de recibir las obras, ambas viajaron a Brasil durante 30 años para investigar el arte latinoamericano y desarrollar una colección con obras brasileñas y peruanas.
En el proceso conocieron a los artistas y se adentraron en lo que representaban las piezas. Ambas detallan que las obras las compraron directamente a los autores, en su mayoría con sus propios recursos, aunque algunas fueron regalos y otras las adquirieron con subsidios.
LA REPATRIACIÓN DEVUELVE A LAS OBRAS EL ESTATUS QUE MERECEN
“La llegada del acervo al Museo Nacional de la Cultura Afro-Brasileña a partir de la colaboración con la institución cultural Con/Vida, con sede en Detroit (Estados Unidos), no solo devuelve a las obras el estatus que merecen, sino que también reescribe una narrativa de resistencia”, explica Coelho.
Ubicado en Bahía, el estado brasileño con el mayor contingente urbano de población negra fuera de África, el Muncab es el encargado de la repatriación de estas 750 piezas, las cuales varían de tamaño y representan la mayor donación privada extranjera de artículos de la cultura afrobrasileña en la historia del país.
La repatriación del arte es un hecho de mucho simbolismo para la preservación de la memoria afrobrasileña, pues a través de la representación de costumbres, narrativas y tradiciones las obras otorgan sentido de pertenencia y dignifican y recuperan la humanidad del sur de América.
Estas obras se han clasificado como “arte popular” o “folclórico” de forma peyorativa, lo que ha disminuido su complejidad y su valor en el escenario global debido a que fueron producidas por artistas fuera de la academia y alejados de la lógica eurocéntrica; sin embargo, Coelho reconoce esta repatriación como un paso decisivo en la reivindicación de los artistas y el arte latinoamericano.
EL ARTE DE LOS PUEBLOS NEGROS AHORA SE PRESENTA COMO FUNDAMENTAL
“La repatriación representa un cambio de paradigma al reconocer que estas obras poseen un valor estético, histórico y cultural invaluable que trasciende las clasificaciones reduccionistas”, detalla la directora del Muncab en entrevista con Newsweek en Español. “El arte de los pueblos negros, una vez considerado periférico, ahora se presenta como fundamental para la comprensión de la formación cultural brasileña y global”.
Además de desafiar los estereotipos impuestos y reafirmar el papel central de los artistas negros en la construcción de una estética que cuestiona y amplía las fronteras del arte contemporáneo, la donación evidencia la importancia de descolonizar la comprensión del arte.
“Durante mucho tiempo el mundo del arte fue dominado por perspectivas eurocéntricas que marginaron formas de arte no occidentales”, explica Coelho. “Traer de vuelta estas piezas significa restaurar parte de la historia y el legado que fue negado o desplazado a lo largo de siglos. Para muchas comunidades estas obras no son solo objetos de arte, son símbolos de ancestralidad, resistencia y continuidad cultural”.
Coelho define esta donación como un profundo acto de revalorización identitaria para la población de Bahía, un territorio de fuerte tradición africana, pues permite que los habitantes se conecten con sus raíces de manera concreta y tangible. Además de impactar todo el territorio brasileño, se busca que este acervo circule por América Latina.
UNA OPORTUNIDAD PARA QUE LOS JÓVENES LATINOS SE VEAN REPRESENTADOS
“Estas obras necesitan convertirse en instrumentos de educación y memoria y que generen diálogos intergeneracionales que refuercen el sentimiento de pertenencia y de orgullo de una herencia cultural riquísima”, explica Jamile Coelho. “También ofrecen una oportunidad para que los jóvenes latinos se vean representados y comprendan la importancia de su historia en la construcción de la cultura mundial”.
Por lo tanto, la donación es también una forma de alimentar la autoestima y de resignificar la relación de las comunidades con su propio patrimonio cultural. La sede no es aleatoria, pues varias de las obras retratan ceremonias religiosas, eventos históricos y hechos de la vida cotidiana en Bahía.
“Al ver estas obras de arte las personas pueden conectarse con sus ancestros, entender sus tradiciones culturales y sentirse orgullosas de su patrimonio”, asegura la directora del Museo Nacional de la Cultura Afro-Brasileña. “Esta afirmación cultural es esencial para combatir los efectos psicológicos y sociales de siglos de opresión y discriminación”.
El saqueo y el extractivismo, profundamente ligados al sometimiento de las diásporas africanas, son quizá las partes más incómodas de reconocer para Occidente. En este caso particular, la directora del Muncab resalta que las obras se adquirieron legalmente, por lo que su donación tiene un carácter distinto al de las expropiaciones culturales. Quizás a eso se debe que la repatriación es factible y uniforme.
Sin embargo, el extractivismo cultural es un modelo del que tanto América Latina como África aún padecen los estragos, pues resultó en la retirada sistemática de expresiones artísticas, saberes y elementos identitarios de los países de la región, especialmente de aquellos pertenecientes a las culturas afrobrasileña e indígenas.
LA REPATRIACIÓN DE OBRAS ES UN PASO PARA REPARAR ERRORES HISTÓRICOS
“Obras de arte, artefactos sagrados y conocimientos ancestrales fueron llevados a las potencias colonizadoras, sin consentimiento, en un proceso que privó a las comunidades locales de su propio patrimonio cultural”, detalla Coelho. “Este fenómeno no solo vació la producción artística en Brasil, sino que también desarticuló la transmisión de saberes y la preservación de historias y tradiciones, lo que llevó a una profunda pérdida de la identidad africana y a una comprensión distorsionada de las historias y culturas brasileñas”.
En contraposición, los museos e instituciones culturales del hemisferio norte enriquecieron sus colecciones y mantuvieron bajo su control el legado artístico de los pueblos colonizados. Coelho afirma que el legado de la extracción cultural todavía moldea a Brasil en el presente.
“Durante siglos se marginaron y demonizaron las religiones, la música y el arte de origen africano”, explica la directora. “Al traer estas 725 obras de arte de vuelta al país damos un paso significativo para reparar esos errores históricos y reconocer las contribuciones invaluables de las culturas africanas a la sociedad brasileña. Estamos desafiando las narrativas coloniales que dominaron la historia del arte durante siglos”.
En este sentido, es importante reconocer la importancia de África y de los pueblos originarios en el legado civilizatorio, pues no existiría Picasso, el tango y el cubismo sin el arte africano; así como tampoco se entenderían conceptos de matemática y astronomía sin los aztecas, mayas e incas. La discusión sobre estas contribuciones se alinea con la lucha por la reparación y por un reequilibrio de las narrativas globales del arte.
LA HISTORIA DEL ARTE HA ESTADO MARCADA POR SIGLOS DE INVISIBILIZACIÓN
Vale la pena recalcar que la discusión sobre el saqueo cultural y la deuda histórica con los pueblos originarios no busca la confrontación polarizada, sino el reconocimiento y la transformación del ideario. En el arte, la discusión es fundamental para el avance de una creación artística más justa y representativa.
“Es necesario reconocer que la historia del arte ha estado marcada por siglos de invisibilización y apropiación de las creaciones de artistas negros”, expone Jamile Coelho. “Este proceso no se limita a la devolución de objetos: cuestiona las estructuras de poder que sostuvieron la dominación cultural y económica sobre los países colonizados”.
El cuestionar y reconocer permite que artistas e instituciones del sur global se reconecten con su propio patrimonio y que la producción artística se recontextualice en su lugar de origen, de modo que las posibilidades del arte contemporáneo se amplíen y nuevas perspectivas estéticas y discursivas sean estimuladas.
Si bien esta repatriación de obras a Perú y Brasil son victorias indudables que abren paso a trayectorias prometedoras, todavía hay muchos desafíos que enfrentar, como el desequilibrio de poder en el mercado del arte, con instituciones y colecciones que retienen gran parte del patrimonio artístico mundial.
“El acceso a la financiación, la visibilidad internacional y la infraestructura para preservar y promover el arte de artistas decoloniales sigue limitado en muchos contextos”, concluye Jamile Coelho. N