En su novela más reciente, Cómo vi a la mujer desnuda cuando entraba en el bosque, Martín Solares trae de vuelta a Pierre Le Noir para cerrar la trilogía que mezcla el misterio policiaco, lo sobrenatural y el movimiento surrealista.
Tras constantes noches en vela y una densa documentación histórica y biográfica acerca de los personajes, el escritor tamaulipeco trazó las líneas conclusivas de la historia de Pierre Le Noir, el protagonista que rompe con los cánones del género policiaco.
En palabras del propio Martín Solares, Le Noir “es un muchacho de 18 años que va descubriendo el mundo y eso es también lo refrescante de la novela”. Este joven, además de ser un narrador con quién es fácil empatizar, guía al lector de una manera tan orgánica que permite profundizar en los idearios surrealistas y conocer a sus mayores exponentes, principalmente a André Breton.
Para retratar con calidez y realismo a personalidades que marcaron un antes y después en la concepción del mundo y el arte, Solares detalla que, si bien durante su proceso creativo “lo sobrenatural aparece de repente, casi de forma espontánea, la parte histórica es documentarse, leer muchísimas biografías, enciclopedias y expedientes”.
Y es justamente este denso trabajo de investigación lo que quizá le permite al autor presentar a todos estos artistas sin caer en clichés que evocan desorden y personalidades puramente caóticas e irracionales.
Al ser los surrealistas sospechosos, Solares juega con esta concepción peligrosa que se tenía (o tiene) de aquellos artistas, para después, ante los ojos de Le Noir, mostrarnos sus miedos, dificultades, procesos creativos y pasados.
EL GRAN LEGADO DE LOS SURREALISTAS
En esta misma línea, Solares detalla que los surrealistas nos han heredado muchas cosas: “Gran parte de lo que somos es gracias a ellos. Ellos nos dieron tres conceptos: la poesía, el amor y la libertad”.
Y añade, en entrevista con este medio: “Cuando buscamos proteger los derechos humanos se presenta esta concepción de libertad. Cuando nos enamoramos lo hacemos en términos surrealistas. Cuando exigimos calidad literaria también estamos buscando la poesía”.
En Cómo vi a la mujer desnuda cuando entraba en el bosque (Random House, 2024), algunas acciones de los surrealistas parecen ser respuestas, aunque iracundas, comprensibles al panorama de posguerra que se vivía en París y toda Europa en los años 1920. Para Solares, la actualidad no se aleja de ese mismo escenario.
“Los surrealistas tienen mucho para ofrecer al México presente. En esos años los franceses también tenían secuelas de una terrible violencia donde muchos jóvenes perdieron la vida, vivían una agitación política importante, existía una desconfianza para los funcionarios, y creo que eso también lo podemos encontrar en el México actual”.
Si aquellos tiempos pueden servir de espejo para el presente, el arte se mantiene como una herramienta para responder y generar un impacto en la realidad, por más conflictiva que se muestre.
En cuanto a la literatura, Solares detalla: “Tenemos que combatir el envenenamiento del lenguaje, que ha crecido durante los últimos años. A veces basta una palabra en una reunión para comenzar la discusión. Hay que combatir eso. Creo que la labor de los escritores es purificar el lenguaje, que ha sido tan contaminado por políticos y funcionarios”.
MARTÍN SOLARES Y LA INDAGATORIA DEL PASADO
En cuanto a la ficción, además de la reparación vital del lenguaje en un presente polarizado, Solares la encuentra como una vía de reflexión: “Si bien en el periodismo se requiere esa exactitud del tiempo y el hecho, la ficción nos permite indagar en el pasado. La ficción nos muestra que los humanos no vivimos solo en un plano de tiempo presente, sino que converge lo que fuimos y seremos”.
En términos de escritura personal, Martín Solares está orgulloso de haber llevado tan lejos esta historia, pues, aunque ha publicado también sobre el narcotráfico, el deseo de escribir relatos policiacos encontró salida con Le su personaje Noir: “Yo renuncié al mundo editorial, me fajé el pantalón y comencé a escribir. Mi renuencia fue en 2015 y no me he arrepentido ni un minuto de todo este camino”.
También hay alegría luego de años de transitar un largo camino creativo: “Para mí es como recorrer una isla en donde vi tres pináculos (poesía, amor y libertad), y cada entrega explora uno de ellos”.
Aunque en el caso de este tercer tomo la trama gira en torno al amor, ligado a su vez a la ausencia, hay pasajes oscuros con fantasmas suspendidos en el tiempo y crímenes por resolver, por lo que el autor reconoce una evolución en su escritura.
LOS SERES SOBRENATURALES GANAN TERRENO
“Claro que se ha transformado, principalmente porque los fantasmas ya no llegan en pesadillas y ahora los personajes conviven con ellos”. Así, los seres sobrenaturales han ganado tanto terreno que incluso cuentan sus propias historias.
Al preguntar si hay un mensaje o propósito detrás de este gusto por los fantasmas, el autor se ríe y detalla: “Los novelistas somos muy malos para resumir nuestra obra y no creo que haya como tal un mensaje. Lo que espero es que mis historias generen pesadillas en los lectores, que les genere terror, como ha pasado antes con Catorce colmillos y Los minutos negros”.
Afirmar que Martín Solares logra su cometido es simplificarlo. Su obra, inquietante y humana, es capaz de absorber al lector en conflictos incómodos, en donde lo sobrenatural y el misterio son casi una excusa para poner en evidencia aquellos rasgos desagradables con los que el ser humano ha lidiado por décadas.
Por último, el escritor destaca la carga surrealista en toda la novela, que enriquece al lector y esclarece el carácter verdadero de este movimiento artístico, el cual otorgó un legado en torno a la poesía, la libertad y el amor.
Los surrealistas, fuera de la obra de Solares, pueden encontrarse en el diseño publicitario con sus cadáveres exquisitos, en corrientes estéticas de moda y en todo aquello que busca lo asombroso e inesperado. N