Donald Trump y Kamala Harris multiplican sus eventos de campaña en Pensilvania, centrando su atención en el electorado afroamericano y en los cerca de 580,000 latinos con derecho a voto en este estado que no se perfila como republicano ni demócrata.
El expresidente, de 78 años, y la vicepresidenta, de 59, buscan captar el apoyo de los votantes indecisos y garantizar que sus seguidores acudan a las urnas el 5 de noviembre, fecha de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
En este país de Norteamérica el voto popular no elige al presidente, sino que escoge a los 270 delegados del Colegio Electoral que a su vez definirán al próximo mandatario por mayoría absoluta. Republicanos y demócratas buscan hacerse con los electores de unos cuantos estados, llamados bisagras o pendulares, que votan por uno u otro partido, según el candidato.
Pensilvania, con sus 19 delegados, es el premio mayor de estos estados clave. En este estado del noreste del país viven más de un millón de latinos, según la Oficina del Censo de Estados Unidos. De ellos 579,000 pueden votar, de acuerdo con datos publicados por el Instituto Latino de Política Pública de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), pero acostumbran a hacerlo la mitad, un porcentaje muy inferior al de población blanca o negra que acude a las urnas.
En contexto, Harris está empatada con Trump en las encuestas o ligeramente por delante a nivel nacional, pero no ha conseguido el impulso que necesita en los únicos estados que cuentan. Como en 2016 y 2020, los famosos estados bisagra o pendulares (Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin) podrían decidir si la exfiscal o el empresario consiguen los 270 votos electorales que necesitan para ganar.
PARA TRUMP Y HARRIS CADA VOTO CUENTA… Y EN PELSILVANIA MÁS
“Es una simplificación extrema atribuir un margen de victoria estatal o nacional a solo un grupo demográfico”, explica el profesor universitario AK Sandoval-Strausz, en un artículo en la plataforma The Conversation.
En palabras del docente de historia y director del programa de estudios latinos en la Universidad Penn, “en unas elecciones muy reñidas como estas, pequeños cambios en los márgenes entre grupos clave, como los votantes latinos en Pensilvania, pueden determinar quién se convierte en presidente”.
Ambos candidatos saben que cada voto cuenta. Trump ganó en Pensilvania por 44,000 sufragios en 2016 y el presidente demócrata Joe Biden se impuso por 81,000 en 2020.
La composición latina de este estado dista de la de otros. En Pensilvania 53.4 por ciento son puertorriqueños, 12.6 por ciento de origen mexicano, 11.3 por ciento dominicano, 3 por ciento cubano y 2.6 por ciento colombiano, según la plataforma de datos Latino Data Hub.
Tradicionalmente los puertorriqueños son los más leales a los demócratas y los de ascendencia cubana a los republicanos. El Partido Demócrata se ha llevado la mayoría de los votos latinos a nivel nacional, pero va perdiendo terreno entre esta comunidad desde la irrupción de Trump en política. Ambos candidatos buscan convencer a los indecisos y para conseguirlo utilizan todas las armas a su alcance.
LOS EQUIPOS DE CAMPAÑA INTENTAN ATRAER AL ELECTORADO CON MÚSICA
Los equipos de campaña de Harris y Trump intentan atraer al cantante puertorriqueño Bad Bunny no solo a Pensilvania, cuyo apoyo, según algunos estrategas, puede ser más decisivo que el de la artista estadounidense Taylor Swift, quien respaldó a la vicepresidenta.
A tenor de los críticos, puede influir en la preferencia de los condados en declive del este de Pensilvania, un estado que forma parte del llamado cinturón del óxido, golpeado por la decadencia industrial de las últimas décadas.
De igual manera, puede ser de ayuda el cantautor Billy Joel, que puso letra a las penurias de los trabajadores despedidos de las fábricas de la región, estima Sandoval-Strausz.
Ni el cantante y compositor de rock y pop, muy famoso en las décadas de 1970,1980 y 1990, ni la estrella del reguetón y trap latino se han implicado en la campaña electoral.
Aquí la música podría no tener un gran peso; el electorado latino votará con las mismas preocupaciones que el resto de los estadounidenses, según las encuestas. Lo hará pensando en el bolsillo, en la capacidad adquisitiva mermada tras la pandemia, aunque la inflación ha dado una tregua, al caer en septiembre al 2.4 por ciento interanual.
La migración irregular en la frontera con México no figura como tema prioritario en los sondeos, por mucho que sea el preferido de Trump y centra la batalla electoral; con los republicanos en posición de ataque y los demócratas a la defensiva tratando de limitar los golpes, dilucida Sandoval-Strausz. N
(Con información de AFP)