Con el avance de la inteligencia artificial poco a poco los expertos se cuestionan para qué más puede ser útil esta ciencia o cómo puede perjudicar, y ahora la pregunta ronda en si es una heroína o una enemiga del cambio climático.
Los edificios vacíos y las obras abandonadas de la antigua acería de Midland, Pensilvania, hablan del pasado industrial de esta ciudad del valle del Ohio.
Crucible Steel dio trabajo a miles de personas durante casi un siglo, impulsando la economía local, antes de cerrar en plena recesión de la industria hace décadas, con lo que dejó otro artefacto más del cinturón del óxido.
Pero Rahul Mewawalla, CEO de Mawson Infrastructure Group, ve algo más en los residuos industriales: energía para un centro de datos que convierta a esta pequeña ciudad al este de la frontera estatal de Ohio en parte de la revolución de la inteligencia artificial.
Mewawalla explica a Newsweek que “la infraestructura eléctrica subyacente está ahí. Antiguas instalaciones industriales como la acería Midland consumían grandes cantidades de electricidad, y las conexiones de alta potencia seguían funcionando cuando cerró la fábrica”.
Mawson tiene ahora unos 60 centros de datos modulares del tamaño de un tractor-remolque funcionando en 2.5 hectáreas del antiguo emplazamiento de Crucible Steel, procesando “ceros” y “unos” para clientes digitales. El reluciente metal de las unidades de datos contrasta con las estructuras sucias y las vías del tren.
MILES DE MILLONES DE DÓLARES SE INVIERTEN EN INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Pero las unidades de procesamiento gráfico (GPU) de los centros de datos, que hacen posible gran parte de la inteligencia artificial generativa, son grandes devoradoras de energía –consumen mucha electricidad y emiten mucho calor–, lo que a su vez requiere aún más potencia de refrigeración para mantener los servidores a temperatura operativa. Mewawalla afirma que la reciente incorporación de un cliente de inteligencia artificial ha impulsado a Mawson a ampliar su potencia informática a 120 megavatios en Midland.
Con los miles de millones de dólares que se están invirtiendo en inteligencia artificial y la infraestructura técnica que requiere, la forma en que se decida impulsar y aplicar la tecnología podría determinar si la inteligencia artificial se convierte en heroína o en una villana del clima.
Con agua para refrigeración procedente del río Ohio y un enlace cercano a la red de fibra óptica de Pittsburgh, la antigua acería tiene los ingredientes esenciales para un centro de datos. Pero lo más importante es que, en la orilla opuesta del río, se encuentra la Beaver Valley Power Station, una central nuclear cuyo cierre estaba previsto hace cinco años, pero que sus nuevos propietarios mantuvieron abierta, lo que proporciona al centro de datos abundante electricidad libre de carbono.
“Si quieres trabajar con clientes de la inteligencia artificial, tienes que tener energía limpia”, afirma Mewawalla.
Las estimaciones sobre el consumo de energía de la inteligencia artificial varían mucho, pero un estudio reveló que la generación de una imagen de inteligencia artificial para un modelo popular consumía tanta energía como la carga completa de un teléfono móvil.
BÚSQUEDAS EN INTERNET CON INTELIGENCIA ARTIFICIAL CONSUMEN 10 VECES MÁS ENERGÍA QUE UNA BÚSQUEDA ESTÁNDAR
Según otro estudio, las búsquedas en Internet con inteligencia artificial generativa consumen 10 veces más energía que una búsqueda estándar. Entrenar un gran modelo lingüístico también consume mucha energía. Según una estimación, el entrenamiento del ChatGPT-4 de OpenAI puede haber consumido tanta energía como 4,800 hogares estadounidenses durante un año.
Un informe del Electric Power Research Institute de este año calculaba que, a finales de la década, los centros de datos podrían consumir 9 por ciento de toda la electricidad generada en Estados Unidos, lo que supondría un fuerte aumento con respecto al actual 4 por ciento.
“Por todo lo que estamos viendo, probablemente sea una cifra subestimada”, afirma Mewawalla. “La demanda es mucho mayor de lo que la mayoría de la gente imagina”.
La carrera por asegurar todas las formas de energía para el auge de la inteligencia artificial está en marcha. El viernes pasado, Microsoft anunció un acuerdo con la compañía eléctrica Constellation para comprar 835 megavatios de energía nuclear para sus centros de datos en el noreste y el Atlántico medio, allanando el camino para reiniciar un reactor en la central nuclear de Three Mile Island en Pensilvania.
También en Pensilvania, Amazon Web Services adquirió en marzo pasado un centro de datos anexo a la central nuclear Susquehanna Steam Electric Station. En mayo, Amazon puso la primera piedra de su primera instalación solar a escala industrial, un conjunto de 150 megavatios en el sur de California con enormes baterías para almacenar energía y utilizarla cuando oscurezca.
En agosto, Microsoft puso en marcha una asociación para construir 500 megavatios de energía solar a escala comunitaria en todo el país durante los próximos cinco años. Ese mismo mes, Meta, empresa matriz de Facebook, anunció un acuerdo para comprar 150 megavatios de energía geotérmica para abastecer los centros de datos.
INVERSIONES MASIVAS EN MEGAVATIOS DE ENERGÍA LIMPIA
Pero incluso con esas inversiones masivas en megavatios de energía limpia, la mayor parte de la electricidad estadounidense en la mayor parte del país sigue procediendo de la quema de combustibles fósiles, especialmente gas natural.
Como las empresas de servicios públicos prevén un repunte de la demanda, se está ampliando parte de la generación a gas, al tiempo que se retrasa la retirada de algunos viejos quemadores de carbón.
Eso significa que el auge de los centros de datos de inteligencia artificial también está aumentando el consumo de combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero, incluso en algunas empresas tecnológicas con reputación de tener objetivos climáticos ambiciosos.
Los críticos de algunos grupos ecologistas dicen que las cifras revelan una prioridad diferente. “Les interesa ganar el mercado de la inteligencia artificial y van a hacer todo lo que esté en sus manos para conseguirlo, incluida la destrucción del medioambiente”, declaró a Newsweek Michael Khoo, director del Programa de Desinformación Climática de Amigos de la Tierra.
“Me siento bastante abatido sobre las perspectivas de que Silicon Valley llegue a cumplir los objetivos climáticos si siguen por este camino”, añadió. Sin embargo, la IA y el aprendizaje automático también se están aplicando a algunos de los problemas más difíciles de la tecnología limpia y la climatología.
Los investigadores ya están utilizando estas nuevas herramientas en una amplia gama de aplicaciones relacionadas con el clima, como la adaptación de la energía renovable intermitente a las necesidades de la red eléctrica, la mejora de las predicciones de incendios e inundaciones provocados por el clima y la ayuda a los descubrimientos de materiales utilizados en la tecnología limpia.
EL DINERO QUE FLUYE HACIA LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL PUEDE FOMENTAR EL DESARROLLO DE ENERGÍAS LIMPIAS
El dinero que fluye hacia la IA puede fomentar el desarrollo de energías limpias en regiones que aún dependen en gran medida de los combustibles fósiles. “Como los ingresos en torno a la infraestructura de IA y los márgenes son muy saludables, tenemos la capacidad de ofrecer nuevos incentivos económicos para invertir ahora más en energía libre de carbono”, afirma Mewawalla.
Pero a pesar del gasto en energía limpia de las grandes tecnológicas, los informes de sostenibilidad más recientes de Microsoft y Google muestran fuertes aumentos de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2023, en gran parte debido al crecimiento de la IA. Ambas empresas afirman que siguen comprometidas con sus objetivos de emisiones netas cero.
“No cejamos en ninguno de nuestros objetivos de sostenibilidad”, afirmó Bobby Hollis, vicepresidente de energía de Microsoft, que ocupa el quinto lugar entre las empresas de software y telecomunicaciones en la lista de Newsweek de las empresas más responsables de Estados Unidos.
La empresa se ha fijado el objetivo de ser carbononegativa a finales de la década, tanto reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero como invirtiendo en formas de extraer dióxido de carbono de la atmósfera.
Sin embargo, el informe de sostenibilidad de la compañía mostró que las emisiones agregadas para 2023 aumentaron 29 por ciento en comparación con 2020.
“LA IA SERÁ UNA BUENA ALIADA EN LO QUE RESPECTA AL CLIMA”
La profesora asistente del MIT, Priya Donti, es cofundadora y presidenta de Climate Change AI, un grupo de investigación que patrocina proyectos de IA sobre una serie de temas climáticos y energéticos, desde una fabricación más limpia en las instalaciones de Estados Unidos hasta mejores predicciones de inundaciones para los residentes de Fiji.
Ella está entusiasmada con los beneficios climáticos de la IA, pero desconfía de otras formas en que se le utiliza. “No creo que la IA para el clima sea marketing engañoso”, dijo Donti a Newsweek. “Pero en realidad es importante considerar también las aplicaciones de la IA que están empeorando el cambio climático”.
Entonces, ¿es la IA villana o heroína en esta saga? El mes pasado, Suzanne DiBianca, vicepresidenta ejecutiva y directora de impacto de Salesforce, dijo a Newsweek: “Creo que, 100 por ciento, la IA será una buena aliada en lo que respecta al clima”.
Ella dijo que la firma, que aparece en el ranking 2024 de Newsweek de las empresas más responsables de Estados Unidos, las empresas más ecológicas de Estados Unidos y las empresas más confiables de Estados Unidos, además de las empresas más confiables del mundo de 2023, está invirtiendo en empresarios que están forjando usos positivos de la inteligencia artificial para el clima. “Estamos viendo mucha innovación”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)