

Las cifras cuentan una historia de transformación a escala. Solo en el año fiscal 2024, Cargill invirtió 100 millones de dólares en proyectos de capital para eficiencia y sustentabilidad, restauró 38 mil millones de litros de agua en regiones con estrés hídrico, y dió 7.2 millones de capacitaciones a agricultores en cadenas de suministro globales. Pero detrás de estas métricas
yace un cambio fundamental en cómo Cargill concibe su rol para alimentar a un planeta en crecimiento.
Al centro de esta evolución está Pilar Cruz, Vicepresidenta Ejecutiva y Chief Sustainability Officer de Cargill, quien ha dedicado casi dos décadas a reimaginar qué significa la sustentabilidad corporativa cuando eres responsable de conectar a millones de agricultores con los mercados globales. Como la primera latina en el Equipo Ejecutivo de Cargill y reconocida como una de las TIME100 Climate Leaders de 2024, Cruz aporta una perspectiva forjada en la convicción de que el cambio significativo comienza con las personas que cultivan nuestros alimentos.
“…si los agricultores tienen éxito, podemos aumentar la seguridad alimentaria, fortalecer las comunidades rurales y avanzar en las metas climáticas globales. Por eso nuestro trabajo comienza—y termina—con el agricultor.”
Nacida en Bogotá, Colombia, Cruz creció durante un período de violencia y agitación que tuvo un impacto duradero en su comunidad. “Vi lo difícil que era para las familias trabajadoras ganar un ingreso decente y poner comida en la mesa,” comparte. Esa experiencia moldeó su filosofía de liderazgo e informó cómo Cargill—una empresa con 155,000 empleados operando en 70 países —aborda la intersección entre estrategia de negocio, responsabilidad ambiental y seguridad alimentaria global.
Bajo su liderazgo, Cargill se ha alejado de una estrategia de sustentabilidad centralizada. “Una de las lecciones más importantes que hemos aprendido es que la sostenibilidad no puede ser un esfuerzo aislado. Para que sea efectiva —y escalable— tiene que estar integrada en cómo operamos, cómo tomamos decisiones y cómo creamos valor compartido para nuestros clientes”, señala Cruz.
Este compromiso con la acción colectiva también ha llevado a Cruz a desafiar uno de los mitos más persistentes: que las soluciones pueden venir desde un solo frente. “La realidad es que los desafíos que enfrentamos hoy, particularmente en torno a la seguridad alimentaria, son demasiado complejos para que cualquier actor individual los aborde de forma aislada”, argumenta. Escalar la agricultura regenerativa, construir cadenas de suministro rastreables y descarbonizar el transporte global requieren inversiones y coordinación más allá del alcance de cualquier organización individual. “Estos esfuerzos requieren muchos recursos y a menudo son costosos. Por eso la colaboración no es ‘algo opcional’. Es una necesidad. Ninguna empresa puede cargar con el costo o lograr la escala de transformación por sí sola.”
Cruz ve un potencial igualmente transformador en cómo se mueven los alimentos a través de las cadenas de suministro globales. Juntos, la agricultura, el uso de suelo y el transporte representan casi un tercio de las emisiones totales de gases de efecto invernadero a nivel mundial, convirtiendo a la logística en una frontera crítica para la innovación.
“Un área donde creo que apenas estamos comenzando a aprovechar el potencial es la descarbonización del transporte de alimentos, no solo su cultivo”, observa. “Si hablamos en serio sobre la acción climática, no podemos detenernos en la finca. También tenemos que repensar cómo se mueven los bienes, del campo al tenedor y del puerto al plato.”

La respuesta de la compañía llegó en una forma poco probable: alas de avión en barcos de carga. El Pyxis Ocean se convirtió en el primer buque readaptado con WindWings de 37 metros de largo—alas estilo avión que aprovechan la energía eólica para reducir el consumo de combustible sin sacrificar velocidad o confiabilidad. “Más del 80% del comercio mundial, incluidos los alimentos y productos agrícolas, se transporta por mar, lo que convierte al transporte marítimo en un área crítica para la descarbonización. Para dar ese primer paso, tuvimos que buscar soluciones innovadoras. Algunos cuestionaron si podría funcionar, pero nuestros equipos perseveraron”, recuerda Cruz con orgullo.
“Elige productos que apoyen el abastecimiento sostenible y transparente. Porque cuando los consumidores exigen rendición de cuentas, los sistemas cambian.”
La innovación se extiende a los combustibles. En su instalación de última generación en Gante, Bélgica, Cargill produce biodiésel avanzado para los sectores marítimo y de transporte de carga utilizando aceites de cocina usados y otras grasas residuales. Entre julio de 2022 y mayo de 2025, la planta generó 275,000 toneladas métricas de biodiésel, reduciendo las emisiones en 874,000 toneladas métricas—el equivalente a retirar 400,000 automóviles de circulación durante un año.
“Este tipo de tecnologías redefinen lo que es posible para una industria que tradicionalmente no se considera ágil. Y esa es la lección aquí: a veces, las innovaciones más transformadoras están escondidas a plena vista. Solo necesitamos estar dispuestos a colaborar de manera diferente, pensar creativamente y seguir adelante, incluso cuando es difícil.”
A pesar de todo el énfasis en tecnología y escala, el enfoque de Cruz permanece arraigado en las relaciones humanas—especialmente con los agricultores. Esta mentalidad que prioriza al productor ha dado resultados tangibles en sus operaciones globales.
“No existe una solución única para todos. Cada agricultor es diferente: Diferentes cultivos. Diferentes suelos. Diferentes climas. Y diferentes presiones,” enfatiza. “Lo que funciona para un productor de soja en Brasil puede no funcionar para un cultivador de maíz en Iowa o uno de canola en Australia. Por eso Cargill ha construido un portafolio de soluciones que nos permite trabajar con ellos desde su realidad y desarrollar enfoques que proporcionen beneficios económicos y ambientales fundamentales a sus operaciones.”

Una iniciativa clave es el programa de agricultura regenerativa que ahora abarca más de 16 países, respaldado por iniciativas como RegenConnect, SustainConnect, BeefUpSustainability y ReSolu. “Las prácticas agrícolas regenerativas pueden reducir las emisiones, mejorar la salud del suelo y la retención de agua, limitar el escurrimiento y la erosión, y ayudar a los cultivos a resistir el clima extremo. Pero la adopción depende de la confianza, el apoyo técnico y la viabilidad económica, por lo que trabajamos directamente con los productores para conectarlos con insumos, incentivos financieros y experiencia agronómica local.”
Cruz ofrece un ejemplo de Côte d’Ivoire, donde Cargill se adaptó a las realidades locales para abordar desafíos superpuestos. “Pasamos tiempo conversando con los agricultores y líderes locales para comprender mejor las barreras que enfrentaban. Lo que escuchamos fue doble: los agricultores necesitaban apoyo para mejorar los rendimientos y los ingresos, y las familias carecían de acceso a servicios básicos—en muchos casos, porque los niños no tenían actas de nacimiento requeridas para inscribirse en la escuela o acceder a servicios de salud.” La respuesta de la compañía fue multifacética: fomentar la adopción de prácticas de agroforestería mientras trabajaban con autoridades locales y cooperativas para asegurar actas de nacimiento para más de 20,000 niños.
“Así es como priorizamos: escuchando primero, y luego invirtiendo en soluciones que funcionan en el mundo real—para los agricultores, para los ecosistemas y para las comunidades que los sostienen,” señala Cruz. “Creemos que si los agricultores tienen éxito, podemos aumentar la seguridad alimentaria, fortalecer las comunidades rurales y avanzar en las metas climáticas globales. Por eso nuestro trabajo comienza—y termina—con el agricultor.”
“No podemos nutrir a una población creciente sin también regenerar la tierra que nos alimenta— y hacerlo de una manera que respete los límites planetarios.”
Los consumidores también tienen un papel vital que desempeñar. “Un paso pequeño pero poderoso que cualquiera puede dar es comenzar a preguntar de dónde provienen sus alimentos. Elige productos que apoyen el abastecimiento sostenible y transparente. Porque cuando los consumidores exigen rendición de cuentas, los sistemas cambian. Y cuando ponemos en el centro a las personas que cultivan nuestros alimentos, creamos un sistema que es más seguro y más resiliente para todos.”

La evolución del pensamiento de Cruz refleja cambios más amplios en cómo las empresas definen el éxito en sustentabilidad. “En los primeros días de la sustentabilidad corporativa, el éxito a menudo se definía por la capacidad de establecer metas audaces y públicas—objetivos claros que demostraban ambición e intención. Hoy, el éxito se trata de lograr resultados reales y tangibles, del tipo que crea valor medible para nuestros clientes, fortalece comunidades y construye un sistema alimentario y agrícola más resiliente,” añade.
Y aunque las estrategias de Cruz llevaron a Cargill a alcanzar hitos significativos—superando su meta de emisiones para 2024 con una reducción del 15.8% desde su línea base de 2017, invirtiendo 130 millones de dólares en comunidades locales, y entregando 34 millones de comidas a través de donaciones corporativas—ella ve la próxima década de cooperación global como aún más fundamental.
“El avance decisivo vendrá cuando reconozcamos plenamente que aumentar la seguridad alimentaria y restaurar la resiliencia de nuestros suelos y ecosistemas van de la mano,” dice. “No podemos nutrir a una población creciente sin también regenerar la tierra que nos alimenta—y hacerlo de una manera que respete los límites planetarios.”
Para la próxima generación de líderes en sustentabilidad, Cruz ofrece un reto claro: “Adéntrate en la complejidad y no le tengas miedo a los grandes desafíos. No hay nada más urgente que asegurar que el mundo tenga acceso a alimentos seguros, nutritivos y accesibles. Si puedes reunir a las personas, escuchar con empatía y liderar con propósito, ayudarás a construir un sistema alimentario que sea más sostenible, más inclusivo y mejor para las generaciones futuras.”
“Veo un futuro donde la sustentabilidad esté completamente integrada en cómo operamos y entregamos valor,” reflexiona al concluir. “Un futuro donde las elecciones sostenibles sean la norma, no la excepción—y donde el sistema alimentario global se convierta en una verdadera fuerza de regeneración, resiliencia y valor compartido a largo plazo.”
En una industria donde la escala y la complejidad pueden oscurecer el impacto humano, el enfoque de Cruz es tanto revolucionario como profundamente práctico—el tipo de perspectiva que transforma cómo se hacen los negocios. N

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