En la frontera entre México y Estados Unidos las temperaturas alcanzan los 45 °C (113 °F), siendo una zona de riesgo para miles de migrantes; ahora no solo por la Patrulla Fronteriza, sino también por el calor extremo. De acuerdo con cifras oficiales, al menos 113 personas han muerto intentando cruza debido al calor. En Sunland Park, Nuevo México, el clima no ha bajado de los 37.7 grados centígrados (100 °F).
El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos define al calor extremo como un periodo de mucho calor y humedad con temperaturas superiores a los 90 grados Fahrenheit (32.2 °C), durante al menos dos o tres días.
Bajo estas condiciones, el cuerpo humano trabaja más duro para mantener una temperatura normal, lo que puede provocar la muerte. Además, los adultos mayores, niños e individuos enfermos o con sobrepeso corren un mayor riesgo de sufrir un “shock de calor”.
Un reportaje del medio The New York Times documentó cómo esta situación climática está afectando a los migrantes y alerta a las autoridades para salvaguardarlos. En esa vía, reporteros del periódico pasaron todo un día en Sunland Park con el Departamento de Bomberos, que ha estado respondiendo a las personas que cruzan de manera ilegal, con emergencias relacionadas con el calor extremo a lo largo de la frontera sur.
“El área, un lugar popular para los cruces fronterizos ilegales, tiene una racha de días sin precedente con temperaturas de 100 grados o más. El Departamento de Bomberos ya ha respondido a más emergencias relacionadas con el calor este verano, que durante todo el periodo pasado”, explicó The New York Times en un video de Instagram.
LOS MIGRANTES LUCHAN CONTRA LA INSEGURIDAD Y EL CALOR EXTREMO PARA CUMPLIR EL “SUEÑO AMERICANO”
Byron Ugsha, quien viajó desde Ecuador hasta la frontera con Estados Unidos, es uno de lo migrantes afectados por la ola de calor. El joven de 19 años pidió ayuda después de quedar atrapado en el desierto durante 12 horas. “Pensé que me iba a quedar ahí muerto, quién me iba a ayudar”, dice en español, en el material compartido por este medio estadounidense, en donde se observa sentado a los pies de un árbol, sin camisa, y con el sudor recorriendo su cuerpo. El reporte fue atendido por el jefe del Departamento de Bomberos, Daniel Medrano.
“(El diagnóstico) sufrimiento por malestar, básicamente debilidad. Nos dijo que viajaba solo desde Ecuador y en el camino, hubo personas que intentaron atacarlo”, comentó Medrano.
El ecuatoriano sobrevivió en la selva, pero aseguró que en “el desierto todo es diferente”. Según el agente, no tenía nada para comer o beber, entonces hicieron un procedimiento llamado “enfriamiento pasivo”, que se trata de retirarle toda la ropa al afectado, dar un poco de agua y mantenerlo a la sombra mientras esperan el transporte.
“En mi desesperación dije ‘no, tengo que sobrevivir, hice una promesa y la debo cumplir’”, apuntó Byron.
Cuando la temperatura corporal de un humano sube a 104, 105, 106 grados Fahrenheit (40 °C), agrega otra autoridad fronteriza, el cerebro comienza a apagarse. Solo en la primera semana de julio, murieron 13 migrantes y se produjeron 226 intervenciones por deshidratación, con base en el balance de esa fecha presentado por el jefe de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, Jason Owens, en su cuenta de Twitter. N