Fumar, dormir poco, no realizar ejercicio con regularidad y estar constantemente bajo estrés son algunos hábitos que pueden acelerar el envejecimiento, tanto a nivel externo (piel y cabello) como interno (órganos, articulaciones y cerebro). Sin embargo, la exposición prolongada al calor extremo también contribuye a un envejecimiento rápido, sobre todo en adultos mayores de 56 años.
De acuerdo con una investigación reciente publicada en Science Advances, el calor extremo está relacionado con el envejecimiento epigenético, un fenómeno en el que la edad biológica de una persona avanza más rápido que su edad cronológica. Esto se debe a cambios en la expresión de los genes, sin alterar la secuencia del ADN.
“El calor extremo contribuye a una variedad de condiciones de salud, incluidas la hospitalización, las enfermedades cardiovasculares y la muerte. Los impactos del calor en la salud son particularmente adversos entre los adultos mayores debido al deterioro relacionado con la edad en las funciones termorreguladoras”, dice el estudio.
Si bien el costo fisiológico causado por los eventos de calor puede no manifestarse inmediatamente como condiciones clínicas, pormenoriza, estas agresiones ambientales desencadenarían un deterioro subclínico a nivel biológico, “acelerando el envejecimiento, que precede al desarrollo de enfermedades y discapacidades”.
Los efectos del calor extremo y prolongado en el comportamiento de los genes se han documentado en varias especies, incluidos peces, pollos, cuyos y ratones. Sin embargo, se han realizado pocos estudios en humanos. Por ello, este artículo se enfocó en analizar a las personas mayores de 56 años que viven en diferentes partes de Estados Unidos y que experimentan temperaturas variadas.
CALOR EXTREMO: ¿EL ENVEJECIMIENTO VARÍA SEGÚN LA CIUDAD?
Las personas que viven en regiones extremadamente calurosas del país, como Phoenix—donde el índice de calor, que combina temperatura y humedad excedió los 32 °C durante más de la mitad del año—, mostraban una edad biológica aproximadamente 14 meses mayor, según su perfil epigenético, en comparación con individuos de características similares que residen en zonas más frías, como Seattle.
Además, residir en un área con condiciones de calor prolongadas puede moldear los resultados psicosociales y los comportamientos de salud estrechamente relacionados con el envejecimiento, que son menos probables que resulten de la exposición temporal al calor.
“Por ejemplo, la exposición persistente a altas temperaturas puede elevar el estrés y la ansiedad debido a frecuentes interrupciones del sueño y malestar físico, y puede reducir los niveles generales de actividad física, todo lo cual puede contribuir a un deterioro de la salud más rápido con la edad”, añade el estudio.
El equipo de investigadores empleó cinco métricas distintas para evaluar el envejecimiento epigenético: aceleración de PCHorvathAge, PCHannumAge, PCPhenoAge, PCGrimAge y DunedinPACE. Estos métodos se basan en algoritmos que analizan patrones específicos de metilación del ADN para estimar tanto la edad biológica como el ritmo de envejecimiento. Para determinar la exposición al calor ambiental, el estudio utilizó el índice de calor a nivel de tracto censal en distintos periodos previos a la recolección de muestras de sangre de los participantes: el mismo día de la toma, así como siete, 30 y 60 días, además de uno y seis años antes.
“Nuestros hallazgos sirven de base para el desarrollo de intervenciones específicas de salud pública, proporcionando un marco estratégico para abordar los impactos biológicos adversos provocados por el calor extremo”, argumentan los autores. N