“En 2021 tuvo lugar un preocupante aumento de las ejecuciones y las condenas a muerte, a raíz de que algunos de los verdugos más prolíficos del mundo volvieran a las andadas. Además, los tribunales se liberaron de las restricciones relacionadas con el covid-19”, manifestó este lunes Amnistía Internacional en su informe anual sobre la pena de muerte.
Se sabe que el año pasado se llevaron a cabo al menos 579 ejecuciones en 18 países, lo que supone un aumento del 20 por ciento respecto al total registrado en 2020.
Gran parte de este incremento correspondió a Irán, que ejecutó al menos a 314 personas (frente a las 246 de 2020), su mayor número de ejecuciones desde 2017.
Esto se debió, en parte, a un notable aumento de las ejecuciones relacionadas con las drogas. Lo que supuso una flagrante violación del derecho internacional, que prohíbe el uso de la pena de muerte para delitos distintos a los que impliquen homicidio intencional.
Mientras tanto, en Arabia Saudí se duplicó con creces el número de ejecuciones, una sombría tendencia que continuó en 2022 con la ejecución de 81 personas en un mismo día en el mes de marzo.
SENTENCIAS A MUERTE EN 56 PAÍSES
“Tras el descenso de sus cifras de ejecuciones en 2020, Irán y Arabia Saudí volvieron a incrementar el uso de la pena de muerte durante el año pasado. Llegaron a violar sin reparos las prohibiciones establecidas en el derecho internacional de los derechos humanos.
“Su afán por poner a trabajar al verdugo no parece que haya remitido en los primeros meses de 2022”, declaró Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional.
A medida que las restricciones de covid-19 —que con anterioridad habían retrasado los procesos judiciales— se fueron levantando en muchas partes del mundo, los jueces dictaron al menos 2,052 sentencias a muerte en 56 países.
Un aumento cercano al 40 por ciento respecto a 2020, observándose grandes repuntes en países como Bangladesh (al menos 181,frente al menos 113 en 2020), India (144, frente a 77) y Pakistán (al menos 129 frente al menos 49).
ENTUSIASMO PREOCUPANTE
“En lugar de aprovechar las oportunidades surgidas a raíz de las interrupciones de 2020, un reducido número de Estados demostró un entusiasmo preocupante al optar por la pena de muerte en lugar de por soluciones efectivas frente a la delincuencia. Mostrando un cruel desprecio por el derecho a la vida a pesar de las urgentes y continuas crisis mundiales de derechos humanos”, afirmó Agnès Callamard.
Pese a estos retrocesos, el número total de ejecuciones registradas en 2021 constituye la segunda cifra más baja, después de la de 2020, que Amnistía Internacional ha registrado desde al menos 2010.
En 2021, la pena de muerte se utilizó en varios países como instrumento de represión del Estado contra minorías y manifestantes. Los gobiernos mostraron un absoluto desprecio por las salvaguardias y restricciones a la pena capital establecidas en virtud de las normas y el derecho internacional de los derechos humanos, señala el organismo internacional. N