DENTRO del recinto donde se llevaba a cabo el funeral del ex presidente Jovenel Moïse se escucharon disparos, que forzaron la salida apresurada de algunos participantes en medio de una nube de gases lacrimógenos lanzados por la policía. Agentes de policía estaban desplegados en todas las calles pero no impidieron, como la víspera, los episodios violentos.
Asesinado el 7 de julio, a sus 53 años, por un comando armado en su domicilio de la capital, Puerto Príncipe, Moïse era originario de la región vecina a la de su lugar de entierro, también en el norte del país.
El ataúd, cubierto por la bandera nacional y la banda presidencial, estaba expuesto en una explanada adornada de flores. Los restos eran custodiados por soldados de las Fuerzas Armadas de Haití.
La viuda del presidente, Martine Moïse, quien resultó gravemente herida en el ataque nocturno, estaba presente en Cabo Haitiano, con el brazo en cabestrillo tras ser atendida en un hospital en Florida, Estados Unidos.
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Representantes de delegaciones extranjeras, del cuerpo diplomático y miembros del gobierno se turnaron para ofrecerle el pésame.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, envió una delegación de alto nivel al funeral, incluida su embajadora ante las Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, y su nuevo enviado especial para Haití, Daniel Foote. No se quedaron mucho tiempo.
“La delegación presidencial está a salvo y completa después del tiroteo reportado durante el funeral. Están todos de regreso a Estados Unidos”, dijo Jen Psaki, la portavoz de la Casa Blanca.
Un batallón rindió honores militares al jefe de Estado. Mientras que la ceremonia religiosa fue dirigida por cinco sacerdotes. La viuda recordó a su marido, su fructífera carrera empresarial antes de entrar a la política, y deploró su fin trágico, “salvajemente asesinado”, “abandonado y traicionado”.
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“¿Qué crimen cometiste para merecer tal castigo?”, se preguntó Martine. “Él conocía bien los vicios de este sistema podrido e injusto”, afirmó. “Ese sistema que pocos antes que él quisieron atacar”. Sus declaraciones contrastan con la fuerte desconfianza que suscitaba Moïse en buena parte de la población antes de su muerte. Pues muchos le señalaban de inacción ante la crisis y de un proceder autoritario.
“Se encontró, de la noche a la mañana, con todo ese sistema en bloque, en su cara”, siguió Martine, asegurando que no desea “venganza ni violencia”.
Más de 20 personas —la mayoría colombianas— fueron arrestadas por su implicación en el complot, que según la policía fue organizado por haitianos con ambiciones políticas y vínculos fuera del país.
Haití actualmente no tiene un Parlamento en funcionamiento y cuenta solo con un puñado de senadores electos. El gobierno interino no tiene presidente. N