España, Italia y Francia registraron una esperanzadora reducción del número de muertos por coronavirus en las últimas horas, pero la pandemia, que ya mató a 65,000 personas en todo el mundo amenaza a Estados Unidos, donde los ciudadanos se preparan para la “semana más dura”.
Una imagen resumió el domingo la calamidad que asola al mundo: el Papa Francisco, solo, dando inicio a la semana santa, normalmente sinónimo de iglesias llenas y procesiones, pero que este año sorprende a la mitad de la población mundial confinada.
“Mirad a los verdaderos héroes que salen a la luz en estos días. No son los que tienen fama, dinero y éxito, sino son los que se dan a sí mismos para servir a los demás. Sentíos llamados a jugaros la vida. No tengáis miedo de gastarla por Dios y por los demás: ¡La ganaréis!”, dijo el papa en una basílica vacía.
Los balances de muertos e infectados por el nuevo coronavirus siguen aumentando y hasta este domingo había más de 1.2 millones de contagios en 190 países, según un recuento de la AFP.
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Del total de fallecidos, 47.000 están en Europa, principalmente en Italia y España, donde los habitantes comienzan a recuperar la esperanza.
Esperanza y prudencia
En España, y por tercer día consecutivo, se registró una reducción del número de fallecidos por coronavirus. En las últimas 24 horas fallecieron 674 personas, lo cual sitúa el balance total de fallecidos por coronavirus en el país en 12.418.
Tras una semana fatídica, en la que se alcanzaron 950 muertes diarias el 2 de abril, las estrictas medidas de confinamiento, que se prolongarán hasta el 25 de abril, parece que comienzan a dar sus frutos y las autoridades se abocan a estudiar una flexibilización progresiva de las restricciones.
“Se trata de ser muy prudente para no desperdiciar todo el esfuerzo que ha hecho la sociedad española”, advirtió el ministro de Sanidad, Salvador Illa.
España es el segundo país del mundo más castigado por la pandemia después de Italia, donde las cifras este domingo también eran alentadoras.
El número de fallecidos diarios por coronavirus fue de 525, la cifra más baja desde el 19 de marzo, anunciaron el domingo los servicios de Protección Civil de ese país que totaliza 15,887 decesos.
“Son buenas noticias pero no deberíamos bajar la guardia”, dijo el jefe de Protección Civil, Angelo Borrelli, a la prensa.
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Y en Francia el balance del domingo arrojoó 357 decesos, la cifra más baja en una semana.
“Habrá muchos muertos”
En Estados Unidos seguirán aumentando en los próximos días, advirtió el mandatario Donald Trump.
En el país ya hay más 310,000 contagios y unos 9,000 muertos. “Esta probablemente será la semana más dura (..). Habrá muchos muertos”, advirtió Trump, previendo la entrada de su país en un “periodo que será horroroso”.
El estado de Nueva York, epicentro de la crisis en Estados Unidos, registró 594 fallecidos en las últimas 24 horas. El total de muertos del Estado superó los 4,150.
“Estamos muy cerca del pico” de contagios o puede que “ese pico sea una meseta y que estamos en ella”, dijo el gobernador Andrew Cuomo.
“¡Médicos, enfermeras, expertos en respiración asistida. Si no están aún en esta batalla, vengan porque los necesitamos”, pidió el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio.
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En el Reino Unido, que ya supera los 4,300 muertos, la situación es tan crítica que la reina Isabel II exhortará el domingo a los británicos a afrontar la crisis con fuerza, autodisciplina y compañerismo, en un inusual discurso a la nación.
América Latina supera los 30,000 casos
La pandemia también avanza en América Latina, que registraba este domingo casi 30,400 casos confirmados y 1,052 muertos.
Brasil suma un tercio de casos, con 10,278 enfermos, y el mayor número de muertos, 432.
Se avecina la “fase más aguda” de la pandemia, reconoció un informe del Ministerio de Salud de Brasil, cuyo presidente Jair Bolsonaro ha minimizado la enfermedad y ha rechazado las medidas de confinamiento y distanciamiento social.
Pero en América Latina la enfermedad tuvo escenas de horror en Ecuador (3,465 casos y casi 180 muertos), donde unos 150 cadáveres yacían en viviendas y calles de la ciudad de Guayaquil, en medio del caos por el colapso de los servicios funerarios.
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“Hemos visto imágenes que nunca debieron haber sucedido y por ello, como su servidor público les pido disculpas”, dijo el vicepresidente ecuatoriano Otto Sonnenholzner en una intervención transmitida por radio y televisión.
El domingo, las autoridades chinas, donde la epidemia brotó en diciembre, dijeron que han exportado equipos médicos por más de 1,300 millones de euros, entre ellos 4,000 millones de mascarillas.
Sin embargo, algunos países, como Holanda o España, se han quejado de la calidad de los suministros chinos.
España también devolvió a finales de marzo miles de tests de diagnóstico defectuosos.
Estados Unidos, pese a las críticas que ha hecho a China por su gestión de la epidemia, se ve también obligado a recurrir a China para tener mascarillas y otros insumos médicos.
Países como Alemania, Francia, Estados Unidos y otros países recomendaron recientemente el uso de mascarillas para luchar contra el contagio. Puede además que el levantamiento progresivo del confinamiento vaya unido al uso obligatorio de máscaras en algunos países.
Mejor que morir de hambre
Conforme la epidemia avanza, resulta más evidente que confinarse, mantener distancia con el vecino y lavarse las manos son privilegios de una parte del mundo.
En Africa, en los campos de refugiados de Grecia o Jordania o en barriadas superpobladas de América Latina la cuarentena es materialmente imposible.
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“Más vale morir de esta enfermedad o de un disparo que de hambre”, dice Garcia Landu, un conductor de mototaxi de Angola mientras sale a buscar trabajo haciendo caso omiso al cofinamiento.
El impacto social y económico de la pandemia comienza a dejarse sentir pero es aún imposible de calcular. Las cifras récord de desempleo, empresas en quiebra y mercados paralizados son ya el día a día de muchos países pese a las inyecciones y ayudas financieras anunciadas.