Desde lo alto de un árbol de mango un niño es testigo de una escena escalofriante. Entre el miedo y el vértigo que presencia, el infante llama a la Fiscalía General de Bogotá para hacer su denuncia anónima. Así es como el escritor y periodista colombiano Santiago Gamboa describe a Colombia en la novela negra de investigación Será larga la noche, publicada a tres años de la firma del Acuerdo para la Terminación Definitiva del Conflicto, el 24 de noviembre de 2016.
El combate sucede en el sur de Colombia, una zona rural en un país en el que la guerra civil había terminado. Uno de los dos bandos ganó, limpió el lugar sin dejar huella alguna, y a partir de la denuncia de un niño, una periodista y su colaboradora, quien estuvo en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), se darán a la tarea de investigar este cruce de fuego con la ayuda de un fiscal.
Además de la situación político-social que atraviesa y refleja el autor de este país caribeño, Gamboa señala otro problema, igual de grave que el cruce de fuego en tiempos de paz, y se trata del poder que ejercen las iglesias evangélicas y su involucramiento en la política al operar con violencia y corrupción.
“La novela me permite analizar y cuestionar el mundo de las iglesias evangélicas. Un mundo que tiene una alternancia poderosa en Colombia, Brasil y México. No tengo problema con la espiritualidad y la religión, el problema es que estas iglesias evangélicas participan y se influencian en la política; en Colombia, por ejemplo, les dicen a los fieles por quién deben votar”, dice el autor en entrevista con Newsweek México.
Para Gamboa, hablar de Colombia a tres años de los acuerdos de paz en Será larga la noche, desde el género de la novela negra, le permite analizar la realidad desde la curiosidad del lector con un trabajo estético al ser un libro que trata temas muy poderosos, tensos y socialmente importantes.
Como periodista y columnista de opinión en diarios colombianos, considera que la literatura es una forma de espiritualidad ante una realidad que molesta y duele.
¿CÓMO HABLAR DE CORRUPCIÓN?
“Es a través de varios personajes que tienen que ver con el mundo de las iglesias evangélicas”, de los motivos por los que esos espacios de espiritualidad progresan en los barrios humildes, de los pobres, y claro que también hay iglesias evangélicas de ricos, pero esas son distintas.
En su mayoría, las iglesias evangélicas de gente pobre generalmente necesitan alivio y ayuda. Son familias disfuncionales, de mujeres que resultan ser la cabeza de familia con maridos violentos o alcohólicos, donde los hijos tienen problemas de drogadicción o las hijas andan con compañías complicadas y que, de alguna manera, buscan apoyo donde la institución religiosa suplanta al Estado.
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“De esa manera en mi novela se llega a un análisis más profundo de lo que es la sociedad colombiana posterior al conflicto. Una sociedad de huérfanos. Un país en el que la orfandad es la gran metáfora de padres asesinados, de padres ausentes e infancias robadas por la violencia y por la guerra”, señala el autor.
La escritura es como un tejido, se trata de que pases la mano y esté siempre liso y perfecto. Gamboa considera que la novela negra juega con la curiosidad del lector dentro de un trabajo estético todavía mayor porque son libros que tratan temas poderosos, tensos y socialmente muy importantes.
COLOMBIA, ¿A TRES AÑOS DE PAZ?
De acuerdo con Santiago Gamboa, para entender el escenario colombiano basta con rememorar dos momentos importantes en dicho país: uno de ellos es la firma de los acuerdos de paz de un plebiscito en el que, por influencia de las iglesias evangélicas y por influencia de la derecha colombiana, la población dijo NO al acuerdo de paz. Se negociaron unos cambios y luego se volvió a aprobar en el Congreso de la República, en 2016.
La izquierda viene de la necesidad de que para que haya paz tiene que haber justicia social donde las tierras deben ser productivas.
Hoy, el nuevo gobierno es de derecha y proviene del NO al acuerdo de paz, un pacto de paz internacional ante una guerrilla compuesta de personas afrodescendientes, indígenas y campesinos dentro del ejército y como paramilitares.
“Los señores de Bogotá que quieren seguir haciendo la guerra no tienen a sus hijos en el ejército, sino estudiando en Londres, pero ellos quieren seguir la guerra con los hijos de los pobres e indígenas, ese es el problema”, señala.
“El proceso de paz en Colombia es ejemplar donde, por encima de todo, estaban las víctimas y sus derechos. Es un proceso que abrió la puerta a la reconciliación y el perdón, pero no toda la sociedad colombiana ha podido y es normal, no todos pueden perdonar. Es como el amor, solo puede surgir de ti mismo”.
MÉXICO, SU PÚBLICO MÁS IMPORTANTE
A decir del autor, México y Colombia comparten diversas similitudes como el narcotráfico y el tráfico de armamento que los cárteles de la droga y organizaciones criminales adquieren en Estados Unidos. Una frontera que pone más muertos a merced de la compra de armamento.
“Para mí, el público mexicano es más importante después del de Colombia porque ambos comparten muchas cosas, y por desgracia, también muchos problemas. En Colombia nos sentimos un poco responsables porque hoy el problema más grande que tiene México por nosotros es el narcotráfico y, ahora, nuestras dos naciones están intrincadas. Los cárteles mexicanos operan en Colombia. El negocio ya es de ellos”.
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Durante la entrevista, Santiago Gamboa recalca la importancia de la novela negra como su más reciente entrega, Será larga la noche, en la que retrata las realidades de un país como Colombia, falto de nacionalidad, razón por la que la corrupción es un fenómeno que tanto aqueja a la sociedad colombiana.
“Creo que la novela negra es un espacio también para plantear ese tipo de problemas y para que los lectores de Colombia se den cuenta de las cosas y las miren desde otro punto de vista, no solo el informativo. Creo que la novela negra de América Latina es un género militante a favor de la sociedad civil, de informar los problemas desde otro punto de vista, que en el fondo y la forma deja testimonio de una época”, concluye.