La captura de carbono —o retirar CO2 de la atmósfera— ha sido propuesta como una vía para mitigar las emisiones de gases de invernadero y limitar el calentamiento global al umbral acordado internacionalmente de 2° C arriba de las temperaturas preindustriales.
A la fecha, los científicos han ofrecido varios métodos diferentes para hacer esto. Un equipo del Colegio Cornell, el Laboratorio Nacional Oak Ridge y la Universidad de Tennessee ahora ha identificado otro mecanismo potencial de lograr esto mediante usar productos de desperdicio de la producción de refrescos.
En un estudio publicado en la revista Microporous and Mesoporous Materials, el equipo demostró cómo algunos subproductos de los refrescos se pueden convertir, usando un procedimiento simple, en un material poroso que es capaz de absorber dióxido de carbono, el gas de invernadero más abundante.
Esto no solo podría ayudar a afrontar el calentamiento global, también podría proveer un uso para parte de las cantidades enormes de desperdicios generadas por la industria refresquera. Mucho de este desperdicio proviene de bebidas que han expirado o del proceso de producción en sí.
“En esta investigación, estamos viendo cómo convertir un material de desperdicio en algo de valor”, dijo en una declaración Craig Teague, de Cornell y autor principal del estudio. “Analizamos el desperdicio de los refrescos, preguntándonos si era posible hallar una manera de hacer útil ese desperdicio mediante hacer un proceso sencillo en el laboratorio y retirar el carbono. Ese carbono, por la forma en que lo sintetizamos, tiene poros diminutos, los cuales son capaces de capturar dióxido de carbono.
En el estudio, los investigadores se enfocaron en cuatro refrescos (Coca-Cola, Push Orange, Diet Mountain Dew y Diet Pepsi) y usaron un procedimiento sencillo para reducir las bebidas a polvo de carbono. Esta sustancia contiene agujeros diminutos —conocidos como microporos— que resultaron ser especialmente aptos para atrapar dióxido de carbono.
“Sí hallamos que los polvos de soda eran capaces de absorber más gas que casi cualquier otro material que se haya medido jamás [en el laboratorio del grupo de investigación]”, dijo en una declaración Caitlin Stieber, de Cornell y otra autora del estudio. “Una de las mediciones examinó cuánto dióxido de carbono se adhirió al material y, con el instrumento que usamos, el polvo fue la segunda medición más alta que se haya registrado jamás. Eso fue muy importante porque era muy fácil de hacer”.
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Usualmente, para crear materiales microporosos de este tipo, se necesita usar químicos duros, pero el nuevo proceso no los requiere, dicen los investigadores. No obstante, esta técnica está lejos de estar lista para usarse en situaciones de la vida real, como muchos otros métodos que los científicos están desarrollando para retirar carbono de los flujos de desperdicios.
“En este momento, investigadores de todo el mundo siguen varios enfoques experimentales diferentes porque no sabemos cuál resultará finalmente el mejor o cuál podría ser el mejor para ciertas aplicaciones”, dijo Teague.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek