Científicos que evitaron que varias personas bostezaran en un estudio piensan que este reflejo ayuda a enfriar el cerebro.
En el estudio, publicado en la revista Physiology & Behavior, participaron 92 estudiantes del último año de biología, a quienes se les cambió la temperatura del cerebro en un laboratorio. El equipo quería probar la hipótesis de que los bostezos surgen cuando el cráneo está demasiado caliente, y ayudan a enfriar el cerebro al retirarle la sangre caliente mientras absorbe una carga de sangre fresca.
La temperatura del cerebro puede cambiar por distintas razones, entre ellas, el estrés, la excitación cortical y los patrones de sueño.
A los participantes se les pidió que se colocaran una compresa fría (4° C), tibia (46° C) o a temperatura ambiente (22° C) en la carótida, que es la principal arteria del cuello, la cual irriga al cerebro, al cuello y al rostro. Los participantes mantuvieron la compresa en esa zona durante cinco minutos, y los científicos utilizaron un dispositivo de obtención de imágenes por termografía para ver si se alteraba la temperatura del cerebro de los participantes. No es posible medir con precisión la temperatura del cerebro sin utilizar un procedimiento invasivo.
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A continuación, los participantes miraron un video de 63 segundos de duración en el que aparecían nueve personas distintas bostezando. Tras mirar el video, contestaron cuestionarios donde se les preguntaba si habían sentido la necesidad de bostezar antes, durante o después de la visualización. Dado que los bostezos son contagiosos, los científicos pensaron que esto podría probar si la temperatura de la sangre dirigida al cerebro influye en este reflejo.
Como se esperaba, los científicos descubrieron que el enfriamiento se relacionaba con una menor necesidad de bostezar. Del total de participantes, 62 sintieron la necesidad de bostezar mientras veían el video. Los participantes que bajaron la temperatura de su cerebro tuvieron menos necesidad de bostezar que quienes utilizaron la compresa tibia y a temperatura ambiente. Un total de 48.5 por ciento de los participantes que utilizaron la compresa fría sintieron la necesidad de bostezar, en comparación con 84.8 por ciento que quienes utilizaron la compresa tibia, y 69.2 por ciento de quienes utilizaron la compresa a temperatura ambiente.
“Estos hallazgos coinciden con las investigaciones anteriores que indican que el bostezo funciona como un mecanismo compensador del enfriamiento cerebral”, escribieron los autores.
Sin embargo, los científicos no tomaron en cuenta una diferencia estadísticamente importante entre el grupo que utilizó la compresa tibia y el que empleó la compresa a temperatura ambiente. Los autores afirmaron que dicha diferencia podría deberse a que la compresa caliente pudo haber generado una temperatura demasiado alta como para ser aliviada mediante el bostezo.
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Andrew C. Gallup, coautor del estudio y profesor adjunto de psicología del Instituto Politécnico SUNY, declaró a PsyPost: “Con frecuencia, el acto de bostezar es mal comprendido en la comunidad científica y entre el público en general”.
Gallup y su equipo mostraron en un estudio anterior que las personas tienen menos probabilidades de bostezar durante el invierno que en los meses del verano. Aquel trabajo de 2014 también se publicó en la revista Physiology & Behavior.
Otra de las teorías de por qué bostezamos es la propuesta por el investigador Olivier Walusinski en 2013 en la revista Clinical Anatomy. Este científico afirmaba que el reflejo del bostezo ayuda a enviar líquido cerebroespinal alrededor del cerebro.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek