El presidente estadounidense, Donald Trump, recibió este viernes en la Casa Blanca a la mano derecha del líder norcoreano Kim Jong Un para preparar una nueva cumbre entre ambos y avanzar en las negociaciones por la desnuclearización de Pyongyang.
El general Kim Yong Chol se reunió con Trump para hablar “sobre las relaciones entre ambos países y el avance hacia la desnuclearización total y completamente verificada de Corea del Norte”, según la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders.
Poco antes había sido recibido por el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo. Acompañado por el enviado estadounidense para Corea del Norte, Stephen Biegun, un sonriente Pompeo posó ante las cámaras sin decir una palabra junto al enviado norcoreano en un hotel de la capital estadounidense.
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El Departamento de Estado de Estados Unidos esperó a la mañana del viernes para confirmar esta reunión con el privilegiado interlocutor de Pompeo en las difíciles negociaciones sobre el desarme nuclear de Corea del Norte. La cautela se debió muy probablemente a la cancelación de último minuto, a principios de noviembre, de la llegada de este funcionario norcoreano de alto rango.
Trump expresó en varias ocasiones que quería volver a reunirse con Kim Jong Un después de su histórica cumbre de junio en Singapur, la primera entre mandatarios de ambos países desde el fin de la Guerra de Corea (1950-1953).
El 12 de junio de 2018, en Singapur, la primera cumbre entre un presidente de Estados Unidos y un heredero de la Dinastía Kim de Corea del Norte culminó en el compromiso del líder norcoreano de llevar adelante “una completa desnuclearización de la península coreana”.
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¿En Vietnam?
Pero desde entonces, las negociaciones para concretar esta promesa están atascadas y los avances se cuentan con los dedos de una mano.
Los observadores sintieron desde el principio que el compromiso norcoreano estaba aún muy lejos de la demanda estadounidense de una “desnuclearización definitiva y totalmente verificada de Corea del Norte”.
Pyongyang finalmente confirmó este temor al condicionar su propio desarme a la “retirada total de las amenazas nucleares estadounidenses”, lo que implicaría un gran desafío para los acuerdos de defensa entre Estados Unidos y Corea del Sur.
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Kim espera también un levantamiento de las sanciones internacionales, aunque Estados Unidos insiste en mantener la máxima presión hasta que Pyongyang muestre avances en el abandono de sus armas nucleares.
A falta de progresos, la idea de una segunda cumbre Trump-Kim ha avanzado mucho en los últimos meses. Según Seúl, la reunión podría ser “inminente”.
En Vietnam, una fuente del gobierno dijo a AFP que hay “preparativos logísticos” en marcha para albergar la cumbre, que podría celebrarse en la capital, Hanói, o en la ciudad costera de Danang, aunque por el momento no se tomó una decisión.
El primer ministro vietnamita, Nguyen Xuan Phuc, aseguró que su país estaba preparado para recibir a ambos líderes y apuntó que la relación de Hanói con Estados Unidos ha ido creciendo pese a su pasado de enfrentamiento en la guerra.
“No sabemos la decisión final. De todas formas, si se da aquí haremos lo posible para facilitar el encuentro”, manifestó en una entrevista con Bloomberg TV.
Para Trump, una nueva cumbre con el líder norcoreano podría representar un alivio en medio de los malos titulares que enfrenta en su país.
El fiscal especial Robert Mueller está investigando si el equipo de campaña del mandatario estuvo en colusión con Rusia y su insistencia en que el Congreso financie el muro que quiere construir en la frontera con México llevó a un cierre parcial del gobierno que ya lleva casi un mes.
Para Kim, lo que está en juego es más existencial, ya que quiere garantizar la supervivencia de su régimen.