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La contaminación lumínica ya no solo borra las estrellas: también amenaza la salud del corazón

Publicado el 5 de noviembre, 2025
La contaminación lumínica ya no solo borra las estrellas: también amenaza la salud del corazón
Para reducir estos efectos, los especialistas recomiendan disminuir la iluminación exterior innecesaria, cubrir los faroles y utilizar luces con sensores de movimiento. (AdobeStock / IAG)

A DIFERENCIA DE LAS ZONAS RURALES, donde la luz del sol o de la luna ilumina los hogares, en las ciudades los espacios suelen estar saturados de iluminación artificial. Esta contaminación lumínica no solo obstaculiza la observación astronómica al ocultar estrellas y cuerpos celestes, ni altera únicamente los ecosistemas al afectar la vida silvestre y las plantas, también eleva de forma considerable el riesgo de padecer enfermedades cardiacas.

Un estudio preliminar que se presentará en las Sesiones Científicas 2025 de la Asociación Estadounidense del Corazón, del 7 al 10 de noviembre en Nueva Orleans, advierte que la exposición elevada a la luz artificial nocturna se asocia con una mayor actividad cerebral vinculada al estrés, inflamación arterial y un incremento del riesgo cardiovascular.

La luz artificial es una característica omnipresente en las ciudades modernas. En esta investigación, los científicos analizaron tomografías cerebrales e imágenes satelitales para identificar una posible relación biológica entre la exposición a la luz nocturna y las enfermedades del corazón.

“Sabemos que los factores ambientales, como la contaminación del aire y del ruido, pueden generar enfermedades cardíacas al afectar los nervios y los vasos sanguíneos mediante el estrés. La contaminación lumínica también es común, pero aún desconocemos en qué medida daña al corazón”, explicó Shady Abohashem, autor principal del estudio y director de ensayos de imágenes cardiacas en el Hospital General de Massachusetts.

La investigación —una de las más amplias en su tipo— siguió durante 1o años los registros clínicos de 466 adultos, de los cuales 43 por ciento eran hombres con una edad promedio de 55 años. Entre los participantes, 89.7 por ciento eran de raza blanca y 10.3  por ciento pertenecían a otros grupos étnicos.

Los participantes se sometieron a tomografías entre 2005 y 2008, y el seguimiento se extendió hasta finales de 2018. Durante ese periodo, 79 personas (17 por ciento) desarrollaron enfermedades cardiacas graves.

RIESGOS DE LOS INCREMENTOS “MODESTOS” DE ILUMINACIÓN

Según la Asociación Estadounidense del Corazón, el riesgo aumenta conforme lo hace la exposición a la luz nocturna. Incluso incrementos modestos de iluminación pueden elevar el nivel de estrés cerebral y arterial. Cuando el cerebro detecta estrés, activa señales que desencadenan una respuesta inmunitaria e inflaman los vasos sanguíneos. Con el tiempo, este proceso endurece las arterias y eleva la probabilidad de sufrir infartos o accidentes cerebrovasculares.

Para reducir estos efectos, los especialistas recomiendan disminuir la iluminación exterior innecesaria, cubrir los faroles y utilizar luces con sensores de movimiento. En el ámbito personal, se aconseja mantener las habitaciones oscuras y evitar pantallas electrónicas antes de dormir.

Aunque el estudio aporta evidencia relevante mediante datos satelitales y tomografías, sus autores reconocen varias limitaciones. Se trata de un estudio observacional basado en información recopilada previamente, por lo que no puede establecer una relación directa de causa y efecto. Además, los participantes provenían de un solo sistema hospitalario, lo que impide generalizar los resultados a toda la población. N

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