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Contra la desinformación y con humor: el camino de la ‘Morra Científica’

Publicado el 6 de septiembre, 2025
Contra la desinformación y con humor: el camino de la ‘Morra Científica’
Desde Zacatecas hasta la ONU, su misión es combatir la desinformación y abrir espacios para más mujeres en la ciencia. (Cortesía)

A LOS SEIS AÑOS SARA MIRÓ POR UN TELESCOPIO Y DESCUBRIÓ SATURNO. Tenía frente a sí un planeta lejano y majestuoso, con anillos luminosos que parecían flotar en el vacío. Ese instante breve, pero inolvidable, marcó el inicio de una aventura que la ha llevado a convertirse en una de las voces más frescas y comprometidas de la divulgación científica en México… Han pasado dos décadas desde entonces.

Hoy, bajo el nombre de “Morra Científica”, Sara Gallegos Buenrostro explica en redes sociales distintos temas de ciencia, que van desde cómo un grupo de investigadores consiguió producir agua con propiedades metálicas en la Tierra; las redes eléctricas interconectadas y sincronizadas en Europa —referentes al apagón masivo—; el olor del espacio, o quiénes fueron las mujeres del programa secreto Mercury 13.

Luego de una breve introducción y las palabras “ahí te va el cotorreo científico”, acerca un micrófono inalámbrico y habla durante pocos minutos sobre investigaciones sorprendentes. Sus redes sociales, seguidas por cerca de 240,000 personas en Instagram y más de 100,000 en TikTok, se caracterizan por la frescura, cercanía y la capacidad de hilar analogías con la vida cotidiana.

“Siempre pienso mis videos como si estuviera en una ‘peda’ (una fiesta con alcohol), explicándole algo a mis amigos no científicos. Para el humor y la ligereza prefiero tomar ese enfoque, aunque también considero si mis papás me entenderían. Eso me lleva hacia la simplicidad y a traducir la complejidad de los temas que trato. Para que resulten lo más comprensibles posible, necesito que pasen por esos dos filtros”, dice entre risas en entrevista con NW Noticias. Esa combinación de rigor y ligereza, sumada a su autenticidad, ha logrado aquello que parecía imposible: que miles de jóvenes se sientan atraídos por la física, astronomía y la ciencia en general.

UNA NIÑA CURIOSA DE ZACATECAS

La curiosidad fue siempre su brújula. En Zacatecas, donde nació y creció, asistió cada verano al Centro Interactivo de Ciencia y Tecnología Zigzag. Experimentos con bicarbonato y vinagre, juegos en salas de física, ecología y biología, y tardes enteras de preguntas sin miedo, causaron en ella un interés por esta disciplina. Pronto convirtió la cocina de su casa en un laboratorio improvisado. Aún recuerda las veces en que su madre encontraba frascos de aceite o agua burbujeando en la mesa, resultados de ensayos infantiles que Sara observaba con paciencia.

“Desde lo seis hasta los 10 años estuve en los campamentos de verano. A los 15 el mismo museo donde había sido una niña curiosa me recibió como guía. Ahí descubrí otra vocación: la divulgación. Me dieron herramientas para comunicar, veía cómo a la gente se le iluminaba el rostro; quería que sintieran lo mismo que  yo cuando aprendía algo nuevo. En preparatoria, la asignatura de orientación vocacional me orientó para decidirme por física, ahí se retoman las matemáticas, la química, biología; además de la cuántica, álgebra lineal, física de materiales y astronomía”, pormenoriza.

“Soy una morrita, vengo de una ciudad chica, sé de física y hablo en español. Pensé: ¿por qué no?” . (Cortesía)

Hasta esa época no había convivido con algún profesionista de ciencias duras, casi toda su familia está involucrada en áreas administrativas o de salud. Ya en la preparatoria un intercambio estudiantil definió su futuro. A los 17 años Sara se fue a Dinamarca para perfeccionar su inglés, pero también a aprender danés. El frío, la comida distinta y el “idioma imposible” la desafiaron, pero también crearon una mujer resiliente.

“Si no me hubiera ido a Dinamarca no sé si hubiera tenido el coraje de ser física. Allá entendí que podía adaptarme, y pensé: ‘Si puedo con esto, también puedo con esa carrera. No importa que me digan que es complicada o solo para hombres’. Cuando salí de segundo año apliqué para una beca y obtuve una del 50 por ciento por mis calificaciones”, afirma desde su habitación la joven de 26 años, quien tiene pintada en una pared de fondo negro una luna gigantesca, misma que suele presumir en sus videos.

LA FALTA DE REFERENTES MUJERES

De regreso a México se inscribió en la Universidad Autónoma de Zacatecas, donde tuvo su primer acercamiento a un espacio históricamente dominado por hombres: en su generación eran solo ocho mujeres frente a unos 30 varones. Al final solo ella y otra compañera se graduaron. Nunca tuvo una profesora, ni siquiera en la maestría en Estudios Científicos en Aarhus University, Dinamarca, que recientemente finalizó.

“Eso me cambió mucho. Hubiera sido distinto contar con referentes femeninos. Hasta la fecha nunca he tenido una docente; una doctora que me haya dado clases de física ni en la maestría. En la universidad había una profesora, pero era de optativas, impartía la materia de cristalografía, pero en ese momento no estaba interesada en el tema. Sin embargo, en retrospectiva, actualmente sí me hubiera gustado tener sesiones con ella para tener ese respaldo”, comenta.

Con el satélite natural de la Tierra detrás de Sara, la creadora de contenido apunta que desde el bachillerato sentía un ambiente masculino: “Muchas veces mis compañeros de equipo me asignaban tareas de diseño o de escribir porque tenía la letra bonita, pero no me tomaban en cuenta para los cálculos o la programación. Esos pequeños gestos te dicen que no perteneces”. Pero su sentir no está nada alejado de la realidad. La falta de inclusión de mujeres en carreras STEM (acrónimo de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) es un problema mundial.

Morra Científica
El día que vio a Saturno por primera vez, Sara comprendió que la curiosidad podía ser su brújula para toda la vida. (Cortesía)

De acuerdo con Unicef, a escala global solo 35 por ciento de las mujeres estudian carrera STEM, en México 38 por ciento. El informe PISA 2023 —una evaluación que mide conocimiento y habilidades de estudiantes— indica que a los 15 años 28 por ciento de los niños quiere estudiar ciencias o ingenierías, frente a tan solo 9 por ciento de las niñas mexicanas.

“Desde niñas nos dicen con qué jugar. A los hombres les dan legos o carros, a nosotras muñecas o cocinitas. Son mensajes que van moldeando lo que creemos posible. Y luego en la escuela, muchas veces los maestros eligen solo a los varones para concursos o proyectos especiales. Así se perpetúa la idea de que la ciencia no es para nosotras”, dice.

Por lo anterior, su canal también buscar ser un referente; mostrar a las pequeñas, jóvenes y adultas que pueden ser científicas, astrónomas o ingenieras. “Muchas hemos podido y ustedes también pueden”, repite como mantra. Y por ello, con ese espíritu aborda historias apasionantes como la de las Mercury 13, un grupo de 13 mujeres pilotos estadounidenses que, a inicios de la década de 1960, se sometieron a pruebas muy similares a las aplicadas a los astronautas del programa Mercury de la NASA.

El 23 de julio en un reel (video corto), Sara relató cómo estas mujeres afrontaron exámenes físicos, psicológicos y de resistencia extremos: soportaron sondas nasales, permanecieron durante horas en tanques de aislamiento sensorial y resistieron temperaturas extremas. Varias de ellas alcanzaron resultados superiores a los de algunos hombres del programa Mercury.

No obstante, a pesar de sus logros, el proyecto fue cancelado. La NASA y el Congreso de Estados Unidos alegaron que solo aceptaban pilotos de pruebas militares, un puesto inaccesible para las mujeres. Así, las Mercury 13 quedaron fuera de la carrera espacial oficial, aunque su ejemplo abrió camino a las astronautas posteriores.

¿DIAMANTE O GRAFENO EN BRUTO?

Durante sus estudios, se sumó a proyectos de investigación sobre grafeno tensado, un material más duro que el diamante, pero flexible y ligero. Participó en congresos y hasta publicó en una revista.

“Fue un trabajo extracurricular. Vamos a cambiar la frase de ‘eres un diamante en bruto’ (una frase usada para referirse a una persona con gran potencial). Además de ser más resistente, es transparente y ligero. Tiene propiedades impresionantes. Un diamante, por ejemplo, no lo puedes doblar sin quebrarlo”, bromea Gallegos Buenrostro.

Respecto a su canal, en 2020 la pandemia de covid-19 la encontró con un poco de tiempo libre y muchas ganas de compartir. Lo que comenzó como un proyecto paralelo —videos cortos en redes, infografías, explicaciones ligeras sobre física, astronomía y fake news del coronavirus— se transformó en la “Morra Científica”, una comunidad que hoy reúne a miles de seguidores. La elección del nombre fue también un manifiesto: “Soy una morrita (término coloquial para referirse a una joven), vengo de una ciudad chica, sé de física y hablo en español. Pensé: ‘¿por qué no?’. No había divulgadoras como yo, hacía falta”.

CONTRA LA DESINFORMACIÓN

En palabras de Sara, de cabello rizado y lentes ovalados, la pandemia le impidió realizar su servicio social. Esa situación llevó a uno de sus profesores a sugerir la creación de una página de divulgación científica en la unidad académica de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Junto con sus compañeros se convirtió en fundadora del sitio, aunque tiempo después decidió elaborar su propio material.

“Dentro de internet descubrí que la mayoría de divulgadores eran personas mayores y en inglés. En ese entonces consumía el contenido del físico español Javier Santaolalla, ‘El Robot de Platón’ de Aldo Bartra, ‘C de Ciencia’ de Martí Montferrer, ‘Quantum Fracture’ de José Luis Crespo, ‘Kurzgesagt’, ‘Physics Girl’, entre otros”, recuerda.


Para Sara, divulgar ciencia también significa enfrentar la desinformación que circula en redes sociales. Un ejemplo ocurrió cuando aparecieron auroras boreales visibles en México. Hace más de un año se vieron en el norte del país, y fue un evento inusual, ya que estos luminosos fenómenos normalmente son visibles en latitudes altas, como los polos Norte y Sur. De acuerdo con la divulgadora, en esa ocasión circularon teorías apocalípticas que las señalaban como advertencias divinas y como el fin del mundo. Además de que según iba a haber más cáncer y era peligroso para la salud porque “había mucha radiación”, lo cual es falso.

“Hay personas que se aprovechan del miedo, solo colocan música tenebrosa de fondo y aparentan informar. En realidad, se trataba de un fenómeno relacionado con el ciclo solar de 11 años, sin riesgos extraordinarios. No se trata de ridiculizar a quienes creen en mitos, sino de explicar con empatía y en un lenguaje sencillo”, subraya.

Apasionada también de los estudios de género y de la energía verde, Sara ha colaborado con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y con el Movimiento STEM. Además, afirma que sabe programar en Python y Fortran, y que se desenvuelve bien en LaTeX.

Con la ONU participé en una campaña de Verified contra la desinformación, especialmente la relacionada con la pandemia. En aquel momento circulaban rumores absurdos sobre vacunas que supuestamente contenían grafeno. Hemos mantenido el contacto para trabajar en temas de fake news. Uno de los últimos eventos a los que asistí fue un foro sobre cómo las inteligencias artificiales pueden ayudarnos a cerrar la brecha de género”, cuenta.

Esta “morra científica y divulgadora” también disfruta de la música. En conversación con este medio confiesa que escucha toda la discografía de Coldplay, en especial canciones como “Gravity”, “A Sky Full of Stars” y Paradise”.

—¿Qué libros de ciencia recomiendas para quienes se inician en el tema? —preguntamos.
—Sin duda alguna Breves respuestas a las grandes preguntas, de Stephen Hawking; La historia más bella del mundo, de Dominique Simonnet, Joël de Rosnay, Hubert Reeves e Yves Coppens; y uno especial para mujeres sería Lecciones de química, de Bonnie Garmus.

Lecciones de química, de Bonnie Garmus, es una novela ingeniosa y conmovedora que, a través de la vida de una científica en los años 1960, cuestiona los roles de género y reivindica el poder del conocimiento. (Especial)

Sara está convencida de que su misión consiste en seguir compartiendo ciencia. Colabora con instituciones, imparte charlas, prepara proyectos presenciales de divulgación y sueña con publicar un libro y cursar un doctorado. “Quiero dejar estructuras y equipos sólidos en México. Aquí es donde más se necesita. No se trata solo de que haya más mujeres en la ciencia, sino de que las instituciones creen espacios más diversos y neutrales. Quiero dejar huella a través de mi contenido en internet y de los proyectos estructurados en beneficio de mi país”.

Si pudiera elegir un superpoder, sería el de explicar cualquier fenómeno del universo de manera que todos lo entiendan. Y si pudiera viajar al espacio, elegiría Saturno. Ese planeta que, desde un telescopio, le mostró que la ciencia no solo se estudia, “también se siente”, puntualiza la ganadora del Premio Estatal de la Juventud 2023 Zacatecas en Ciencias Aplicadas y del Concurso Nacional de Comunicación Científica Femenina “Helia Bravo Hollis”. N

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