Conocí al matador de toros Marcos Ortega en la década de 1970, cuando él regresaba a México de una espectacular campaña de triunfos por tierras españolas. Todavía era novillero cuando un apoderado taurino español de apellido Chabola lo vio torear en México y quedó impresionado con su extraordinaria habilidad con los trastos de torear y las banderillas.
Marcos Ortega citaba y dejaba llegar al toro a límites impensables; ahí hacía la reunión, y en forma magistral colocaba las banderillas. Chabola vio en ese novillero un diamante a medio tallar que con muy poco trabajo sería una joya de extraordinaria calidad; y a eso se abocó. Se lo llevó a las plazas españolas a hacer campaña como novillero y en poco tiempo se convirtió en un favorito de la afición española.
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El talento de Ortega empezó a llenar las plazas donde se presentaba. Durante su primera campaña ligó 47 corridas y cortó 58 orejas, nueve rabos, una pata y 14 veces saló en hombros. Nada mal para un torero mexicano en España.
Ese primer año fue espectacular, y al segundo recibió la alternativa y se convirtió en matador de toros. Ligar 47 corridas en una primera campaña y doctorarse como matador de toros en la plaza de Barcelona era algo fuera de serie para cualquier torero mexicano.
MARCOS ORTEGA Y LA MUERTE DE SU HOMBRE DE CONFIANZA
Ya como matador de toros toreó 18 corridas con las primeras figuras de España; pero un rompimiento de relaciones comerciales lo obligó a regresar a México. Aquí vivió uno de sus grandes dolores cuando al “Chinanas”, su hombre de confianza en el ruedo, lo prendió un toro con una cornada que habría de costarle la vida.
Mucho tiempo tardó Marcos Ortega en recuperarse de ese dolor, pero eso no mató sus ansias de torero ni su valor y llegó el triunfo extraordinario en la Plaza México, donde el 17 de febrero de 1980 indultó al toro “Boca Seca”, de la ganadería de Garfias. En 79 años la Plaza México vio 36 toros indultados y uno de ellos le perteneció a Marcos.
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Ortega habla de esa tarde como algo sublime. La sensación de lograr una obra plástica inmortal fundiéndose con el toro en una danza que burla a la muerte lo llevó a la gloria en vida.
Hoy Marcos es un hombre pleno, bueno, generoso y lleno de recuerdos que está pasando por una mala tarde, pues se encuentra internado en un hospital de la Ciudad de México. Varias veces ha estado en trance de muerte y tras una cura milagrosa ha vuelto a la vida. Ojalá que se obre en el otro milagro.
Por lo pronto, desde aquí le mando un saludo cariñoso y el deseo de su pronto restablecimiento. N
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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.