Bailarina de ballet por amor a las artes, escritora y activista, Aleida Ruiz Sosa lucha incansablemente para eliminar la violencia de género. Por ello fue reconocida con el Premio Nacional de la Juventud 2021 y ha sido dos veces nominada al Premio Internacional de la Paz Infantil. Dicho galardón que se otorga anualmente a un menor que haya hecho una contribución significativa por la defensa de los derechos de la infancia. Es el quivalente al Nobel adulto.
Entre los ganadores del galardón destaca Malala Yousafzai, quien recibió el Nobel de la Paz el 10 de diciembre de 2014, con tan solo 17 años, por su activismo a favor de los derechos de las mujeres en cuanto a la educación en Pakistán, donde el régimen talibán prohibió la asistencia de mujeres a las instituciones educativas. Al igual que Greta Thunberg, activista medioambiental sueca.
“Fue mi madre quien sembró en mí la semilla del feminismo. Los hombres y mujeres debemos ser aliados, no enemigos. En mi familia tengo más primos que primas y no por ello hay favoritismo o tratos distintos”, comenta en entrevista con Newsweek en Español la joven Aleida Ruiz , de 17 años, originaria de Oaxaca.
Inspirada por figuras emblemáticas como Helen Keller y Harriet Tubman, Aleida Ruiz fue embajadora de la Paz de Iberoamérica y el Caribe por la Comisión Iberoamericana de Derechos Humanos para el Desarrollo de las Américas (CIDHPDA) entre 2019 y 2020. Dos años más tarde, en 2022, fue nombrada mayordoma del Grupo de Estudios sobre la Mujer Rosario Castellanos (GesMujer) para trabajar en la procuración de fondos.
ESCRITORA DE CUENTOS
Desde la literatura, es autora de una colección de cuentos titulada Arcoíris, con los cuales busca desnaturalizar la violencia contra las mujeres y eliminar los estereotipos sexistas.
En un inicio, con el apoyo de la Fiscalía General de Justicia de Oaxaca, —Ale, como le dice su madre— vendió esta serie y los fondos recaudados fueron destinados a niños cuyas madres fueron víctimas de feminicidio. Hoy en día, las ganancias son para GesMujer a fin de ayudar a este sector poblacional en materia fiscal y psicológica.
El libro constituye siete cuentos, uno por cada color del fenómeno meteorológico: rojo, naranja, amarillo, verde, añil, azul cielo y violeta. Pero piensa agregar uno más a la colección. Cada narración incluye una ilustración a manos de José Moisés Cerero.
“Me llamo Daniela. Siempre le tuve miedo al color rojo. Hoy que brota de mi cuerpo herido, mientras yazco aquí postrada en algún paraje baldío de la ciudad, comprendo que siempre fue parte de mí”, dicen las primeras líneas acompañadas de una imagen semejante al lobo de Caperucita que terminó por devorarla.
En la danza, Aleida Ruiz se ha presentado en escenarios de Veracruz, Ciudad de México, Yucatán, Baja California, Sonora, Monterrey y Tlaxcala. En cuanto al ámbito internacional, participó en el Festival de La Habana Vieja, en Cuba, con puesta “La bruja y alebrije”.
“CAMINAR SIN MIEDO”
Aun cuando no es demógrafa o cartógrafa, creó el proyecto “Caminar sin miedo”, un mapa donde se denota la inseguridad para decenas de oaxaqueñas. En un mensaje a medios, compartió que 89 por ciento de las mujeres encuestadas indicaron haber sufrido de violencia en las calles o en espacios públicos. Sobre el tipo de delitos sexuales, 88 por ciento englobó miradas y expresiones lascivas, 22 por ciento persecuciones, y 47 por ciento, tocamientos o manoseos corporales obscenos.
“Los resultados de esta encuesta, realizada en 2021 a más de 4,000 mujeres, serán compartidos con las autoridades de seguridad pública de Oaxaca de Juárez para que lleven a cabo acciones de vigilancia a favor de la integridad de las mujeres”, mencionó entonces.
Al ser cuestionada respecto a una de sus labores predilectas, con una sonrisa brillante que hace juego con la luz de sus ojos obsidiana, externa estar orgullosa del proyecto “Música vs. Covid”. En mancuerna con Hermes Music, se otorgaron instrumentos a comunidades oaxaqueñas: San Matías Petacaltepec y Santo Domingo Barrio Alto, municipio de Villa de Etla.
“Primero se donaron guitarras, violines y hace pocos atriles. También les estamos pagando las clases para que los niños aprovechen al máximo. En San Matías se dieron instrumentos para una banda de la comunidad para preservar la música chontal, pero, sobre todo, algo importante fue que por primera vez ese grupo permitió que las niñas tocaran”, presume.
NO AL MATRIMONIO INFANTIL
Datos del Fondo de las Naciones Unidas (Unicef) comprende el matrimonio infantil como un claro reflejo de las normas sociales y culturales existentes, así como una de las formas más generalizadas de abuso sexual, explotación y violencia, principalmente contra las mujeres. A tenor del informe del Estado de la Población Mundial 2020, para 2030 estarán casadas otros 150 millones de niñas menores de 18.
En tanto, un artículo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) refiere la pobreza entre las principales causas del matrimonio infantil. Y algunas de sus consecuencias sin duda son el abandono escolar, violencia doméstica y embarazos tempranos.
“Por ejemplo, algunas niñas son casadas a temprana edad para reducir la carga económica y así las familias obtengan algún ingreso, ya sea como dote o por la venta de la menor”, señala en un texto Patricia Piñones Vázquez, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM.
Ante esta realidad, Aleida Ruíz emprendió una campaña denominada “Que las niñas sean niñas, no esposas”, cuya finalidad es disminuir los casos de matrimonios no consensuados en menores de edad. Desde febrero de 2021 uno de sus mayores propósitos era reforzar la iniciativa de ley contra el matrimonio infantil entre menores de 18 años. El Congreso de Oaxaca aprobó en 2013, con penas de cuatro a diez años de prisión.
HACER JUSTICIA Y ACCIONAR
“Esta campaña también trata de canalizar los casos y hacer justicia. Vas a las comunidades, convives con las niñas, comparto talleres de ballet, acondicionamiento físico y expresión corporal, pero en cada lugar hay otro compromiso. En ocasiones se donan útiles escolares, medicinas, ropa, instrumentos musicales, sillas de ruedas, alimentos… No solo es ir y observar, sino accionar”, relata la joven activista.
En marzo de 2021, esta ardua tarea arrancó en los municipios de Huautla de Jiménez, Santa Lucía, Ocotlán de Morelos y Pinotepa Nacional. Actualmente, su compromiso por salvar vidas alcanzó a 20 comunidades de Oaxaca. De cabello negro y pesado, en cada pausa Aleida Ruiz toma un sorbo de café para seguir manifestando su enojo por tantas injusticias encubiertas del país y, sobre todo, estado que la vio crecer. Dice conocer casos de mujeres que, luego de ser abusadas, fueron obligadas a dar a luz y casarse con sus violadores.
“Una menor (diez años), a quien mantengo en anonimato, vivió un terror parecido. Los vecinos alertaron que ella iba a una casa donde habitaba un extranjero. Sus papás la llevaban todas las noches para que fuera abusada sexualmente a cambio de dinero para construir sus propias viviendas”, lamenta, bajo un semblante enardecido.
ALEIDA RUIZ DEFENSORA
Actualmente es activista del caso Rosario, una niña que fue obligada a casarse en su estado natal. Cuando tenía 14 años, Rosario contrajo nupcias con un adulto; fue una víctima más del matrimonio infantil en México. Este “intercambio comercial” fue por un marrano, un guajolote y 500 pesos.
Originaria de Oaxaca y analfabeta, sufrió constantes abusos por parte de su pareja, situación que la llevó a huir para refugiarse junto a su hermana Gabriela —de nueve años— y su abuelita, quien le enseñó a pepenar en calles. La vida de estas niñas fue cruel desde antes de entender el significado “maldad”. Su madre murió a causa de los golpes de su padre. Así, el término “feminicidio” empezó a echar raíces en sus cortas vidas, sin saber que aquel asesinato así se nombra.
Para cualquier ser humano, después de tantos hechos funestos, solo puede abrirse un camino lleno de bienaventuranzas. Alcanzar ese edén pareciera inasequible si se trata de aquellas menores. A inicios de febrero, la vivienda donde permanecían se incendió dejando víctimas mortales: su abuela falleció por asfixia, mientras Gabriela fue reportada delicada y Rosario recibió quemaduras en el 90 por ciento de su cuerpo. Por esta razón, estuvo en coma durante casi tres semanas.
“Ya despertó. Ahora están en proceso de nombrar tutoría a cargo de una trabajadora social de Oaxaca. Aunque la hermana (Gabriela) sigue en el hospital, ya fue la Procuraduría Estatal de Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del estado (Prodennao). Tal vez lograremos su traslado a la Ciudad de México”, añade Aleida, quien ha estado pendiente del caso y pide apoyo para ambas.
“POR UN PERIODO DIGNO EN LAS CÁRCELES”
Rosario permanece en un hospital de la capital del país, mientras su hermana menor se recupera a más de 500 kilómetros, en su entidad natal. El matrimonio infantil en México es un problema latente que no cesa, una de cada 100 personas entre los 12 y 14 años está casada o unida informalmente, según Save The Children. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), al menos 14,957 menores de 18 años contrajeron matrimonio en los últimos cinco años.
Sin embargo, el ostensible feminismo de Aleida Ruiz no solo recae para erradicar este mal social. Hace un par de años, bautizado “Sensibilizar a la sociedad a través del arte”, impartió un taller de expresión en el Centro Penitenciario Femenil de Tanivet, ubicado en Tlacolula de Matamoros, Oaxaca, durante seis meses. Ahí encontró una necesidad común en las casi 200 reclusas: la falta de productos de higiene menstrual.
—¿De dónde recibes el apoyo para emprender estas obras en pro de las mujeres? Tanto en productos como en traslados se gasta una fortuna —le preguntamos.
—A raíz de esta carencia me moví entre mis contactos para donar copas menstruales. Así, para la campaña ‘Por un periodo digno para las mujeres privadas de su libertad’ fue dinero que se obtuvo de una subasta de arte donada por artistas oaxaqueños. Resulta un trabajo en conjunto, por ejemplo, también con la Fundación Hermes Music, aunque el traslado es independiente. Aproximadamente se donaron 150 copas para el Cereso, 50 en Oaxaca para mujeres en situación vulnerable y otras 50 en Puebla.
DE CARA AL MAÑANA
A diferencia de una toalla sanitaria o tampones, que son hechos con fibras de algodón o lino y su vida útil es de unas cuantas horas, las copas pueden durar entre tres y diez años. Una característica sostenible para el medioambiente y a nivel económico.
Aleida Ruiz acaba de concluir el bachillerato, espera estudiar derecho para defender con retórica y bajo un orden normativo e institucional a miles de mujeres. Entre sus opciones está la Universidad de Guadalajara. Mientras eso ocurre, hoy disfruta cada jornada social en compañía de su novio, Gustavo, o Ariadna, su madre.
Al final, es una simple joven con sueños y metas. Más allá del horizonte activista, pero bien podría llegar a ser una lideresa global como Oprah Winfrey o Margaret Thatcher.