El año 2022 puede considerarse como el de la recuperación de la pandemia por covid-19, pero también el de encaminarse a lo que se espera en el atípico año 2023: inflación y bajo crecimiento, aunque, paradójicamente, con creación de empleos, al tiempo que el proceso de tensión geopolítica se intensifica.
Como consecuencia de la pandemia, la economía global disminuyó notablemente su dinámica con impacto en el incremento de la pobreza y con un retroceso considerable en los niveles educativos de millones de jóvenes de todo el mundo. No obstante, con la excepción de naciones como México, la mayoría de las economías han repuesto los niveles de crecimiento, empleo e inversión que se tenían antes del surgimiento del SARS-CoV-2.
En efecto, fueron poco más de dos años de tiempo perdido en muchos sentidos, todos de una u otra forma dejamos asuntos pendientes e incluso perdimos salud propia y seres queridos. Los eventos de la naturaleza como los que vivimos son poco comunes, pero traen consigo profundas secuelas a largo plazo.
RESPUESTA CONSCIENTE
A pesar de lo anterior, en el agregado general, la población mundial supo responder de manera consciente, demostrando solidaridad y compasión pese al sesgo egoísta que suele caracterizarnos. Por su parte, los gobiernos en su mayoría estuvieron a la altura de las circunstancias, respondiendo positivamente a eventos que, más allá del eventual circo que suele ser la política, requieren acción eficiente con liderazgo y autoridad.
Los próximos años deberán dar espacio a la salud mental para procesar adecuadamente este periodo de incertidumbre, encierro, ansiedad y estrés. A lo anterior tendrán que sumarse importantes esfuerzos de los gobiernos para acelerar procesos distributivos de riqueza para invertir la mayor cantidad de recursos en la educación. Todos los países afrontarán los mismos desafíos, empero, será aún más importante redimensionar el papel del Estado en la sociedad.
En las últimas décadas, particularmente luego de las llamadas revoluciones de terciopelo, el Estado fue perdiendo fuerza a manos del mercado, lo anterior dio pie a que la pandemia permitiera darnos cuenta del abandono de los sistemas de salud en la mayoría de los países, lo que refleja, entre otras cosas, que los gobiernos se han alejado de sus labores fundamentales. Por ello es necesario fortalecer la figura del Estado en un entorno en el que algunas de las democracias se encuentran amenazadas por el populismo que conecta con los ciudadanos, pero que al final del día producen nulos resultados.
2022: CALMA ANTES DE LA TORMENTA
El año que termina debe ser visto como el interregno entre la esperanza pospandemia y el inicio de la recomposición económica global. Fue el año de la calma antes de la tormenta. Sí bien en 2022 vivimos la invasión de Rusia a Ucrania que causó un impresionante despliegue informativo en Occidente para desacreditar la ilegal ofensiva rusa, fuera de la zona de conflicto no ha habido, hasta ahora, mayores consecuencias más que el nuevo arreglo comercial de energéticos en la región del centro de Europa.
Este conflicto fue el evento más relevante del año. Lo ocurrido, sin embargo, abrió la puerta a la posibilidad del surgimiento de conflictos similares que no buscan otra cosa más que impedir el avance, ya sea de occidente u oriente, en el surgimiento de un nuevo bloque político–comercial que disputará con Estados Unidos el liderazgo global en lo que queda de este siglo.
EL MUNDO SIGUE SU DINÁMICA
La tensión global estará centrada en los espacios China-Taiwán, India-Pakistán, Corea del Norte-Japón-Oriente Medio y, desde luego, la continuación de la invasión al territorio de Ucrania. Así como ha ocurrido a lo largo de los siglos, el mundo sigue su dinámica natural, por lo que lo único que podemos esperar es que lo haga tomando en cuenta las lecciones que el fin de la pandemia nos ha dejado y las alertas que este año de transición han mostrado.
En suma, ha sido un año de transición hacia un 2023 complejo que vislumbra recesión económica profunda en América Latina, China y Europa, mientras que en Estados Unidos será poco profunda. Lo mismo será con el comienzo formal de la guerra comercial Estados Unidos-China con la formación de dos bloques geoestratégicos, donde Occidente estará compartiendo liderazgo con China, que tiene el respaldo militar de Rusia, el apoyo comercial de India y Brasil, con el acompañado de diversas naciones del Oriente Medio y América Latina. N
—∞—
Carlos Alberto Martínez Castillo es doctor en Desarrollo Económico, Derecho y Filosofía y profesor en la UP e Ibero. Ha colaborado en el Banco de México, Washington, Secretaría de Hacienda y Presidencia de la República. Correo: drcamartí[email protected] Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.