“Enséñame el mundo a lengüetazos” es parte de la poesía que el artista mexicano Fausto VI escribió en el poemario “Acá también tengo cómo quererte” (2016), libro que no quedó solo en una obra, ya que sus versos hoy se encuentran en la piel de 180 voluntarios que decidieron hacerse tatuajes con alguno de esos poemas.
Fausto Alzati Fernández, también conocido como Fausto VI, es un artista mexicano que radica en la Ciudad de México. Desde hace diez años se dedica al tatuaje y ha llevado sus diseños a distintas ciudades de México y el mundo.
Entre los poetas que han influido en su poesía se encuentran Federico García Lorca, Allen Ginsberg, T. S. Eliot, José Emilio Pacheco y Javier Villaurrutia.
Para Alzati, la poesía es su todo, ya que no solo gusta de leer, sino también de escribir y declamar versos con la premisa de invitar a la gente a hacer de la poesía parte de sí.
“Me gusta mucho la poesía de Jaime Sabines en la manera de asumir la derrota con dignidad. De jugar, porque tiene un sentido lúdico precioso y muy sensual”.
Para el artista, leer a estos poetas produce en él un efecto en la percepción y vitalidad de las cosas. Esto, por ejemplo, sucede si una mañana decide leer a García Lorca quien, a decir del artista, tiene el toque divino a través de la palabra.
Sin embargo, hay poetas que no producen ese sentimiento en él, como sucede con Octavio Paz. Él “me pone muy conceptual y lo comienzo a admirar en lugar del poema y ya no lo quiero leer, a pesar de que me gusta su trabajo que me parece de un refinamiento y precisión con el uso de la palabra, impecable”, cuenta Fausto VI en entrevista con Newsweek en Español.
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Sin embargo, para que haya poesía debe haber ritmo y lenguaje, dos elementos que marcan la obra de Alzati en títulos propios como “Inmanencia viral” (2009); “Poemas perrones pa’ la raza” (2012); “Buda, drogas y pop” (2013); “Aleluya” (2015); y “Algo tan trivial” (2015).
Además de su primer poemario viviente, “Acá también tengo cómo quererte” (2017), con el que tatuó sus versos en 180 personas voluntarias.
Ahora repite esa experiencia con su nuevo poemario, “Episodios Trascendentales” (2020), del cual ya se encuentra tatuando sus más recientes versos.
Al cierre de esta nota Fausto VI confirmó que ha tatuado 52 de sus poemas en voluntarios que deciden llevar en la piel los versos de este artista.
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UN CARNAVAL DE RITMOS
Leer la poesía de Fausto VI es adentrarse en un carnaval de lenguaje y ritmos. Algunos de la vida diaria; otros, con un poco de romance y erotismo en los versos que el autor escribe.
Trascender del papel a la tinta permite que sus poemas circulen más allá de una obra literaria. Los lleva a la cotidianidad de las personas provocando que las miradas de los demás se detengan a leerlos, ya sea en la calle, en un café, en el transporte o en cualquier sitio público.
Para Alzati, experimentar con los tatuajes y la poesía es trascender a la apropiación de aquello que las personas deciden tatuarse.
“Todos, de cierta manera, se volvieron la página de un libro como portadores de un fragmento de poema. Esto le da otra lectura a la poesía, que no solo se lee en un libro, sino que, de pronto, se lee en muchos y distintos lugares que los hace circular”, añade.
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La experiencia de llevar poesía en la piel es también una apropiación de lo que la gente se tatúa, ya que, aunque él sea el autor, los versos que las personas seleccionan se vuelven parte de ellas.
“El verso ya es suyo. Yo lo escribí, pero es suyo también. El significado que tiene para cada persona cambia dependiendo del estado de ánimo, etapa de la vida o el lugar del cuerpo”, señala.
“DISPONERSE A QUE UN POEMA SUCEDA”
Cuenta Fausto Alzati que, para que un poema suceda, hay que disponerse a que suceda dentro de la susceptibilidad, la vulnerabilidad, la apertura y el lenguaje.
De ahí, que los poemas que Fausto VI escribe sean el resultado de una serie de fotografías instantáneas que nacen de experiencias vitales, según describe.
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Entre los temas que forman parte de su obra están el misticismo, la cotidianidad, el erotismo, la fragilidad, la muerte y la ciudad con sus ritmos y vaivenes.
Como poeta y artista del tatuaje, Fausto VI desarrolló un sello personal en su trabajo al retomar estilos como Blackwork, Fineline y el tradicional americano. En sus piezas incluye elementos del arte religioso y el tatuaje criminal ruso.
Además de tatuar y escribir, Fausto se ha dedicado a intervenir piezas de arte sacro con tatuajes desde el año 2014. Estos los vendía al precio de 666 pesos, como una forma de “jugar con los símbolos”, según explica.
Entre las diversas reacciones que el artista ha recibido a su trabajo, señala que resulta interesante conocer cómo las personas depositan afectos, creencias y el intento de resolver la paradoja de la existencia.
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“Lo que he intentado a través de tatuar [estas piezas] es hacer evidente lo que proyectamos. Por ejemplo, tengo un Niño Dios que tiene en el pecho tatuada la palabra ‘Salvador’ o un corazón que dice ‘Papá’ porque son cosas que les proyectamos”, menciona en entrevista desde su estudio privado.
Si desean ser parte de este poemario viviente pueden ponerse en contacto con el artista desde su cuenta de Instagram, @faustosexto. Entre sus proyectos más ambiciosos se encuentra el realizar un tatuaje en cada país del Cono Sur en América Latina. N
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