Veinte años después del peor ataque que jamás haya ocurrido en territorio estadounidense, no solo los aviones de pasajeros le quitan el sueño a funcionarios y expertos en defensa. Estos están igualmente preocupados por la amenaza que plantean los sistemas aéreos no tripulados o drones. Estos son más pequeños, están ampliamente disponibles y son capaces de transportar cargas mortíferas.
Los drones no son las armas de destrucción masiva del mañana. Los arsenales de los ejércitos del mundo ya están llenos de ellos. Por otra parte, es cada vez más fácil y barato obtener modelos disponibles comercialmente con una amplia variedad de armamento. Eso los convierte en opciones cada vez más tentadoras para los terroristas y otros grupos violentos no gubernamentales.
Un oficial del ejército estadounidense, que pidió mantenerse en el anonimato, describe un panorama potencialmente de pesadilla relacionado con pequeños drones. A estos se les denomina “sistemas aéreos no tripulados” (UAS). “Me pregunto qué podría hacer una persona si tuviera dos pequeños UAS y los hiciera estallar en un estadio abarrotado”, declara a Newsweek el oficial. Aunque no se habla de “ningún conocimiento específico” sobre alguna amenaza activa, el oficial señala que “existe preocupación”. Ello “dada la proliferación de drones pequeños y portátiles, de que drones explosivos pudieran causar un incidente que provoque un gran número de víctimas”.
No sería la primera vez que Estados Unidos fuera sorprendido con la guardia baja por una amenaza que se cierne justo frente a las autoridades. “Es como si antes del 11/9 no se tuviera ningún conocimiento de que las personas podían secuestrar aviones y estrellarlos contra edificios”, señala el oficial.
En 1994 se publicó el thriller político Debt of Honor (Deuda de honor). Este narra el secuestro de una aeronave comercial para estrellarla contra el Capitolio. En la conciencia nacional, el concepto de un ataque aéreo suicida se había limitado a los pilotos kamikaze japoneses de la Segunda Guerra Mundial. Cuando casi 3,000 personas fueron asesinadas el 11 de septiembre de 2001, ese recuerdo se convirtió nuevamente en realidad.
UTILIZAR DRONES COMO ARMAS
Poco después del 11/9, Estados Unidos se convirtió en el primer país en utilizar realmente a los drones como armas. Para ello los equipó con misiles de precisión que se convirtieron en un arma de uso común durante la “guerra contra el terrorismo”.
En los años que siguieron, los drones evolucionaron y pasaron de ser una tecnología militar a convertirse en dispositivos comerciales para muchas industrias. También se convirtieron en un pasatiempo ejercido por entusiastas de todo el mundo, comercializado por una multitud de empresas en el mercado civil.
Con el auge de esta aparentemente inocente innovación se ha producido también un aumento en sus usos maliciosos, descrito por el oficial del ejército estadounidense que habló con Newsweek como “una amenaza en ciernes” que ya ha sido demostrada en varios sucesos de alto perfil.
Uno de esos sucesos se produjo el pasado 7 de noviembre. Tres UAS cargados con explosivos —se piensa que eran simples modelos cuadricópteros disponibles comercialmente— atacaron la residencia del primer ministro iraquí, Mustafa al-Kadhimi, para asesinarlo. Kadhimi sobrevivió, pero las fotografías de su casa revelaron las capacidades destructivas de tales artefactos.
Kadhimi no fue el primer líder mundial en ser atacado con UAS equipados con bombas. En agosto de 2018, dos drones explosivos detonaron en un aparente intento de eliminar a Nicolás Maduro durante un desfile militar en Caracas. El presidente venezolano Maduro logró salir ileso.
MERODEAR CON INTENCIÓN
Antes de estos incidentes, militantes y milicias ya habían logrado utilizar drones comerciales. Con ello dieron a los actores no estatales una especie de fuerza aérea rudimentaria, pero mortal, para atacar a sus enemigos. En Irak y Siria, soldados estadounidenses han sido atacados desde el cielo por el grupo Estado Islámico (ISIS) y por fuerzas paramilitares aliadas a Irán.
Se han visto en acción UAS altamente destructivos en el campo de batalla “merodeando” alrededor del área objetivo esperando a su víctima. También se les conoce como drones “kamikaze” o “suicidas”, pues evocan su naturaleza autodestructiva y de un solo uso. El año pasado, fuerzas de Azerbaiyán los utilizaron para obtener una mortífera ventaja sobre sus rivales armenios durante una breve pero sangrienta guerra.
“Son drones relativamente pequeños y baratos, pero son una mezcla entre un dron y un misil teledirigido”, indica el oficial del ejército estadounidense.
Esa idea es secundada por un funcionario de seguridad de Israel, país que produjo algunas de las municiones merodeadoras utilizadas por las fuerzas de Azerbaiyán y que actualmente son una posible fuente de preocupación para Irán conforme aumentan las tensiones entre estos países vecinos. “Esta herramienta es muy fácil hoy en día. Uno simplemente puede comprar drones pequeños y obtiene algo parecido a un misil de precisión teledirigido”, dice a Newsweek el oficial de seguridad israelí.
Dicho oficial añade que aún con su potencial destructivo actual, las municiones instaladas en los sistemas aéreos no tripulados actuales se encuentran relativamente en pañales. Ningún dron individual puede replicar un ataque al estilo del 11/9. Sin embargo, su potencial aumenta rápidamente.
“Sus capacidades de navegación se están volviendo mucho más precisas”, indica el oficial. “Creo que ahora veremos un aumento en la cantidad de explosivos”.
DESPEGUES NO ANUNCIADOS
Los pequeños UAS comerciales tienen una ventaja única por encima de las aeronaves tradicionales y de las plataformas de misiles: no anuncian su despegue mediante una gran explosión, sino que despegan silenciosamente, lo que los hace mucho más difíciles de detectar. Si se usan en grandes cantidades, conocidas como enjambres, también son más difíciles de interceptar.
“Si se necesita interceptar una docena, una carga de F-16; y si la operación se realiza únicamente en el aire, se requerirían alrededor de seis diferentes misiles aire-aire”, indica el oficial israelí. “Entonces, eso significa que se requieren varios aviones, además del tiempo, si lo que se pretende es interceptarlos”.
Israel fue uno de los primeros países en refinar la tecnología de drones en tiempos de guerra, y sigue desarrollándolos para misiones encubiertas. Pero sus rivales también han mostrado una precoz habilidad en el uso de esta tecnología, como el grupo Hezbolá en Líbano, Hamás en Palestina, y el patrocinador de ambos, Irán.
Irán ha desarrollado un amplio arsenal de drones que incluye aparatos suicidas capaces de volar más de 1,995 kilómetros. Israel y Estados Unidos han acusado a Irán de proveer directamente tecnología de UAS a milicias de todo Oriente Medio, un argumento negado por la República Islámica.
“Pienso que Teherán tiene su propio programa de defensa independiente basado en sus necesidades de defensa, y puede definir sus esfuerzos para contrarrestar las amenazas mediante el fortalecimiento de sus capacidades de defensa”, declara a Newsweek un oficial iraní. China también ha logrado grandes avances en la tecnología de UAS, mientras que Rusia ha desarrollado sus propios sistemas de alto nivel.
El oficial de seguridad israelí identifica otra tendencia que podría resultar profundamente problemática para la seguridad de Oriente Medio y más allá, una tendencia relacionada con la salida de Estados Unidos de Afganistán. “Vemos un aumento en lo que podría venir de nuevo con actividades terroristas, y el tipo de apoyo con el que algunas organizaciones se sienten más fuertes y quizás incluso más audaces”, señala. “Los drones definitivamente serán una herramienta que podríamos ver con mayor frecuencia”.
‘SISTEMAS DE ATAQUE MUY EFECTIVOS’
Un hombre que ha escrito y hablado ampliamente sobre el posible impacto de los drones en las manos equivocadas es Zachary Kallenborn. Es profesor de la Escuela Schar de Política y Gobierno de la Universidad George Mason e investigador afiliado de la División de Armas y Tecnología no Convencionales del Consorcio Nacional para el Estudio del Terrorismo y las Respuestas al Terrorismo de la Universidad de Maryland. También trabajó como consultor de seguridad nacional y colaboró con el Ejército de Estados Unidos como parte de su iniciativa Mad Scientist sobre el futuro de la guerra. “Definitivamente, los drones son capaces de provocar grandes cantidades de víctimas”, declara Kallenborn a Newsweek en un correo electrónico.
“La creciente tecnología de drones también permite cada vez más que estos sean dirigidos de manera autónoma o en enjambres colaborativos”, afirma Kallenborn. “Esto aumenta de manera importante el potencial de daño. Imaginemos un ataque terrorista por aire: un grupo de drones arrojando bombas sobre la multitud en un concierto o en un estadio”.
Algo que podría causar más daño es que los atacantes podrían multiplicar ampliamente el número de víctimas mediante el uso de armas de destrucción masiva, advierte Kallenborn. “Los drones serían sistemas de ataque muy efectivos si se utilizan con armas químicas, biológicas, radiológicas o nucleares”, afirma. “Por ejemplo, los drones podrían rociar el agente sobre un área abarrotada”.
Kallenborn añade que está “bastante preocupado también por los ataques con drones contra aviones, debido a que los motores y las alas de las aeronaves no están diseñados para sobrevivir a eso”.
Sin embargo, también afirma que “importa mucho quién es el atacante”. Y añade que “una gran limitante” para producir las peores situaciones “es la capacidad de los terroristas para adquirir el agente químico, biológico, radiológico o nuclear, lo cual, históricamente, les ha resultado muy difícil”. Será difícil, afirma, que un grupo militante adquiera el material y la mano de obra para dirigir una flotilla del tamaño de un enjambre sin ser detectada.
“Sin embargo, esa limitación no es un problema para los ejércitos de los estados”, dice Kallenborn. “Los ejércitos tienen todos los recursos y la tecnología para formar enjambres realmente grandes que pueden provocar daños que rivalizan con los producidos por las armas tradicionales de destrucción masiva, incluidas las armas nucleares pequeñas”.
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No obstante, incluso los ejércitos bien financiados enfrentan obstáculos. “Tales armas no son solo enormemente poderosas, sino que también son bastante difíciles de controlar”, señala Kallenborn. “Si se tienen 1,000 drones trabajando juntos sin un control humano, existen 1,000 posibilidades de que algo salga mal. O aún más, debido a que, en un verdadero enjambre de drones, estos hablan unos con otros. Como hemos visto en la paranoia sobre la vacunación contra el covid-19, la desinformación se propaga fácilmente incluso en seres mucho más inteligentes que un dron guiado por un algoritmo”.
DEFENSA POR DEMÁS DIFÍCIL
A pesar de sus desafíos operativos, la defensa contra los drones es difícil debido a su capacidad de realizar maniobras aleatorias y difíciles de detectar. El oficial del ejército estadounidense que habló con Newsweek se muestra escéptico con respecto a los sistemas de defensa contra drones adquiridos por el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
“El Departamento de Defensa invierte una gran cantidad de dinero y esfuerzo en tecnología contra los UAS, pero creo que lo que dice ese organismo excede la capacidad real de esos dispositivos”, señala el oficial.
El Pentágono ha designado al ejército para que asuma el liderazgo en la estrategia contra los UAS. Jason Waggoner, oficial de asuntos públicos del ejército, señala la creación de una Oficina Conjunta contra Pequeños Sistemas Aéreos No Tripulados (C-sUAS). “La oficina conjunta centra sus esfuerzos en las amenazas y riesgos planteados por los pequeños UAS contra las instalaciones del Departamento de Defensa en suelo estadounidense y en el extranjero”, dice. “Aunque existen algunos aspectos característicos en el enfoque asumido por el Departamento de Defensa para contrarrestar la amenaza de los UAS en el territorio nacional, tenemos las capacidades necesarias para proteger recursos y bienes designados, y trabajamos continuamente para aumentar aún más nuestras capacidades”.
La Autoridad Federal de Aviación también se mantiene atenta a la actividad de UAS en el territorio estadounidense. Un vocero de ese organismo afirma que “La FAA tiene la tarea de garantizar la seguridad del Sistema del Espacio Aéreo Nacional (NAS, así como de las personas y de la propiedad en tierra”.
“Cuando hay sospechas de actividad criminal, trabajamos con nuestros socios de aplicación de la ley en los niveles federal, estatal y local proporcionándoles ayuda en sus investigaciones y acciones judiciales”, afirma el vocero.
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Una de las formas en que la FAA busca mejorar la capacidad de las autoridades para detectar sistemas aéreos no tripulados es mediante la aplicación de la identificación remota. Mediante esta, los drones estarán obligados a proporcionar información clave, como su identidad, altitud y ubicación actual, así como la ubicación de su operador y su punto de despegue. “Si se combinan con nuestro requerimiento actual de registro, los requerimientos de identificación remota para todos los operadores de UAS permitirán una detección e identificación más efectivas”, afirma el vocero. “Eso también ayudará a los organismos de aplicación de la ley a relacionar un dron no autorizado con su operador”.
TECNOLOGÍA DE DEFENSA
La creciente amenaza provocada por los drones ha hecho surgir una nueva y próspera industria de tecnologías antidrones. Una de las principales empresas es DroneShield, compañía australiana que ha proporcionado herramientas de vanguardia a organismos como el Ejército de la OTAN y las Naciones Unidas.
“Los pequeños UAS se pueden considerar una plataforma muy efectiva y barata de vigilancia y de transporte de carga útil”, dice a Newsweek el director ejecutivo de la empresa Oleg Vornik a través de un correo electrónico. “Un pequeño UAS puede transportar fácilmente hasta varios kilos de peso, lo que equivale a una gran cantidad de explosivos o armas químicas o biológicas”.
“Además —añade—, con un precio de entre 1,000 y 2,000 dólares por cada UAS, y con las tecnologías de enjambre que existen en la actualidad (pensemos en las figuras gigantes en el cielo, o en fuegos artificiales, todos ellos generados por drones coreografiados), esto puede hacerse fácilmente con cientos de drones, cada uno con una carga útil de sustancias peligrosas”.
Aun si se establecieran los controles sugeridos, la amenaza solo se abordaría parcialmente. “Los UAS se pueden adquirir actualmente de una forma completamente irrestricta al ser considerados esencialmente como juguetes. El registro resolvería parte del problema, pero tengamos en cuenta cuántas armas de fuego no registradas se utilizan para cometer actos terroristas”, afirma Vornik. “El piloto del dron también podría ser invisible/difícil de atrapar durante un ataque, lo que hace que el uso de los drones resulte más atractivo”.
Además de la amenaza física, el especialista advierte sobre posibles ataques cibernéticos con el uso de UAS. “Podemos considerarlo una conspiración, pero hemos recibido informes de que el incidente del barco carguero Ever Given (sí, aquel que bloqueó el Canal de Suez y detuvo gran parte del tráfico marítimo) se debió a un ataque cibernético realizado desde un dron cuando se rechazó la petición de entregar un rescate”, afirma Vornik. “Actualmente, escuchamos esto con frecuencia por parte de clientes de embarcaciones, especialmente en áreas cercanas a los estados enemigos más conocidos”.
EL ALCANCE DE LAS AMENAZAS
DroneShield publicó recientemente la sexta edición de su libro de datos de mecanismos contra UAS, en el que se detalla el alcance de las posibles amenazas planteadas por los drones pequeños. En la guía se exponen sucesos recientes en la guerra con drones, como los ataques realizados en 2019 contra los sitios petroleros de Saudi Aramco, reivindicados por el movimiento yemení Ansar Allah, pero de los que Arabia Saudita y Estados Unidos culparon a Irán. También se proporcionan ejemplos de las más recientes innovaciones realizadas por China y Rusia, y se identifican algunos de los UAS más populares, capaces de levantar grandes pesos y que se pueden utilizar de manera más discreta que sus primos de mayor tamaño.
En el informe también se proporcionan posibles soluciones, entre ellas, una variedad de capacidades de detección como sistemas de radiofrecuencia, radar, acústicos, ópticos y multisensores. Asimismo, se mencionan diversos mecanismos de neutralización, como bloqueadores de radiofrecuencia, bloqueadores de GPS, tácticas cibernéticas, ataques energéticos dirigidos, drones anti-UAS y sistemas cinéticos capaces de eliminar UAS. “Sin un sistema anti-UAS dedicado exclusivamente a la detección y eliminación de tales UAS —señala Vornik—, no habrá ninguna advertencia ni tiempo para reaccionar sino hasta que sea demasiado tarde y el daño esté hecho”.
Con respecto a si tales herramientas y métodos se pueden emplear antes del próximo ataque, el experto tiene sus dudas. “Vivimos en una sociedad reactiva”, dice. “Se comenzaron a poner obstáculos en los caminos únicamente después de que los terroristas utilizaron vehículos para arrollar multitudes, por ejemplo”.
“Tenemos que ser más proactivos para establecer sistemas de detección y eliminación de UAS en áreas donde se reúnan grandes cantidades de gente. En los lugares de alto perfil, en las áreas que podrían ser blanco de ataques terroristas”, afirma Vornik. “El personal de los organismos de aplicación de la ley y de seguridad nacional debe estar entrenado para enfrentar esta amenaza. Así como lo está para hacer frente a ataques más convencionales”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek)